EDEMA DE LA UBRE

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EDEMA DE LA UBRE

Edema de la ubre, es un padecimiento considerado como una de las más serias condiciones que afectan al ganado lechero en todo el mundo (Al-Ani, 1985).

MVZ, MSc. Salvador Ávila Téllez

Se caracteriza por tumefacción con acumulación de líquidos en los espacios intercelulares, interlobulares e interlobulillares, así como entre el tejido subcutáneo de la región ventral. Por la tendencia que el líquido tiene a descender siguiendo a la gravedad (fig. 8.49-a), las áreas con edema en vecindad con la piel se aprecian pálidas, tensas, no uniformes y al presionar con el dedo muestran depresión la cual desaparece lentamente (a este signo se le conoce como signo de Godet) (fig. 8.49-b) (Kitt, 1985) (Schunemann, l987) (Runells, et al., 1960).

IMPORTANCIA

A consecuencia del edema, la ubre desarrolla un volumen y peso mayor al normal incrementando su tamaño hasta la base del pezón, condición que dificulta la circulación en éste y lo predispone a alteraciones de consideración.

El aumento de tamaño de la ubre generalmente daña el sistema suspensorio a tal grado que las ubres se bajan de su posición normal ocasionando que el ordeño se dificulte y por lo tanto sea ineficiente, además del sufrimiento que se advierte en la vaca tanto al desplazarse como al rehusarse a amamantar al becerro. Esta situación conlleva a la retención de leche y a hemoláctea.

Lo anterior redunda en una predisposición a mastitis; pérdida por la baja producción de leche y acortamiento de la vida productiva de la vaca.

PRESENTACIÓN Y PATOGENIA

El edema de la ubre se presenta generalmente al parto. Algunas veces se desarrolla a tal grado que llega a significar un problema muy serio antes de que el parto ocurra. Afecta tanto a vaquillas primerizas como a vacas multíparas. De igual manera también las vacas de más alta producción son susceptibles a este padecimiento.

Las investigaciones realizadas sobre este tema, han establecido que el edema de la ubre se presenta con más severidad en vacas Holstein-Friesian y Guernsey; menos severo en Jersey, Ayrshire y Pardo Suizo. También se ha observado este fenómeno severo en vacas que paren en otoño e invierno y más benévolo en las que paren en primavera o verano.

Algunos reportes indican que la mayoría de las vacas que tienen la ubre bien implantada no han sufrido edema o lo padecieron en forma moderada. Sin embargo, las vacas que sufrieron ruptura del ligamento suspensorio registraron en su primer parto edema de severo a muy severo (fig. 8.50).

En México, en un estudio realizado en el estado de Hidalgo, con 143 vacas de diferentes edades especializadas en producción de leche, López, (1981), encontró que el 60% de esta población presentó edema de ubre durante los primeros dos días posteriores al parto; el 5% mostró signos de edema 15 días antes del parto y el 83% lo presentó a los 15 días después del parto.

También se observó que la prevalencia del edema mamario fue mayor en las vacas jóvenes y en hatos donde las dietas contenían elevado porcentaje de proteína.

En el estudio antes señalado, considerando la magnitud del síndrome, el edema se clasificó como leve en el 37% de los casos; considerable 31%; moderado 21% y extremoso 10%.

Estudios fisiológicos y patológicos han mostrado que el edema de la ubre en el momento del parto se debe a un decremento del flujo sanguíneo mamario asociado con un incremento de la presión sanguínea en las venas epigástricas craneales superficiales (Al-Ani y Vestweber, 1986).

El edema es acumulo de líquidos (trasudado) en espacios intersticiales. Líquido que contiene agua, electrolitos y pocas proteínas. Por lo tanto el edema es un trastorno en el intercambio de líquidos y moléculas entre los capilares sanguíneos y el tejido extravascular.

En el organismo sano, los capilares son permeables para el agua y moléculas pequeñas como electrolitos y mínimas cantidades de albúmina y de plasma, los que cruzan la pared capilar a través de las uniones entre las células endoteliales o de pequeños orificios cuando se trata de capilares fenestrados.

El equilibrio del intercambio de líquidos entre el compartimiento vascular y el intersticial se mantiene esencialmente por medio de principios fisicoquímicos de la presión hidrostática y coloidosmótica, actuando la pared capilar como una membrana semipermeable.

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