LOS PRIMEROS MESES DE LA TERNERA, CLAVES PARA UNA MEJOR RECRÍA

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LOS PRIMEROS MESES DE LA TERNERA

os dos primeros meses de vida suponen un período clave en el desarrollo de las novillas siendo una fase fundamental de cara a su futuro productivo. El crecimiento y la sanidad de las novillas son los puntos clave en los que deberemos trabajar para lograr una buena recría.

Carolina Tejero. Asesora independiente
Ponencia presentada en las XV Jornadas Técnicas de Vacuno de Leche de Seragro.
Fac. de Veterinaria de Lugo,

En este período, la salud es fundamental debido al gran impacto económico que conlleva el padecimiento de enfermedades. Sin embargo, muy frecuentemente es en esta fase en la que nos encontramos con mayor frecuencia terneras enfermas en la mayoría de las granjas. Por ello, establecer medidas encaminadas a la prevención en este momento es extremadamente importante.

Se trata de la fase con el mayor coste de alimentación y de manejo. En cambio, las terneras cuentan con una mayor eficiencia alimenticia, de tal manera que nos va a costar menos poner un kg de peso vivo que en etapas siguientes. En esta fase, el índice de conversión es 2:1, o lo que es lo mismo, se necesitarán 100 g de alimento para poner 50 g de peso vivo. Por ello, será más económico crecer en esta fase que en otras posteriores y, logrando un mayor crecimiento, podremos conseguir reducir la edad al primer parto, lo que resulta vital para una mayor rentabilidad.

A todo lo anterior se suma el hecho de que numerosos estudios han observado cómo crecimientos altos en estos primeros meses de vida darán lugar a un aumento de la producción durante la primera lactación (Foldager et al., 1994; Bar-Peled et al.,1997; Ballard et al., 2005; Shamay et al., 2005; Rincker et al., 2006; Drackley et al., 2007; Terré et al., 2009; Moallen et al., 2010; Soberon et al.,2012; Bach., 2012; Soberon y Van Amburgh, 2013), de manera que, aunque en un principio pudiera parecer caro hacer crecer a las novillas en los primeros meses de vida, cuando valoramos la relación coste-beneficio nos encontramos más bien ante todo lo contrario. Es que, al alcanzar mayores crecimientos en esta fase, mejoraremos la sanidad de las novillas y podremos reducir la edad al primer parto reduciendo con ello el número de novillas necesarias y los días en alimentación de las novillas en fase no productiva. Además, favoreceremos que la ternera exprese todo su potencial genético obteniendo mayores producciones de leche.

Desafortunadamente, a menudo en las explotaciones se dedica la mayor parte del tiempo a gestionar las vacas en lactación y se les presta poca atención a las novillas. Muchos productores consideran este período como improductivo, en el que todo son gastos sin beneficios inmediatos, así que intentan reducirlos sin darse cuenta de las consecuencias posteriores que esta decisión puede acarrear.

Esto se refleja en los altos porcentajes de bajas que suceden durante la recría en muchas granjas y en su futura vida productiva. De hecho, Brickell observó en 2009 que el 23% de las novillas nacidas vivas no llegaban a parir, un porcentaje sorprendentemente alto. Además, en otro estudio realizado en España por Bach en el 2011 se observó que, de las novillas que alcanzan el primer parto, un 17% no llegaba a alcanzar la segunda lactación. Ambos tra- bajos ponen de manifiesto que en muchas de estas novillas no llegamos a recuperar la inversión, ya que según diferentes trabajos se estima que se necesi- tan 1,5 lactaciones para recuperar la inversión rea- lizada sobre las novillas.

Por lo tanto, para poder mejorar la rentabilidad de las explotaciones, uno de los posibles puntos a mejorar es, en muchos casos, la gestión de la recría.

Es importante recalcar que para lograr buenos resultados con la recría se precisa constancia, programación de los trabajos a realizar cada día, contar con el personal necesario y con la formación adecuada para realizar estas tareas, implantar protocolos para cada uno de los trabajos que se deben realizar e instaurar la recogida sistemática de datos y análisis periódicos de los mismos para poder tomar decisiones de manera objetiva y en tiempo, que nos permitan rectificar en lugar de guiarnos por percepciones como ocurre en muchos casos.

¿Registramos y conocemos los datos reales de mortalidad y morbilidad en cada una de las fases de la recría?

La información sobre el impacto económico de la mortalidad y de la morbilidad asociada a enfermedades en las granjas es escasa. Esto hace difícil estimar las pérdidas y además existe una variabilidad muy grande entre granjas, por lo que es necesario realizar un análisis individualizado de cada explotación.

Así, por ejemplo, monitorizar las bajas tendrá gran interés ya que, en muchos casos, un aumento de la mortalidad durante la recría trae consigo la necesidad de recriar más novillas. Sin embargo, en función del porcentaje de bajas y el momento en que tengan lugar esas bajas, la inversión en la recría aumentará de forma diferente. De hecho, en algu- nos casos puede llegar a suponer incluso la necesidad de comprar recría externa ante la imposibilidad de disponer de forma interna de la recría necesaria.

Por otro lado, la enfermedad en las primeras edades afecta al crecimiento y tiene también consecuencias a largo plazo sobre la producción futura. Si pensamos en el coste asociado a las terneras que enferman rápidamente haremos el cálculo del gasto en medicamentos, tanto de uso terapéutico como profiláctico (como las vacunas), en servicios veterinarios o en tiempo de trabajo extra.

Estos costes directos pueden variar entre granjas en función del momento de la detección, la grave- dad de la enfermedad y el porcentaje de animales afectados. Pero respecto al coste total de la recría sólo representan entre el 5 y el 7%, o lo que es lo mismo, entre 18,4 € y 57,1 € por novilla. De modo que, con respecto a otros costes más importantes, como la alimentación (53-65 %), resulta un coste muy pequeño (Van der Fels-Kerx et al., 2001) con el que podemos, sin embargo, obtener un gran beneficio.

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