ALIMENTACIÓN DE PRECISIÓN EN VACUNO LECHERO
1. Introducción
En el último número de Frisona Española (no 205) hablamos sobre el concepto de Ganadería de Pre- cisión y su aplicación en la producción de leche de vaca. En este trabajo dejábamos constancia de la necesidad de ser más eficientes en la producción, es decir, producir más con menos recursos, con el fin de poder aumentar el margen de beneficio de cada litro de leche.
Antonio Callejo Ramos. Dr. Ingeniero Agrónomo antonio.callejo@upm.es
Teniendo en cuenta que la alimentación de los animales es el principal coste de producción de cualquier granja, es obvio pensar que podremos dis- minuir este coste si logramos una mayor eficiencia en la transformación del alimento en leche. Desde hace tiempo, la formulación de raciones para el vacuno lechero se viene apoyando en la tecnología (léase uso de software) para elaborar fórmulas alimenticias que satisfagan las necesidades de los animales al mínimo coste, lo que de alguna forma se puede considerar como alimentación de precisión.
Sin embargo, en el momento actual es preciso dar un paso más. Pensemos que las raciones TMR (Total Mixed Ration o Ración Completa Mezclada) se elaboran para satisfacer las necesidades medias del grupo de vacas al que van destinadas y, generalmente, suelen aportar más nutrientes de los necesarios para no afectar la producción de los animales del grupo que están produciendo leche por encima de la producción media del mismo. Estos animales alimentados “por exceso” van a excretar aquella cantidad de nutrientes que sobre- pasa sus necesidades.
Esto da lugar, por una parte, a una ración más cara, puesto que una parte de ella no es asimilada por el animal al no ser necesaria. Por otra, va a suponer un aumento del potencial contaminante de esas deyecciones al contener un exceso de nutrientes, sobre todo si se trata de nitrógeno o de fósforo.
Un exceso de algún nutriente respecto a las ne- cesidades de las vacas podría dar lugar a proble- mas digestivos o metabólicos y a un incremento del coste energético necesario para la metabolización y posterior excreción de dichos excesos.
Según algunos estudios, sólo el 26% de la energía contenida en la materia seca que consume la vaca se transforma en leche, perdiéndose el 34% en las deyecciones, el 6% en emisiones de metano y el 34% en forma de calor. Es evidente que hay margen para la mejora en la eficiencia de la alimentación: o bien reducimos el coste de alimentación manteniendo la producción de leche o asumiendo una pequeña menor producción, o bien asumimos una ración más cara que sea ampliamente compen- sada por un producción mayor de leche.
La tecnología puede contribuir a la detección precoz de problemas relacionados con la alimentación a través de la información recogida de forma constante por sensores apropiados y cuyo análisis automático proporcionaría inmediatas señales de alarma permitiendo tomar decisiones de forma rápida.
Finalmente, la mecanización y automatización de ciertas tareas contribuiría a reducir el empleo de mano de obra en tareas repetitivas y tediosas, au- mentando su eficiencia y pudiendo dedicar más tiempo a otros trabajos, a la formación o a disponer de más tiempo libre.
La mayoría de las previsiones apuntan a que en al año 2050 la producción mundial de alimentos de- berá ser el doble de la actual para satisfacer las necesidades de una población que podría superar los 9.000 millones de personas, con mayor nivel de renta que el actual y, por ello, con una mayor de- manda de alimentos de origen animal. Este incre- mento de la demanda tendrá que ser satisfecho a través de una mayor eficiencia productiva pues no parece probable que aumente la disponibilidad de recursos naturales.
2. ¿Cómo estamos alimentando a las vacas lecheras?
Cuando la producción de leche estaba más ligada al pastoreo, el suplemento de alimento con- centrado era suministrado en la sala de ordeño. Conforme la producción de las vacas iba aumentando, también lo hacía la cantidad necesaria de este suplemento cuya ingestión, en algunos casos, se prolongaba más allá del tiempo necesario para ordeñar esa vaca, con el consiguiente efecto negativo en el rendimiento del ordeño.
Asimismo, según la producción de leche se fue intensificando y las vacas fueron estabuladas, se hizo preciso disponer de algún sistema que permi- tiera suministrar los alimentos necesarios para satis- facer las necesidades de unos animales cada vez de mayor producción. En este sentido, la introducción de las raciones Unifeed (o TMR), preparadas en un mezclador (móvil o estacionario) al que se le incorporan los distintos ingredientes que componen una ración formulada mediante programas informáticos, supuso una verdadera revolución en la alimentación y manejo de las vacas de leche. Este sistema simplificó y mecanizó el suministro de alimento y permitió obtener sustanciales incrementos productivos. No obstante, también presenta sus limitaciones, puesto que la ración diseñada por el nutrólogo lo es para una “vaca de referencia” pero, como es obvio, no todas las vacas que reciben esta ración se ajustan a la descripción de esta “vaca tipo”. Ello supone que algunas vacas del grupo recibirán más nutrientes y otras menos de los que necesitan.
De hecho, en un grupo de vacas que consumen la misma ración Unifeed o TMR, cuanto más se desvíe la producción de una vaca del nivel de producción en base al cual se haya formulado la ración, más se desvía esta ración de cubrir las necesidades nutritivas de dicha vaca. El ejemplo proporcionado por Bach (2014) es muy ilustrativo. Una vaca que produce 27 kg de leche/día tiene las siguientes necesidades diarias, según el NRC: 29,5 Mcal de Energía Neta (EN), 3,2 kg de Proteína Bruta (PB) y 9,5 kg de Proteína Metabolizable (PM), consumiendo diariamente 20,6 kg de Materia Seca (MS). Por tanto, la ración debe tener una densidad energética de 1,44 Mcal de EN/kg de MS y 15,4% de PB o 9,5% de PM, también expresado sobre MS. Si esa misma ración es consumida por otra vaca del mismo grupo que produce 30 kg de leche, sus necesidades diarias se incrementan en 2 Mcal de EN y en 103 g de PM, consumiendo 1 kg más de MS. Este kilo adicional aporta 1,44 Mcal de EN, frente a las 2 Mcal necesarias, y 95 g de PM, frente a los 103 g adicionales necesarios.
Figura 1. Distribuidor automático de concentrado (DAC)
En los años ochenta del siglo pasado se introdujeron los distribuidores automáticos de concentrado (DAC), como una alternativa para que estas desviaciones fueran mínimas (Figura 1). Estos DAC suministraban un alimento concentrado de composición constante, en cantidades variables, con el que aportar los nutrientes no satisfechos por la ración base TMR a aquellas vacas de mayor producción de leche que la que dicha ración base podía satisfacer. De forma análoga a lo que hemos comentado para la ración TMR, los DAC ofrecen un concentrado con una composición constante, independientemente del nivel producción de la vaca que accede al DAC, variando únicamente la cantidad ofrecida. Una limitación adicional de este aparato es que el suministro de esa cantidad variable se basa únicamente en la producción de leche pero no tiene en cuenta ni el contenido energético ni proteico de la misma ni el cambio de peso vivo de las vacas.
El uso de los DAC fue paulatinamente abando- nado en buena parte de las granjas. Curiosamente, el suministro de concentrado en el lugar de ordeño se ha vuelto a incorporar en los sistemas más modernos actualmente disponibles como son los llamados “robots de ordeño”, aunque ello se deba más a un modo de estimular la visita voluntaria de las vacas a la máquina de ordeño que a una verdadera estrategia nutricional.
3. Alimentación “personalizada”
Probablemente el sistema TMR continúe siendo utilizado durante mucho tiempo, dadas sus innegables ventajas, máxime en grandes explotaciones donde la instalación de los “robots de ordeño” necesarios es, hoy por hoy, inasumible desde el punto de vista económico. No olvidemos que se requiere uno de estos equipos cada 60-70 vacas en ordeño. Por otra parte, se han diseñado nuevos sistemas de elaboración de raciones TMR, completamente automatizadas, que reducen drásticamente el tiempo de trabajo requerido para la preparación y distribución de la ración (Figura 2).
Los trabajos de Hollander y col. (2013) en 111 rebaños de diversos tamaños indican que la tarea de preparar y distribuir la ración requiere entre 111 y 20min/d, según el tamaño de la granja, que aumenta a 143-250 min/d cuando se añade el tiempo necesario para empujar la comida varias veces al día y limpiar el comedero. De ello se concluye el gran potencial en la reducción de trabajo derivada de la automatización de estas tareas, a lo que habría que añadir el aumento de la ingestión de alimento y de la producción de leche junto con una menor selección de la ración por las vacas, todo ello derivado de la posibilidad de aumentar el número de repartos diarios por dicha automatización.
En las granjas con un número elevado de animales, el futuro del ordeño está siendo abordado a través de la “robotización” de salas rotativas, con un rendimiento similar a las salas rotativas convencionales, pero donde la mano de obra requerida para realizar la rutina de ordeño y colocación de pezoneras se sustituye por “brazos robotizados”. Es en este tipo de salas donde se pueden incorporar sistemas que permitan alimentar a las vacas con una mayor “precisión”, esto es, suministrar en cada momento los nutrientes precisos para satisfacer las necesidades específicas de cada vaca.
El conocimiento de las necesidades nutritivas de las vacas es mucho más exacto y preciso gracias a la incorporación en el equipo de ordeño de equipos y sensores que son capaces de medir (cada vez con mayor precisión) no sólo la cantidad de leche producida por cada vaca sino su composición en grasa y proteína. Este equipamiento se puede incorporar a una sala rotativa equipada con un sistema de identificación animal y con una báscula electrónica para determinar el peso vivo de la vaca. El sistema se completa con un equipo capaz de cargar, mezclar y distribuir hasta seis ingredientes diferentes en menos de 14 segundos, preparando tantas raciones distintas, en cantidad y composición, como vacas se están ordeñando (Figura 3). El sistema calcula las necesidades de cada vaca según van entrando en la sala de ordeño, en función de la ración TMR que está recibiendo, su estado de lactación, el número de parto, el peso vivo, la variación de peso vivo, días de gestación, cantidad y composición de la leche producida, creando una fórmula de concentrado al mínimo coste. Tras su suministro, la vaca dispone del tiempo en que se está ordeñando para consumir ese alimento. Cuando la vaca abandona el carrusel, el comedero es lavado y queda listo para la siguiente vaca que entre en esa plaza de ordeño.
La figura 4 muestra la evolución de la composición de un concentrado que se distribuye en la sala de ordeño a vacas que consumen la misma ración base TMR y con diferentes niveles productivos, así como la cantidad de tres ingredientes distintos que pueden mezclarse y distribuidos tres veces al día durante el ordeño en función de las cantidades adicionales de energía y de proteína que requieren las vacas conforme su producción aumenta. La ración base TMR proporciona suficientes nutrientes para producir 27 kg/d de leche, sin requerir alimentos suplementarios. Las vacas que producen 30 kg/d se les suplementa con el alimento 1 y el alimento 3. Las que producen 45 kg/d son suplementadas con una mezcla de los tres ingredientes.
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