ALOJAMIENTO DE TERNERAS
Y DE RECRIA
Introducción
Son numerosos los factores que contribuyen al bienestar de los animales de reposición de las granjas de vacuno de leche. Podríamos citar el alojamiento y el ambiente en el que viven, los programas sanitarios y alimenticios, su manejo y su interacción con la mano de obra, o prácticas habituales como el transporte, el descornado o la eliminación de pe- zones supernumerarios.
Antonio Callejo Ramos. Dr. Ingeniero Agrónomo. Dpto. Producción Agraria E.T.S.I. Agronómica, A. y de B.-U.P.M.antonio.callejo@upm.es – www.linkedin.com/in/ antoniocallejoramos – http://blogs.upm.es/acallejo/
Asegurar y evaluar dicho bienestar es una cuestión compleja, sobre todo porque la terminología y los factores que contribuyen a esta valoración del bienestar animal no han sido claramente definidos. Tengamos en cuenta que el bienestar es un estado dinámico, no estático, puesto que procesos fisiológicos como la edad, las respuestas hormonal e inmune, el crecimiento o el estrés exhiben fluctuaciones de frecuencia diversa. También están en constante variación los factores ambientales (tem- peratura y humedad), la alimentación o las interacciones sociales y conductuales con los otros animales del rebaño o con el personal que les atiende. En el pasado número de Frisona Española (no 235) abordábamos los alojamientos de los terneros lactantes, y en el número anterior (no 234) lo hicimos sobre el suministro de calostro a los terneros recién nacidos. En ambos trabajos resaltábamos la impor- tancia de un adecuado manejo y alojamiento de estos animales, entre 0 y 2 meses de edad, para un adecuado crecimiento posterior.
Igualmente importante es que el crecimiento de estas terneras se produzca a un ritmo adecuado para que puedan ser cubiertas a los 15-16 meses y puedan tener el primer parto, por tanto, al cumplir dos años de vida. El alojamiento de las novillas de reposición debe aportar su parte en la consecución de este objetivo, proporcionando al animal unas correctas condiciones de vida: buenas condiciones ambientales, lugar de descanso confortable, agua, alimento. En suma, bienestar.
Alojamiento de los animales de reposición
Las terneras y las novillas en crecimiento deben disponer de un ambiente que les aporte el adecuado confort térmico, físico, “psicológico” y conductual. No satisfacer alguna de estas necesidades supone una fuente de estrés y la consiguiente pre- disposición a comprometer el sistema inmune, el ritmo de crecimiento, la resistencia a la enfermedad y, en definitiva, el bienestar.
En efecto, el estrés térmico, sobre todo por frío, afecta mucho más a los animales jóvenes que a los adultos, así como a los animales enfermos o lesionados más que a los que están sanos. Por ello se debe extremar el cuidado en el manejo ambiental de los alojamientos de los animales de reposición, sobre todo el de los más jóvenes. Debe tenerse en cuenta que la superficie corporal por unidad de peso es mucho mayor en las terneras y novillas que en las vacas adultas, por lo que la pérdida o la ganancia de calor es más elevada.
Las necesidades fisiológicas y conductuales en un determinado ambiente incluyen la ausencia de frustración, la sensación de seguridad y la ausencia de elementos que puedan causar lesiones, así como adecuadas interacciones sociales con el resto de los animales y con la mano de obra.
El confort físico incluye la disponibilidad de espacio, la calidad de este espacio, así como de las superficies con las que entra en contacto el animal, principalmente el suelo. Este espacio disponible debe ser suficiente para permitir a la ternera un comportamiento normal: comer, beber, descansar, defecar y los movimientos y ejercicios habituales según su edad (Figura 1).
Condiciones generales de los alojamientos
Del mismo modo que las vacas adultas, los animales de reposición (terneras y novillas) necesitan ver satisfechas sus necesidades desde el primer día de vida. Deben crecer de forma saludable, vigorosa y estar listas para tener su primer parto en torno a los dos años de vida. Además, los animales criados en buenas condiciones (alimentación, sanidad, manejo, ambiente, etc.) soportan mejor las situaciones de estrés que aquéllos cuyas condiciones de crianza no han sido las ideales. El tipo y calidad del alojamiento afecta a todas estas variables de forma directa o indirecta.
El objetivo es diseñar un alojamiento teniendo en mente su efecto sobre la salud del animal, el coste de alimentación, la necesidad de mano de obra y el impacto sobre el medio ambiente.
No obstante, no debemos perder nunca de vista la vertiente económica de la actividad ganadera. Por ello, si la mejor solución no es la más rentable, ya deja de ser la mejor. En otras palabras, el coste de implementar el bienestar del animal debe ser supe- rado por el beneficio conseguido por una mayor productividad y rendimiento.
Con independencia del tipo de alojamiento que se adopte, hay una serie de condiciones que debemos tener siempre presentes en su elección. Así, debemos recordar que las instalaciones deben proporcionar:
- Protección contra temperaturas y otros agentes climáticos extremos.
- Medio ambiente libre de estrés: seco, ausencia de corrientes de aire, con suficiente espacio vital (descanso, ejercicio, alimentación), limpio y aire fresco.
- Fácil acceso a agua limpia y alimento fresco.
- Buenas condiciones sanitarias e higiénicas.
- Facilidades para agrupar a los animales por tamaño o edad.
- Facilidad para el manejo y separación de animales.
Opciones de alojamiento para terneras y novillas
Elegir el sistema de alojamiento más adecuado casi nunca es fácil debido a que no siempre se conoce cómo afectará al crecimiento, a la salud y a la productividad del animal.
Puesto que los animales de reposición tienen edades que varían desde recién nacidos hasta novillas próximas al parto, es evidente la necesidad de establecer grupos o lotes de edades que permitan manejarlos de forma homogénea en función de las necesidades comunes y generales de cada grupo, sin perder de vista la necesaria atención individual que cada individuo puede requerir en algún momento de su vida.
Aunque pueden variar ligeramente según el modelo de producción, de forma habitual se consideran tres grandes grupos de animales de reposición:
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