MECANISMO FISIOLÓGICO DEL ANESTRO POSPARTO EN LA VACA

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MECANISMO FISIOLÓGICO DEL ANESTRO POSPARTO EN LA VACA

Duración de la preñez del bovino es de 280 a 290 días, la vaca tiene menos de 3 meses para quedar preñada nuevamente, a fin de alcanzar la meta descripta previamente.

Rodolfo Carlos STAHRINGER

La realidad productiva actual exige una máxima eficiencia en la producción agropecuaria a fin de mejorar su rentabilidad. Dentro de la actividad ganadera bovina para cría, uno de los pilares para mejorar la eficiencia es acercarse a la producción ideal de destetar un ternero por vaca por año. Dado que la duración de la preñez del bovino es de 280 a 290 días, la vaca tiene menos de 3 meses para quedar preñada nuevamente, a fin de alcanzar la meta descripta previamente. La necesidad de lograr un servicio fértil rápidamente después del parto, se contrapone con la existencia de un período prolongado que se caracteriza por la ausencia de ciclos ováricos luego de la parición (anestro) en la vaca con cría al pie.

El anestro posparto de la vaca de cría se caracteriza por una baja secreción de hormona luteinizante (LH), tanto en lo que hace a concentración media como así también en pulsos cada 6 horas (Short et al., 1990). Los diversos factores que influyen sido descriptos. Los de mayor relevancia son el estímulo del amamantamiento (Williams, 1990), el nivel nutricional y la condición corporal (Randel,1990; Short et al., 1990), la raza (Tervit et al., 1977) y la edad y dificultad al parto (Dziuk y Bellows, 1983).

Para comenzar revisaremos algunas de las principales características hormonales del anestro posparto. A partir de los trabajos de Zawadoswsky y colaboradores (1935) se pudo determinar que ovarios no son la causa primaria del anestro posparto, ya que era posible producir ovulación mediante la inyección de orina de mujer embarazada y emulsión de hipófisis.

A fin de dilucidar el rol de las gonadotrofinas hipofisarias en el anestro posparto bovino, se estudiaron las concentraciones séricas de hormona luteinizante (LH) determinándose que las mismas son bajas en el último tercio de la gestación y el período temprano del posparto en vacas de cría (Arije et al, 1974). La elevación en las concentraciones séricas basales y el inicio de un patrón episódico en la liberación de LH preceden al inicio de la ciclicidad estral (Lamming et al, 1981). El final del anestro posparto ocurre cuando la frecuencia de pulsos de LH es menor a uno por hora y la concentración media de LH es mayor de 1 ng/ml (Schallenberger et al., 1985).

Las concentraciones plasmáticas de hormona folículo estimulante (FSH) son bajas en el período previo al parto, pero se regularizan al día 5 posparto (Lamming et al, 1981). Por esta razón se se considera que FSH no sería limitante para el reinicio de la ciclicidad ovárica. Walters y colaboradores (1982) atribuyen la ausencia de inhibición en la secreción de FSH a la falta de desarrollo de folículos en los ovarios, lo que produce una ausencia del feedback negativo de la inhibina.

Se puede hipotetizar que existirían cuatro causas probables para las bajas concentraciones séricas de LH a saber: a) bajo contenido de LH en adenohipófisis; b) insensibilidad de la adenohipófisis a los estímulos externos; c) insuficiente estímulo del factor liberador de gonadotrofinas hipotalámico (GnRH) y d) baja frecuencia o amplitud de los pulsos de GnRH. El contenido de LH hipofisario está muy reducido en vacas preñadas (Nalbandov y Casida, 1940). El contenido hipofisario de LH es bajo al parto y se incrementa a niveles normales el día 30 posparto (Webb et al, 1977). El contenido hipofisario de FSH no varía entre día 1 y 45 posparto (Cermak et al, 1982). Se ha determinado que ni el nivel energético de la dieta ni el destete temporario del ternero por 48 horas alteraron el contenido de LH hipofisario en vacas a los 30 días posparto (Connor et al., 1990).

La respuesta a la administración de GnRH alcanza su máximo entre los días 20 y 30 posparto (Webb et al, 1977). La baja sensibilidad de la hipófisis a GnRH durante el posparto temprano ha sido atribuida a los elevados niveles de esteroides presentes durante la preñez (Lamming et al., 1981).

Esto no sería consecuencia de una baja en el número de receptores de GnRH en hipófisis sino de la baja en los depósitos de LH (Nett et al., 1987).

Se ha asociado los pulsos de GnRH con pulsos de LH en ovinos (Clarke y Cummings, 1982) y bovinos (Williams et al., 1996). En este último trabajo se ha podido observar un incremento en los pulso de GnRH asociado al incremento de los pulsos de LH a las 48 horas del destete del ternero en vacas en anestro posparto. Los depósitos de GnRH a nivel hipotalámico no variaron entre días 1 y 45 posparto (Nett, et al, 1988). Asimismo se ha reportado un descenso del contenido de GnRH en el área hipotalámica luego del destete en vacas en anestro que recibieron un adecuado nivel de energía en la dieta durante el preparto (Connor et al., 1990).

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