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TRANSFERENCIA DE EMBRIONES IN VIVO COMO ESTRATEGIA PARA MEJORAR LA EFICIENCIA REPRODUCTIVA EN GRANJAS COMERCIALES DURANTE ÉPOCAS DE ESTRÉS POR CALOR

OEA Por OEA Abr18,2024

 

 

 

 

 

TRANSFERENCIA DE EMBRIONES IN VIVO COMO ESTRATEGIA PARA MEJORAR LA EFICIENCIA REPRODUCTIVA EN GRANJAS COMERCIALES DURANTE ÉPOCAS DE ESTRÉS POR CALOR

Compartimos las conclusiones de una experiencia práctica en la que comparamos los resultados de la transferencia de embriones obtenidos in vivo en épocas frescas para conseguir la primera gestación posparto, respecto de una estrategia basada en la primera inseminación artificial programada a tiempo fijo.

Susana Astiz1 , Daniel Martínez2 , Francisco Sebastián3 , Octavi Fargas4 , Raquel Patrón5 , josé Luís Pesantez1 1 Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA)

En vacas de leche, las altas temperaturas se relacionan directamente con niveles bajos de eficiencia reproductiva (Lucy, 2001; López-Gatius, 2003; Roelofs et al., 2010). Índices que se ven afectados son el aumento de los días abiertos, la reducción de la tasa de concepción, la elevación del porcentaje de vacas en anestro en momentos en los que ya deberían ciclar, la presencia de folículos anovulatorios o persistentes y la mayor frecuencia de quistes ováricos (Caraviello et al., 2006; Colazo et al., 2014; López-Helguera et al., 2012).

En cualquier fase de la vida productiva de la vaca, el estrés por calor es negativo, pero durante el posparto, momento crítico para garantizar el rendimiento reproductivo, lo es aún más, ya que eleva drásticamente el porcentaje de animales no cíclicos una vez superado el período de espera voluntaria (PEV) (Galvão et al., 2007). La incidencia de este tipo de animales se hace más patente en las últimas décadas en las granjas lecheras (Bartolome et al., 2009).

 Los mecanismos por los que el estrés por calor reduce la fertilidad de las vacas son diversos, entre ellos se incluye una menor producción de estradiol por parte de los folículos en los ovarios y el retraso de la selección de los folículos alterando la cronología de las olas foliculares, lo que perjudica la calidad y, por lo tanto, la capacidad de producir un embrión viable por parte de los ovocitos (Astiz y Fargas, 2013; Colazo et al., 2015; Yousuf et al., 2016). El estrés calórico también altera la zona uterina (DeKruif, 1978; De Rensis et al., 2017)], acelera la luteolisis y reduce la producción de progesterona, hormona vital para el mantenimiento de la gestación y para asegurar la calidad del ovocito del ciclo siguiente (Roman-Ponce et al., 1978). Estos mecanismos, observados específicamente en las fases tempranas posparto, pueden retrasar la primera ovulación posparto al afectar al desarrollo folicular y al reducir la producción de estradiol (De Rensis y Scaramuzzi, 2003). Además, pueden afectar a la viabilidad del cuerpo lúteo y al nivel de progesterona (Kornmatitsuk et al., 2008).

El alivio del estrés por calor se intenta mediante estrategias de refrigeración o cooling que se implantan en las granjas y constituyen ya herramientas habituales en nuestras explotaciones en España, que incluyen combinación del uso de ventiladores e irrigadores con ciclos alternados de duración determinada (Flamenbaum y Galon,

2010). Con todo, y a pesar de reducir en parte estos efectos deletéreos en la eficiencia reproductiva de nuestros rebaños, hay niveles de estrés por calor que no logramos controlar, especialmente en las vacas de alta producción. Así pues, las estrategias de refrigeración se deben unir a otras de manejo específicamente reproductivo, entre las que se incluyen sistemas de inseminación artificial programada (IA) a tiempo fijo o la realización de la transferencia embrionaria de embriones recogidos durante la estación fría e implantados en fases de estrés por calor en animales en los que sus ovocitos aún se verían afectados por el estrés por calor sufrido previamente (Ambrose et al., 1999; Flamenbaum y Galon, 2010). En última instancia ya se valora la identificación de la base genética que favorezca la resistencia al calor en vacas individuales, que serían las más adecuadas para ser seleccionadas como reproductoras (Hansen, 2007).

“LAS ESTRATEGIAS DE REFRIGERACIÓN SE DEBEN UNIR A OTRAS DE MANEJO ESPECÍFICAMENTE REPRODUCTIVO”

DESCRIPCIÓN DEL ESTUDIO

En esta experiencia práctica que plasmamos en el presente artículo y que se realizó en una granja comercial española en fases de estrés por calor, comparamos la eficiencia reproductiva para conseguir la primera gestación posparto según realizamos transferencia de embriones obtenidos al vivo en épocas frescas, respecto de una estrategia basada en la primera IA a tiempo fijo.

Para eso se eligieron 11 novillas que se superovularon con un protocolo clásico según bibliografía (Bó et al., 2010), utilizando semen de un mismo toro (Gerard, ABS) que también se utilizó para efectuar las inseminaciones. La obtención de embriones fue efectuada siete días después de los celos, todas el mismo día y por el mismo equipo de ET (Nr. ERES11ET05B). Únicamente se congelaron en etilenglicol y se utilizaron en el estudio los embriones de calidad 1.

Posteriormente, un total de 170 vacas primíparas (DIM = 158 ± 17,9) se sincronizaron para su primer ciclo con el protocolo G6G según Bello et al., (2006). Este protocolo consiste en prostaglandina a día 0, GnRH a día 2 y 8, prostaglandina a días 15 y 16, GnRH a día 17 (por la tarde) y, finalmente, inseminación a tiempo fijo a día 18 en caso de inseminarse y ovulación a día 18 por la tarde. De estas vacas, las incluidas en el Grupo IA, con una n = 82 (DIM = 159 ± 16,3) recibieron inseminación artificial a tiempo fijo en el momento indicado y las vacas del Grupo ET, con n = 88 (DIM = 157 ± 19.4), se sometieron a exploración ecográfica (transdutor lineal de 7,5 MHz, Ibex®Prol) y si se observaba, por lo menos, cuerpo lúteo (CL) con un diámetro ≥ 18 mm recibían la implantación de un embrión 7 días tras la sincronización de la ovulación. Los días en leche medios de los dos grupos no difirieron estadísticamente entre sí (P = 0,402), lo que es importante para poder comparar los resultados de fertilidad entre grupos.

A día 28-34 postovulación se efectuó el diagnóstico de gestación primero (DG), también por ecografía, y las vacas preñadas se confirmaron a día 5663 (DG-2) para detectar la tasa de pérdida de gestación o fetal tempranera.

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