“HAY QUE BUSCAR UN PUNTO DE EQUILIBRIO ENTRE PRODUCTIVIDAD Y BIENESTAR ANIMAL PARA QUE LA GRANJA SEA RENTABLE”
Nina Vázquez es veterinaria especializada en bienestar animal. Una parte de su trabajo consiste en hacer inspecciones en explotaciones como auditora de Welfair
CAMPO GALEGO
La certificación de bienestar animal se está convirtiendo en los últimos años en una exigencia para muchas explotaciones lácteas por parte de las industrias que les recogen la leche. Welfair, el sello impulsado por el IRTA de Cataluña, es el estándar más comúnmente aplicado. Conocemos en qué se basa de la mano de la veterinaria y auditora Nina Vázquez.
“El concepto de bienestar animal empezó a desarrollarse desde el punto de vista ético, de los derechos de los animales, y hoy en día la legislación está presionando introduciendo nuevos requisitos a las granjas”, reconoce Nina.
El Decreto de Ordenación de Granjas Bovinas (Real Decreto 1053/2022) exige a todas las ganaderías de vacuno un Plan de Bienestar Animal, que el Ministerio ha pospuesto a 2027 a raíz de las recientes protestas de agricultores y ganaderos.
El Ministerio acaba de aplazar a 2027 la obligatoriedad de contar con un Plan de Bienestar Animal en granjas de vacuno
Pero aspectos como la eliminación de los emparrillados, la prohibición de explotaciones trabadas, el acceso de los animales a patios exteriores, el alojamiento en grupo de los terneros o las condiciones de separación de sus madres al nacer serán cuestiones que las ganaderías deberán abordar en los próximos años.
Demanda de los consumidores
El nivel de bienestar animal que logra la explotación, medido según los criterios aplicados en la certificación, incide en el precio de venta de la leche, ya que la mayoría de empresas aplican primas de diferentes cuantías en función de la puntuación obtenida que pueden llegar a 1 céntimo por litro.
Pero más allá de esos incentivos a las granjas, el bienestar animal se está convirtiendo en un criterio de selección; en un argumento para coger o dejar ganaderías por parte de las industrias, de forma que sólo aquellas granjas que pueden ser certificadas son consideradas explotaciones de porvenir por parte de las empresas lácteas, mientras las que no superan los test tienen cada vez menos opciones para entregar la leche.
La certificación de bienestar animal se ha convertido en un argumento de las industrias para coger o dejar explotaciones
Las industrias alegan que se trata de una exigencia de las cadenas de distribución, que a su vez aseguran hacerse eco de la demanda de los consumidores en este sentido. “El consumidor poco sabe sobre cómo se crían los animales y estamos en un momento en el que nos miran con lupa lo que hacemos en las granjas”, asegura Nina.
El último Eurobarómetro sobre bienestar animal, elaborado por la Comisión Europea hace un año, denota esta preocupación creciente de los consumidores. Los resultados de esta encuesta entre la población, con más de 26.000 entrevistas en 27 países de la UE, indican que el 84% de los ciudadanos europeos y el 80% de los españoles cree que se deberían mejorar los niveles de bienestar actual de los animales de granja.
El 48% de los consumidores españoles estaría dispuesto a pagar más por productos procedentes de sistemas respetuosos con el bienestar animal.
Además, 6 de cada 10 europeos dicen que les gustaría saber más sobre las condiciones en las que se crían los animales y el 60% de los europeos y el 48% de los españoles estaría dispuesto a pagar más por los productos procedentes de sistemas respetuosos en bienestar animal. “Esto es importante, porque el bienestar es caro al ser necesarias inversiones y esfuerzos de manejo, y se deberían pagar más esos productos”, afirma Nina.
La definición de bienestar
El bienestar animal designa, según la Organización Mundial de Salud Animal (OIE), “el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere”. Es decir, detalla Nina, “que un animal esté sano, cómodo, bien alimentado, que pueda expresar su comportamiento innato y que no padezca estados desagradables”.
Las directrices que guían a la OIE en materia de bienestar de los animales terrestres incluyen también las «cinco libertades», enunciadas en 1965 y universalmente reconocidas, para describir los derechos que son responsabilidad del hombre, es decir, que los animales vivan:
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