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USO EFICIENTE DEL FÓSFORO EN LA ALIMENTACIÓN DE LOS RUMIANTES

OEA Por OEA Nov7,2016

 

 

 

USO EFICIENTE DEL FÓSFORO

EN LA ALIMENTACIÓN DE LOS RUMIANTES

Es importante ajustar el contenido en fósforo de las raciones para evitar un aporte excesivo, ya que el animal lo elimina al medio con consecuencias para el ecosistema. El objetivo es lograr la máxima producción con el menor coste económico y ambiental.

El objetivo principal de formular las raciones para el ganado es lograr la máxima producción con el menor coste económico y ambiental posible. Es necesario lograr el equilibrio entre estos tres factores: productivo, económico y ambiental. Este propósito se puede aplicar a la ración en su conjunto y, por extensión, a cada uno de los diferentes nutrientes. El fósforo es uno de los que tiene mayores implicaciones en los tres ámbitos citados. A continuación se analizan con mayor detalle.

R. Bodas [1], J. Amor [2], S. Andrés [3], P. Llorente [2], J.M. Vidal [2] y F.J. Giráldez [3] 1 ITACYL. Valladolid
2 Inatega. Corbillos de la Sobarriba. León3 Instituto de Ganadería de Montaña (CSIC-ULE). León Imagen cedida por los autores

El fósforo como factor condicionante del rendimiento productivo

En los animales, aproximadamente el 80% del fósforo presente en el organismo forma parte de los huesos y de los dientes que, a su vez, ejercen la función de reservorio de este mineral. El 20% restante se encuentra en otros componentes (tejidos blandos, sangre, etc.), donde participa en diversas funciones biológicas como la transferencia de energía, el transporte y metabolismo de los ácidos grasos, la formación de proteínas, etc.

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En el caso de los rumiantes, el fósforo es, además, necesario para el funcionamiento de la microbiota del rumen, donde la importancia de este elemento es doble. Por una parte, la actividad de esta población microbiana es imprescindible para que los rumiantes puedan utilizar de forma eficiente los forrajes. Por otra parte, un correcto funcionamiento asegurará un mejor aprovechamiento del fósforo fítico presente en la ración, gracias a la actividad fitasa de los microorganismos.

Dada su importancia en el mantenimiento de las funciones biológicas, una deficiencia en los aportes de fósforo conlleva serios efectos negativos (Underwood y Suttle, 2002). Los primeros signos que se observan son de carácter general, y no se asocian con frecuencia a una deficiencia de fósforo. Se observa una reducción de la ingestión y de la utilización del alimento, con la consiguiente merma en el ritmo de crecimiento. También puede aparecer un fenómeno denominado pica, que consiste en una alteración del apetito (ingestión de tierra, huesos, etc.). Si la deficiencia persiste, el animal pasa a mostrar anorexia y pérdida de peso. A su vez, aparecen otros signos que varían según el estado productivo en el que se encuentre el animal (disminución de la fertilidad, retrasos en la concepción, descenso en la producción de leche, etc.).

Para evitar su déficit, se incluyen fuentes minerales de fósforo de forma rutinaria en piensos y raciones, generalmente fosfatos de origen mineral (meta, piro u ortofosfatos). Además, la tendencia hasta hace relativamente poco tiempo ha sido formular dietas con un elevado margen de seguridad, que suele traducirse, generalmente, en un aporte excesivo de fósforo.

El fósforo como contaminante ambiental

En la actualidad, se considera que el fósforo es un factor clave en los procesos de eutrofización de los ecosistemas acuáticos. Un incremento del contenido de fósforo en estos ecosistemas se traduce en un aumento de la materia vegetal que dificultará la transmisión de la radiación solar, lo que disminuirá la fotosíntesis y el contenido de oxígeno en el agua. Paralelamente, aumenta la actividad de los microorganismos descomponedores de la materia orgánica y el consumo de oxígeno. Estos cambios modifican las condiciones de los ecosistemas, disminuye la diversidad biológica y la cantidad de animales como peces y crustáceos.

Desde un punto de vista ambiental, es importante ajustar el contenido de fósforo en las raciones para evitar un aporte excesivo, ya que el animal lo elimina al medio con importantes consecuencias para los ecosistemas.

Como puede apreciarse en la figura, en primer lugar, no todo el fósforo ingerido es absorbido. Por ejemplo, sólo se absorbe el 70% en el caso de forrajes verdes de praderas permanentes o de cereales y el 75% para los cereales en grano. En segundo lugar, el fósforo absorbido que no es retenido en los tejidos o en los productos (como por ejemplo la leche) es eliminado a través de la orina o reciclado de nuevo al tracto digestivo por medio de la saliva, para finalemente ser reabsorbido o expulsado en las heces.

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