LA GRASA DE LA LECHE
Resumen de la ponencia de Jud Heinrichs, profesor en la Universidad de Pensilvania, en la jornada organizada por Alltech en el Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo (CIAM). Controlar la saturación en el establo y la pequeños cambios en la ración permiten incrementar el porcentaje de grasa en leche.
Incrementar la producción de leche, pero sobre todo de sólidos, fundamentalmente grasa, debería ser un objetivo para todos los ganaderos, habida cuenta de que la industria láctea pagará cada vez más según el extracto seco de la leche.
En este sentido, la multinacional Alltech organizó el pasado mes de junio en el Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo (CIAM) una jornada sobre mejora de las calidades de la leche. La ponencia corrió a cargo de Jud Heinrichs, profesor en la Universidad de Pensilvania, y un referente internacional en alimentación de vacuno de leche.
De una forma didáctica, explicó las claves para mejorar el rendimiento de grasa de la leche mediante el manejo diario:
-Tamaño de la partícula de forraje:
Un picado excesivo del silo de maíz o del silo de hierba penaliza la producción de grasa a través de la rumia de la fibra. El tamaño ideal sería entre un mínimo de 4 mm y un máximo de 19 mm, pues de esa forma se favorece también la mezcla de la ración. “Hay que evitar que la vaca escoja en el pesebre, y eso se debe muchas veces a un mal uso del carro mezclador, que ha incorporado también cuchillas para picar más el forraje, cuando el picado se debería realizar únicamente en la cosecha, y el carro limitarse a mezclar”, subrayó Jud Heinrichs.
-La importancia del PH ruminal:
Un rumen sano permite que la vaca absorba bien los nutrientes y pueda producir leche con niveles altos de grasa y de proteína. En este sentido, el profesor estadounidense recomendó “no llegar a una situación de acidosis, en la que se deterioran la vellosidad del rumen, aunque sea puntual, porque penaliza la ingesta, la absorción de nutrientes y la producción, y es muy difícil recuperar la situación previa”.
A este respecto, recordó que “lo ideal es mantenerse en un nivel de PH ruminal de 6” y advirtió de que en el caso de las vacas en producción a las que se le subministra el pienso por separado -por ejemplo en las que hacen pastoreo- “al comer el pienso dos o tres veces al día durante el ordeño, y digerirlo de una forma rápida, lo que se provoca es una bajada del PH ruminal hasta el 5,2, que posteriormente al volver a digerir pasto vuelve a subir a hasta el 6,8”.
Además, advirtió de que “con PH ruminales bajos se paraliza el crecimiento de las bacterias encargadas de digerir la fibra del forraje, y baja la producción de ácido acético, precursor de la grasa de la leche, y se produce una depresión de la cantidad de proteína global en el rumen, además de una reducción de la ingesta de materia seca”.
“Es muy frecuente que cuando hay una menor ingesta de comida por parte de las vacas el ganadero tienda a picar más la ración, pero de esa forma la grasa y la proteína de la leche no van a subir”, añadió.
Por otra parte, Jud Heinrichs destacó que comparando el carro mezclador con el sistema de pastoreo, el primero suele ser entre un 5 y un 15% más eficiente para la producción de grasa en leche, debido a que “el aprovechamiento de los nutrientes del forraje, en términos de carbohidratos es mejor, y al no dar el pienso sólo las oscilaciones del PH ruminal también son menores, de entre el 5,8 y el 6,2”.
Tanto en un caso como en otro, añadir levaduras vivas a la ración puede ser una solución efectiva para corregir las oscilaciones del PH ruminal y mejorar el funcionamiento del rumen.
Proporción de pienso y forrajes en la ración:
Según Jud Heinrichs, el forraje debe representar un mínimo del 55% del peso de la materia seca de la ración. “En Estados Unidos en el pasado se trabajó con raciones con más concentrado que forraje, alimentando a las vacas como si fueran cerdos, pero eso se abandonó porque provocaba menores niveles de grasa y de proteína en leche y más problemas de acidosis”, explicó.
En este sentido, el profesor de la Universidad de Pensilvania explicó como afecta la relación de forraje y concentrado de la ración a la ratio entre ácido acédico y ácido propiónico.
“Con un 100% de forraje no se cubrirían las necesidades nutricionales, sobre todo de energía, de una vaca de alta producción de leche. Y con una proporción de 60% de concentrado y 40% de forraje tendríamos una ratio de 2,3:1 , y por debajo de esa ratio no deberíamos pasar. Lo ideal es un 65% de forraje, pero teniendo en cuenta el forraje efectivo, el que come la vaca, porque podemos estar en una ración teórica de un 60% de concentrado y un 40% de forraje, pero la real ser de un 50% cada uno”, explicó Jud Heinrichs.
ARTICULO COMPLETO COMO INCREMENTAR LA GRASA DE LA LECHE CON PEQUENOS CAMBIOS