COMPORTAMIENTO DE ALIMENTACIÓN DEL BOVINO LECHERO
INTRODUCCIÓN
Factores como el calor, los insectos, el estrés social o la interacción con el ganadero, influyen en la ingestión y en la rumia del vacuno lechero. Su control incide directamente en la producción.
Xavier Manteca
El comportamiento de alimentación incluye la ingestión de alimento y agua, y la conducta de rumia. La ingestión de alimento es uno de los factores que tiene un mayor efecto sobre la producción de leche y uno de los principales objetivos en una explotación de vacas de leche es aumentar el consumo voluntario de materia seca (NRC, 2001). Por otra parte, sin embargo, la conducta de alimentación es muy sensible a las situaciones de estrés. En efecto, cuando el animal –en este caso la vaca- percibe una amenaza –real o no- responde con un aumento en la síntesis y secreción de CRH –hormona liberadora de corticotropina- por parte del núcleo paraventricular del hipotálamo. La CRH actúa directamente sobre las estructuras nerviosas que controlan la ingestión de alimento, ejerciendo un efecto inhibitorio sobre la misma (Matteri et al., 2000).
La ingestión de agua está estrechamente relacionada con la ingestión de materia seca. Así, cuando la ingestión de materia seca disminuye –por ejemplo en situaciones de estrés–, la ingestión de agua también se reduce. Por otra parte, la producción de leche requiere el consumo de cantidades muy altas de agua. Esta situación es especialmente problemática en situaciones de estrés por calor, puesto que las necesidades de agua se ven aumentadas mientras que el consumo de materia seca disminuye (NRC, 2001). Además de la cantidad de agua ingerida, la temperatura de ésta también es importante, porque tiene un efecto sobre el consumo. Además, algunos estudios parecen indicar que la ingestión de agua fresca puede tener un efecto refrigerante en situaciones de estrés por calor (Wilks et al., 1990).
La rumia tiene dos funciones principales. Por un lado, aumenta el aprovechamiento de los nutrientes y, por otro lado, permite la producción de grandes cantidades de saliva que contribuyen a amortiguar el pH del rumen y, por lo tanto, disminuir el riesgo de acidosis. Al igual que ocurre con la ingestión de alimento, la conducta de rumia es muy sensible a las situaciones de estrés. En efecto, en la vaca y en los rumiantes en general existe una relación inversa entre el tiempo dedicado a la rumia y el tiempo dedicado a dormir; además, durante los episodios de rumia la vaca suele mostrar un estado de somnolencia. Así pues, es muy probable que la rumia comparta algunas de las características del sueño y esto explicaría que sea tan sensible a situaciones de estrés o incomodidad (Ruckebush and Bueno, 1970).
En resumen, pues, tanto la ingestión de alimento como la rumia son, al mismo tiempo, conductas con una gran impacto productivo y muy sensibles a los efectos del estrés. Los principales factores estresantes que pueden modificar estas conductas en una explotación de vacuno de leche son los siguientes:
1. Estrés por calor.
2. Presencia de insectos.
3. Estrés social.
4. Interacción con el ganadero.
5. Dificultad para echarse con comodidad.
En esta ponencia discutiremos algunos aspectos relacionados con los cuatro primeros factores. Un aspecto relacionado con la biología del estrés y que merece la pena mencionar es su carácter aditivo. Esto significa que los cambios fisiológicos o de conducta que muestra un animal como consecuencia de una situación estresante son tanto más marcados cuanto mayor es el número de factores de estrés que afectan al animal. Como consecuencia de esto, los momentos más delicados en un ciclo de producción son aquellos en los que el animal está expuesto simultáneamente a varios factores estresantes. En el caso del vacuno de leche, esto ocurre por ejemplo durante el verano, cuando al efecto de las temperaturas elevadas se suma la presencia de un número elevado de insectos, o bien cuando se cortan los cuernos de las novillas coincidiendo con su destete o poco después de él.
Un último aspecto general de interés es que los efectos de los factores estresantes sobre el comportamiento – especialmente sobre la ingestión de alimento- son especialmente importantes en las fases del ciclo productivo que ya son “delicadas” por sí mismas y, en particular, durante las primeras semanas después del parto. En efecto, la curva de lactación suele alcanzar su valor máximo unas 4-8 semanas después del parto, mientras que la ingestión de materia seca alcanza su nivel máximo entre las 10 y las 14 semanas después del parto. Este “desfase” entre la producción de leche y el consumo de alimento resulta en un balance energético negativo al comienzo de la
lactación, que se acentúa si el consumo de alimento disminuye por cualquiera de los factores de estrés que hemos mencionado. Probablemente, esta situación es mucho más pronunciada y debe tenerse más en cuenta en vacas primíparas (NRC, 2001).
RITMO NORMAL DE ALIMENTACIÓN
Las vacas muestran un ritmo circadiano de alimentación bastante marcado, de forma que tienden a comer sobre todo a primera hora de la mañana y a última hora de la tarde. En situaciones de estrés por calor, modifican este ritmo y aumentan el tiempo dedicado a comer por la noche. Este ritmo es importante por razones prácticas puesto que su existencia sugiere que las vacas deberían tener alimento a su disposición en los momentos del día en que de forma natural se muestran más inclinadas a comer. Por otra parte, la sincronización de la conducta que muestran los animales de un rebaño hace que el ritmo se mantenga incluso cuando hay poco espacio para que todas las vacas coman a la vez; como resultado de esto, la competencia entre los animales aumenta (Metz and Wierenga, 1987).
ARTICULO COMPLETO COMPORTAMIENTO DE ALIMENTACIÓN DEL BOVINO LECHERO