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ESTRATEGIAS NUTRICIONALES PARA MITIGAR LOS EFECTOS NEGATIVOS DEL ESTRÉS TÉRMICO: SUPLEMENTACIÓN CON GRASAS PROTEGIDAS

OEA Por OEA Jun3,2024

 

 

 

 

ESTRATEGIAS NUTRICIONALES PARA MITIGAR LOS EFECTOS NEGATIVOS DEL ESTRÉS TÉRMICO: SUPLEMENTACIÓN CON GRASAS PROTEGIDAS

El estrés térmico afecta negativamente la producción de leche, generando anualmente pérdidas multimillonarias en la industria lechera mundial (Rhoads et al., 2010). En la cuenca lechera central de Argentina, durante el período estival, se dan condiciones de elevadas temperaturas y humedades relativas que generan estrés térmico en vacas lecheras afectando su comportamiento productivo (Leva et al., 2000). El índice de temperatura-humedad (THI) se utiliza para monitorear las condiciones ambientales diarias, siendo valores ≥ 72 indicativos de situaciones de estrés por calor (Armstrong, 1994).

Ing. Zoot. Eloy E. Salado, M.Sc., Dr. Cs. Agrarias.Med. Vet. Pablo Roskopf.Área de Investigación en Producción animal, INTA EEA Rafaela.

Digestión, absorción y metabolismo de los lípidos en monogástricos y rumiantes

El estrés por calor reduce el consumo de materia seca, la actividad de rumia y la absorción de nutrientes e incrementa los requerimientos de mantenimiento (Collier et al. 2006), resultando en una menor disponibilidad de energía para la producción de leche. En conjunto, estos cambios provocan que las vacas estresadas entren en balance energético negativo, independientemente de la etapa de lactancia (Conte et al., 2018).

Una de las estrategias nutricionales para equilibrar este déficit energético es aumentar la densidad energética de la dieta mediante la suplementación con grasas (Drackley et al., 2003). Las grasas son utilizadas con mayor eficiencia para la producción de leche y tienen un menor incremento calórico con respecto a otros nutrientes como el almidón y la fibra (Conte et al., 2018). Sin embargo, la adición de grasas ricas en AG insaturados puede afectar en gran medida la fermentación ruminal, provocando una reducción en la digestibilidad de las fuentes de energía no lipídicas (Jenkins, 1993). En este contexto, la suplementación con una fuente de grasa protegida contra la degradación ruminal permitiría asegurar un aporte de energía sin el incremento calórico producido por la fermentación (Wang et al., 2010).

A pesar de que la inclusión de grasas en la ración ha sido una estrategia ampliamente aceptada dentro de la industria lechera para reducir la producción de calor metabólico basal, los ensayos diseñados específicamente para evaluar cómo la suplementación con grasas afecta los parámetros productivos en vacas lecheras bajo condiciones de estrés térmico son escasos (Baumgard et al., 2014).

Se realizó un análisis de los resultados de los estudios revisados por Baumgard et al. (2014). El mismo consistió en la determinación del efecto medio de las diferencias entre tratamientos (control vs. suplementado) para las variables productivas mediante prueba de t para datos apareados.

Los resultados de dicho análisis (Cuadro 1) indican un efecto medio positivo de las grasas protegidas sobre la producción de leche (+1,16 kg día-1, P < 0,01), leche corregida al 4% de grasa (LGC4%, +1,22 kg día-1, P = 0,03) y grasa (+0,08 kg día-1, P = 0,01) para niveles de consumo promedio de 0,57 ± 0,21 kg día-1, sin efectos significativos sobre el contenido (+0,03 g 100 g-1, P = 0,47) y la producción de proteína (+0,01 kg día-1, P = 0,62). Se observa, además, una tendencia a un mayor contenido de grasa en las vacas suplementadas (+0,14 g 100 g-1, P = 0,08). A su vez, para producción de leche y sólidos, la frecuencia de efectos favorables resulta ≥ 50%, no observándose efectos negativos significativos de las grasas protegidas sobre estas variables. Sin embargo, para contenido de proteína, la frecuencia de efectos favorables es solo de 12,5%, mientras que la de efectos nulos y desfavorables es de 75 y 12,5%, respectivamente.

Para la variable consumo, la suplementación con grasas protegidas bajo condiciones de estrés térmico presenta un efecto global nulo (67% de los casos analizados con un efecto medio de -0,29 kg día-1, P = 0,38), detectándose efectos negativos significativos en un 33% de los casos analizados (Cuadro 1).

Como se mencionó previamente, bajo condiciones de estrés térmico, la producción de leche puede verse afectada por una menor disponibilidad de energía. La suplementación con lípidos protegidos suele inhibir la síntesis de novo de grasa láctea en glándula mamaria, lo que implica un ahorro de energía que serán destinada a mantener el volumen de leche. Parte de los ácidos grasos suplementarios serán directamente incorporados a la grasa láctea sin generación de calor adicional por biosíntesis.

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