LA RUMIA Y LOS COMPLEMENTOS NUTRICIONALES

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LA RUMIA Y LOS COMPLEMENTOS NUTRICIONALES

A principios de año ha entrado en vigor la nueva normativa sobre el uso de medicamentos veterinarios y ha dificultado sobremanera su utilización desde los puntos de vista de la prescripción y logístico.

Ángel Revilla Ruiz 1 y Juan Vicente González Martín 2 1 DVM, Residente Europeo. Hospital

Clínico Veterinario. Universidad Complutense DVM, PhD, Dipl. ECBHM. Profesor Titular Dpto. de Medicina y Cirugía Animal, Fac. Veterinaria, UCM. TRIALVET Asesoría e Investigación Veterinaria SL. (www.trialvet.com / e-mail: trialvet@trialvet.com)

La reducción del uso de antibióticos es algo que nadie pone en cuestión, hay que reservarlos para evitar resistencias, no solo en medicina humana sino también veterinaria. Hay antibióticos que directamente se han prohibido, esos, de hecho, ya no se usaban en la ganadería lechera o su uso era residual. Para otros se ha restringido mucho su uso y el resto se pueden aplicar más fácilmente pero con mucho más control. Pero la normativa se aplica a todo tipo de medicamentos, incluso a aquellos que su uso no supone riesgo alguno para la salud pública, como por ejemplo el calcio o la glucosa inyectables.

Los productos nutricionales no se pueden publicitar como medicamentos. Son productos de administración oral que suelen presentarse en forma líquida o sólida, bien en polvo, bien en bolo.

Como resultado de todo ello la utilización de todo tipo de medicamentos ha disminuido drástica- mente. Poco a poco, del porfolio de las compañías farmacéuticas desaparecen muchos medicamentos. Consecuentemente, las compañías dejan de innovar en medicinas y se van centrando más en productos del tipo de vacunas, servicios de gestión informática, tecnología diagnóstica, etc.

Pero las vacas, como es natural, siguen enfermando. Y los ganaderos, como es natural, necesitan tratarlas. Para cubrir esa necesidad, cada vez más frecuentemente, aparecen productos nutricionales, ofertados por empresas grandes y pequeñas, nacionales y extranjeras. Ello es debido a que esos productos no necesitan prescripción veterinaria.

El desarrollo de una nueva medicina conlleva una investigación tremenda y costosísima en tiempo y dinero. Las autoridades sanitarias, para su aprobación, obligan a demostrar su inocuidad y, lo que es más importante, su eficacia. Además, los derechos de patente y comercialización exclusiva tienen un tiempo limitado.

Por el contrario, el desarrollo y comercialización de un producto nutricional, al igual que los homeopáticos, no necesitan demostrar su eficacia, solo su inocuidad. Por ello, las compañías que los producen no necesitan realizar los costosísimos estudios clínicos que sirven para indicarnos en qué enfermedades se pueden utilizar, en qué animales, de qué edad, a qué dosis, por qué vías, durante cuánto tiempo y con qué tiempos de supresión en leche y carne. Los productos nutricionales no se pueden publicitar como medicamentos. Son productos de administración oral que suelen presentarse en forma líquida o sólida, bien en polvo, bien en bolo.

No son algo nuevo, lo que es nuevo es la gran variedad ofertada en la actualidad. De todos ellos uno de los más usados y conocidos desde hace muchas décadas son los ruminatorios.

Los ruminatorios, como su propio nombre indica, son suplementos nutricionales que restablecen la rumia o el apetito de las vacas enfermas. Vamos a profundizar en este tema.

Rumia, consumo y motilidad ruminal

Es emocionante recordar a aquellos ganaderos de hace décadas que, cuando explicaban lo que le ocurría a su vaca enferma, daban la cifra exacta de masticaciones por bolo ruminal.

− La vaca está mejor, hoy ha dado 38 golpes de rumia y ayer solo dio 23 − decía José mientras sonreía. Eran los abuelos de los ganaderos de la actualidad. Durante muchas tiempo ha faltado ese dato clínico. Afortunadamente, hoy en día, en las granjas que las vacas portan collares transmisores, volvemos a tener la actividad de rumia y con ella una información clínica valiosísima.

Lo que sí detectan los ganaderos actualmente, aunque no dispongan de collares telemáticos, son las vacas que no comen y sobre todo la producción láctea diaria, información que se puede ver directamente en los medidores de la sala de ordeño o en el ordenador conectado a la sala de ordeño o al robot de ordeño.

Por otro lado, cuando el veterinario explora la vaca supuestamente enferma, una de las cosas que mira es la motilidad del rumen. Y muy frecuentemente a esa vaca que no rumia, come o mueve el rumen se le administran ruminatorios.

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