LA SALA DE ESPERA DESESPERA
En las siguientes líneas analizamos la importancia de entender la sala de espera de nuestra granja como un espacio de tránsito de las vacas hacia su ordeño, enumeramos los aspectos que debemos tener en cuenta para lograr un manejo adecuado y ofrecemos algunos consejos para llevarlo a cabo de forma óptima para alcanzar su bienestar y, en consecuencia, una mayor rentabilidad de la producción.
Víctor Manuel López Rodríguez Servicio de Calidad de Leche Seragro Soc. Coop. En mayo de 2023, los técnicos de Seragro viajamos a Wisconsin, donde tuvimos la oportunidad de visitar Milk Source. En el año 2014, sus granjas recibieron el premio al “proyecto innovador del año” de la International Dairy Foods Association por sus esfuerzos en obtener una mayor productividad de leche. En Rosendale Dairy pudimos ver cómo más de 8.000 vacas son ordeñadas tres veces en el día con una exactitud prácticamente milimétrica en dos salas rotativas de 80 puntos.
Cada corral tiene alrededor de 350 cabezas, de las cuales 80 entran directamente en la primera vuelta, y se ordeñan en poco más de 8 minutos. De este modo, el tiempo transcurrido desde que una vaca se levanta del cubículo hasta su regreso del ordeño, viene siendo, en el peor de los casos, de 40 minutos.
Partiendo de este ejemplo, hagamos una simple reexión: si conseguimos juntar dos horas más de descanso en el día y que ese tiempo resultase en 2,5 litros más de leche, ya estaríamos hablando de 20.000 litros más de leche. El concepto de ‘sala de espe- ra’ no debe estar denido, funcionalmente, por su signicado literal. Debemos integrarla como un lugar de transición, de paso, dentro de un todo que es el establo, y en el cual la vaca permanezca en pie, esperando el menor tiempo posible.
CABE PREGUNTARNOS QUÉ PODEMOS MEJORAR; QUÉ DEBEMOS DEJAR DE HACER PARA CONSEGUIR MÁS TIEMPO DE DESCANSO, PARA INTERACTUAR CON MENOS FACTORES DE ESTRÉS, Y, POR TANTO, CONSEGUIR MÁS PRODUCCIÓN.
Cabe preguntarnos qué podemos mejorar; qué debemos dejar de hacer para conseguir más tiempo de descanso, para interactuar con menos factores de estrés, y, por tanto, conseguir más producción.
El antropocentrismo (las necesidades e intereses del ser humano predominan en l a t o m a d e d e c i s i o n e s ) y e l antropomorsmo (otorgarles a los animales capacidades sensoriales similares a las del ser humano) llevaron siempre a cometer errores tanto en el manejo como en el diseño y en la construcción de instalaciones ganaderas, inadecuadas en muchos casos para los requerimientos de la vaca de alta producción de leche.
Para muestra, la subestimación del impacto en la producción, del estrés térmico moderado, por el hecho inconsciente de ser el hombre más tolerante que la vaca para estos niveles más bajos de estrés térmico (no tenemos un preestómago de fermentación como es el rumen). La etología (parte de la biología que estudia el comportamiento animal) se basa en un principio bien denido: que no seremos capaces de entender el comportamiento de un animal si no conocemos su capacidad sensorial. En 2017, en las XV Jornadas Técnicas de Vacuno de Leche, Javier Liste presentaba la ponencia “Despacito, al ritmo de la vaca” (publicado en Vaca Pinta, n.o 1, febrero 2018, págs. 110-125). En ella nos adelantaba su estatus como animal predable; su gregarismo como adaptación a las amenazas, su capacidad de jación de experiencias negativas, y su carácter huidizo a veces e inquisitivo otras ante estímulos y objetos nuevos o desconocidos.
VISTA Y OÍDO
La situación de los ojos a ambos la- dos de la cabeza capacita a la vaca de una estrecha franja frontal de visión binocular (similar a la del hombre), seguida de una amplia franja lateral de visión monocular, en la cual tendría menor capacidad de enfocar y de percepción tri- dimensional. Esto dene, a efectos prácticos de comportamiento, una “zona de huida” ante movimientos y posibles amenazas que entrarían en esta zona visual. Por último, de- trás de las caderas quedaría una franja no cubierta por la visión y, por tanto, ciega. LA ETOLOGÍA […] SE BASA EN UN PRINCIPIO BIEN DEFINIDO: QUE NO SEREMOS CAPACES DE ENTENDER EL COMPORTAMIENTO DE UN ANIMAL SI Los grandes contrastes entre espacios con alta intensidad lumínica y diferentes zonas de sombra u oscuras pueden provocar que las vacas se adentren en ellas con lentitud y precaución.
Desde el punto de vista del manejo, debemos evitar hacer movimientos bruscos; debemos evitar, en la medida de lo posible, los lugares de paso sin iluminación, y debemos aprender a utilizar la “zona ciega” y la “zona de huida” de las vacas para conducirlas de modo idóneo y sin prisa (pero sin pérdidas de tiempo) por los diferentes patios y lugares de tránsito, así como en la entrada a la sala de ordeño.
Las vacas, como el resto de los mamíferos predables, poseen orejas grandes y móviles, capaces de orientarlas hacia la fuente de ruido. Son capaces de escuchar por debajo de nuestro umbral, pero a 70 decibelios ya se sienten incómodas. En el
servicio de calidad de la leche realizamos mediciones y pudimos comprobar que en un amplio porcentaje de las s a l a s d e o r d e ñ o h a b í a u n n i v e l d e contaminación acústica alrededor de los 70 decibelios o más. Debemos evitar gritos y actitudes de castigo con las vacas; evitar aparatos de radio con volumen excesivo y sonidos de golpeo contra las estructurasmetálicas de la instalación, así como ruidos estridentes que provengan de esta por fal- ta de lubricación o mantenimiento deciente.
TRÁNSITO DE VACAS EN LA EXPLOTACIÓN
Las vacas deberían ser conducidas con tranquilidad y sin apurarlas, sin gritos ni golpes. Una buena premisa sería respetar siempre su paso. Cabe recordar que una vaca asustada puede permanecer en estado de estrés un tiempo signicativo, capaz de transmitirles este estado a las compañeras, lo que desencadena así reejos de defecación e interfere en la bajada de la leche en el ordeño mediada por la oxitocina. La utilización de la “zona ciega” y de la “zona de huida” debe ser llevada de la teoría a la práctica como la mejor forma de conducir tanto vacas individuales como la totalidad o partes del re- baño, que van adoptando sobre la marcha una zona de huida común.
Solo requiere de entrenamiento, pericia y puesta en práctica por parte del ganadero. En los lugares de tránsito se deberían evitar zonas de oscuridad, así como la existencia de objetos que despierten la curiosidad y puedan provocar la parada de vacas o del grupo. Esto ocurrirá también en zonas donde haya contacto visual e incluso físico de vacas con otras que estén en retorno.
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