LOS DESAFÍOS QUE TRAE EL MEJORAMIENTO GENÉTICO DEL GANADO LECHERO

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MEJORAMIENTO GENÉTICO DEL GANADO LECHERO

 

En este artículo nos centraremos en analizar las diferencias entre las vacas lecheras actuales y las de hace 30 años, para lo cual usaremos de modelo la raza Holstein, que es la que presenta, a diferencia de otras, mayor intensidad de selección genética.

Dr.Pedro Melendez

Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, como la inseminación artificial, la trasferencia de embriones, la fertilización “in vitro” y, últimamente, la selección genómica, se ha generado un crecimiento exponencial en el mejoramiento genético del ganado lechero. Esto, sin dudas, ha traído un cambiosignificativo en varias características anatómicas y funcionales de las vacas lecheras, además de un incremento en los niveles de producción de leche, grasa y proteína.

En este artículo nos centraremos en analizar las diferencias entre las vacas lecheras actuales y las de hace 30 años, para lo cual usaremos de modelo la raza Holstein, que es la que presenta, a diferencia de otras, mayor intensidad de selección genética. De hecho, es la que cuenta con los principales cambios en su estructura y funcionalidad.

Cambia, todo cambia

Si se ha estado seleccionando principalmente por producción de leche y sólidos, ¿por qué ha habido cambios estructurales y de funcionamiento en la vaca?
Sabemos que hoy nuestras vacas son más angulares y tienen una mejor estructura de ubres y de patas. Esto se explica, en parte, porque los índices actuales de selección consideran algunas características como el ángulo de pezuñas y piernas, la inserción de pezones y ubre y la profundidad de ubre. Sin embargo, también está el hecho de que muchos de los diversos genes que regulan el mecanismo de producción de leche y sólidos se relacionan con otros genes que determinan las características anatómicas de las vacas. Esto se denomina “correlación genética”. Entonces, cuando seleccionamos por una característica, en este caso por producción de leche, indirectamente estamos acarreando genes que además modifican otras características de la vaca relacionadas a su metabolismo, tamaño corporal o estructura de ubre, entre otras cosas.

Así, por ejemplo, las vacas de hoy presentan un celo reproductivo mucho menos intenso y más corto —6 a 8 horas— que antes. Esto, aunque no nos guste, es una característica que ha sido arrastrada por la mejora que hemos querido hacer a la producción de leche, lo que a su vez ha llevado a modificar de forma drástica todos nuestros protocolos de manejo reproductivos.

Hace 30 años, cuando el celo era más intenso y duraba más tiempo —18 a 24 horas—, su detección no era tan difícil. Solo bastaba la visualización de la vaca, debido a que cambiaba su actitud (olía y lamía a otras vacas, montaba y se dejaba montar), durante casi todo el día. Es justamente esto lo que permitía llevar a la vaca al brete para ser inseminada.

Hoy, con un celo de 6 a 8 horas y de baja intensidad, es prácticamente imposible realizar algo así. De hecho, es por esto que han surgido nuevos métodos de detección de celos y protocolos de manejo reproductivo. Así, en la actualidad, debemos usar parches que cambian de color cuando la vaca es montada por otra o pintar la base de la cola del animal con crayones. Más sofisticado aún es usar equipos de ordeña, basados en la identificación a través de indicadores electrónicos y que se cuelgan alrededor del cuello o se atan en la pata sobre la pezuña (podómetros) de las vacas, los cuales indican la distancia caminada por el animal (una vaca en celo camina mucho más que una que no tiene esa condición).

También hemos aprendido a conocer la fisiología reproductiva de la vaca de mejor forma, lo que nos ha ayudado a generar métodos de sincronización de su ciclo estral y nos ha permitido llevar adelante procedimientos inseminación artificial a tiempo fijo, sin la necesidad de estar detectando celos.

Las nuevas preocupaciones

Todo este intrincado mejoramiento genético ha hecho cambiar a nuestra vaca para siempre. Así, hoy existen enfermedades que no se comportan igual que antes. Si no sabemos esto vamos a estar dirigiendo nuestros esfuerzos de forma equivocada, diagnosticando el cuadro de forma tardía y aplicando un tratamiento inadecuado. Lo que es peor, si no sabemos cómo funciona una vaca hoy, no podremos establecer medidas de control y prevención de forma satisfactoria.

La cetosis, por ejemplo, es una enfermedad metabólica típica del ganado lechero, provocada por la producción excesiva de parte del hígado de unos compuestos llamados cuerpos cetónicos (acetona, acetoacetato y betahidroxibutirato), los cuales se producen cuando la glucosa se encuentra levemente baja en la sangre y pueden ser utilizados como fuente de energía por algunos órganos del cuerpo. Esta patología, en la práctica, puede ocasionar una baja en la producción de leche, un aumento de la aparición de otras enfermedades (mastitis, metritis, neumonías) y la reducción significativa de la fertilidad del animal.

La producción excesiva de cuerpos cetónicos ocurre cuando los niveles de producción de leche de la vaca son elevados. Si partimos de la base de que el animal presentará un consumo de alimento deprimido, debido a que estará en una etapa que se encuentra cercana al parto, es muy probable que se movilice más grasa de lo normal, sobre todo cuando hablamos de vacas obesas. Esto se traducirá en una producción excesiva de cuerpos cetónicos en el hígado y/o la infiltración de grasa de este órgano, lo que se conoce como hígado graso.

Lo interesante es que en las Holstein de hace 30 años, la cetosis solía ocurrir alrededor de la tercera semana de producción, debido a que la vaca empezaba a subir su performance y, por ende, necesitaba mucha glucosa para producir el azúcar de la leche (lactosa). De hecho, antes se diagnosticaba en ese periodo, lo que llevaba a que a la vaca se le tratara con un suero glucosado intravenoso y se recuperara rápidamente.

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