PERIODO DE TRANSICIÓN: ESTRATEGIAS DE NUTRICIÓN PARA VACAS LECHERAS DE ALTA PRODUCCIÓN

Estrategias de nutrición para optimizar el periodo de transición en vacas lecheras de alta producción.

Ing. Agr. (PhD) Alejandro Palladino Investigador INPA CONICET

Dentro del ciclo productivo, el periodo de transición es clave para el normal desarrollo y progreso de la lactancia en forma exitosa. Desde hace algunos años, la investigación ha puesto el foco en esta etapa con el objeto de disminuir los problemas metabólicos característicos del periodo y mejorar la performance de los animales.

Los avances en el mejoramiento genético de las vacas lecheras han resultado en animales de alto mérito con niveles de producción impensados solo algunas décadas atrás. La vaca lechera moderna se parece más a un deportista de alta performance que a sus primas cercanas, “las negras” que se ven en los sistemas de cría. Estos cambios trajeron aparejados una serie de desafíos con respecto al manejo de la alimentación y el ambiente en general que resultan ineludibles cuando se piensa en sistemas de alta producción individual.

Para entender el diseño de nuevas estrategias productivas es necesario entender qué le sucede a la vaca durante esta etapa crítica. El objetivo de este artículo es describir brevemente la etapa de transición y mencionar algunas prácticas de manejo y alimentación que contribuirán a mejorar la performance de vacas lecheras de alta producción

Qué es la vaca en transición

Se conoce como periodo de transición de la vaca lechera al tiempo que transcurre desde 20 días antes del parto hasta los 20 días posteriores al mismo. Es una etapa crítica de la vida de la vaca y del ciclo productivo de la explotación ya que durante este lapso de tiempo ocurren cerca del 80% de las patologías del rodeo lechero. De esta forma se entiende que el éxito logrado durante esta etapa tendrá un efecto directo sobre la producción de la vaca y, en consecuencia el resultado económico de la empresa.

Uno de los problemas principales durante esta etapa es la disminución del consumo de materia seca (CMS) como consecuencia de los cambios fisiológicos que ocurren con la cercanía al parto y el comienzo de la lactancia.

A su vez, durante el mismo periodo, los requerimientos nutricionales aumentan de forma significativa con el inicio de la lactancia, lo cual pone a los animales en lo que se conoce como balance energético negativo (BEN). El BEN en animales de alta producción es prácticamente inevitable, pero existen prácticas de alimentación y manejo que permiten alivianar el efecto negativo del BEN, permitiéndole a la vaca recuperar rápidamente su capacidad de consumo.

Cuando el BEN es importante, uno de los órganos más comprometidos es el hígado. Este órgano funciona como la “fabrica” del cuerpo y está encargado de metabolizar los nutrientes que llegan, ya sea a partir de la dieta como aquellos productos de la movilización de reservas. Durante la etapa de transición, el animal moviliza grasas para generar energía disponible y nutrientes para la síntesis láctea. Si la movilización es excesiva, el hígado no puede metabolizar la totalidad de los ácidos grasos que llegan y estos comienzan a acumularse, lo cual en exceso, provoca lo que se conoce como “hígado graso”. Las consecuencias de esta patología son, entre otras, menor capacidad de síntesis de glucosa a partir del propiónico, menor conversión de N-NH4 a urea, menor respuesta inmune, etc.

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