REVISIÓN CIENTÍFICA SOBRE LOS EFECTOS DEL SECADO BASADO EN ANTIBIOTERAPIA Y/O EN SELLADORES SOBRE ..

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LA SALUD DE LA UBRE Y SUS INDICADORES EN GANADO VACUNO

¿Cuál es el método más apropiado de secado? ¿Qué alternativas existen al uso masivo de los antibióticos? Con base en estas y en otras premisas revisamos e interpretamos la bibliografía científica que reportan los resultados de investigaciones a este respecto, con el objetivo de diseñar el protocolo de secado que mejor se ajuste en nuestras granjas.

Natividad Pérez Villalobos Profesora en la Facultad de Biomédicas. Universidad Europea de Madrid
Profesora asociada en el Departamento de Medicina y Cirugía Animal. Facultad de Veterinaria.                                                                                                                                                                      Universidad Complutense de Madrid Veterinaria especializada en bovino. Trialvet SL

La importancia del periodo seco en relación a las infecciones intramamarias (IMI) es incuestionable y así está reconocido desde hace más de 50 años (Green et al., 2007), diferenciando muy bien entre el impacto del secado sobre las infecciones que se producen en este periodo de las que se originaron en la lactación y no se resolvieron llegado el secado (Bradley y Green, 2004). Sin embargo, aunque se le reconozca esta importancia desde los años 70, el secado no se considera una medida única para el control de IMI, sino que forma parte de un punto más dentro del Plan de Control de Mastitis reconocido internacionalmente y promovido, entre otros, por el National Mastitis Council (NMC) [www. nmconline.org].

A priori la mayoría de los ganaderos perciben el periodo seco como un momento idóneo para la “curación” de la ubre, entre otras afecciones, de las que podríamos destacar las cojeras, pero no podemos olvidar que existen datos que avalan la aparición de hasta diez veces más infecciones durante el secado que durante la lactación, especialmente cuando nos referimos a patógenos ambientales (Smith et al., 1985). De hecho, más del 50 % de las mastitis de tipo ambiental se da en los primeros 100 días de lactación como resultado de las infecciones adquiridas en el periodo seco (Bradley y Green, 2004).

Por tanto, es necesario trabajar para cambiar la percepción de este momento a la de una etapa donde la prevención de nuevas IMI debe ser prioritaria. De este modo, si pretendemos analizar la bibliografía científica con el objetivo de obtener información aplicable a nuestras explotaciones, no debemos perder la perspectiva de es tos dos objetivos del secado en ganado vacuno: disminuir el número de IMI preexistentes y, especialmente, prevenir nuevas infecciones durante el periodo seco (Halasa et al., 2009a).

Asimismo, las tasas relativas al éxito de ambos objetivos en función del tratamiento elegido van a ser nuestros principales indicadores de salud de la ubre: número de curaciones y de nuevas infecciones, respectivamente. Con frecuencia, los estudios se refieren a la ausencia de aislamiento de los patógenos determinados antes del secado y después del parto para determinar estas tasas. Es poco habitual que los estudios basen sus resultados en el nu mero de células somáticas posteriores al tratamiento o a la producción, a pesar de que serían indicadores de salud de la ubre más tangibles para el ganadero y de gran utilidad a la hora de argumentar un cambio en el programa de secado a pie de granja.

Es poco frecuente que los Estudios basen sus resultados en el número de células somáticas posterior es al tratamiento o a la producción

Además de tener en cuenta que estas dos metas son muy distintas, debemos ser cautos a la hora de interpretar los resultados de los estudios para aplicar determinadas estrategias en nuestras granjas en función de sus características. Habrá protocolos o estrategias de secado que se puedan considerar como de mayor o menor interés en función del estatus sanitario o del número de mastitis al secado que aparezcan en cada una de las explotaciones, es decir, aquellas con altas tasas de mastitis verán el momento del secado como el ideal para tratar a los animales, con el fin de obtener una mejor tasa de curación de IMI originadas en la lactación, por lo que los protocolos que ofrezcan las mejores tasas de curación serán más atractivos.

En este escenario es importante recordar que el protocolo de secado no debería ser el único aspecto a mejorar, sino que habría que evaluar la calidad de leche de este tipo de granjas para paliar la tasa de mastitis, abordando un plan completo de calidad de leche. Sin embargo, todas las explotaciones, tanto las de mayor como las de menor tasa de mastitis al secado, estarán intere- sadas en prevenir nuevas infecciones durante el secado y varias semanas posparto. Por tanto, para ordenar la información disponible acerca de los efectos del secado sobre la salud de la ubre, será importante diferenciar sus efectos sobre la curación de mastitis de lactación (especialmente relevante en explotaciones con altas tasas de mastitis al secado) y sobre la prevención de nuevas infecciones (importante en todas las explotaciones), a la hora de valorar la estrategia más adecuada en cada caso.

Por otra parte, debemos tener en cuenta cuáles son las alternativas actuales de las que disponemos a la hora de plantear un programa de secado en nuestras explotaciones, para poder así buscar información respecto del éxito o del fracaso de cada una de ellas en la bibliografía. Las primeras evidencias o trabajos científicos relativos a la terapia de secado en las vacas de leche se llevaron a cabo en los años 50. Durante los veinte años posteriores, fueron muchos los autores que citaron el trabajo de Oliver et al. (1962) recomendando el secado antibiótico en sábana en el ganado vacuno de leche como herramienta fundamental de control de las infecciones intramamarias o mastitis.

Han tenido que pasar muchos años para que la comunidad científica empezase a dejar de preguntarse cuál es el antibiótico más adecuado en la terapia masiva de secado para empezar a cuestionarse cuál es el método más apropiado de secado o si existen otras alternativas, entre las que se encuentran el secado antibiótico en masa o selectivo o el uso de selladores, este último con objetivos preventivos y no de curación. Con base en todas estas premisas, podemos revisar e interpretar la bibliografía científica que reporta los resultados de investigaciones a este respecto, con el objetivo de diseñar el protocolo de secado más adecuado a nuestras explotaciones.

CURA DE LAS INFECCIONES INTRAMAMARIAS DURANTE EL SECADO

En cuanto a la cura de las infecciones intramamarias durante el secado, y una vez asumido que el primer paso es ser conscientes de que el origen del problema es anterior a esta etapa y que habrá que abordar el problema en fases anteriores, hay información disponible de tasas de curación de IMI durante el secado muy interesante, analizada por Halasa et al. (2009a) mediante un metaanálisis, de un total de 22 estudios que indican que el secado con antibiótico en masa dio lugar a un rango de curación de mastitis de entreel71yel85%,lo que puede   considerarse muy alto.   No obstante, hay que apuntar que la tasa de curación espontánea fue desde el 37 %, llegando a alcanzar cifras de hasta un 56 % en animales sin ningún tipo de tratamiento al secado. Por tanto, debemos ser conscientes de que el éxito en la curación no puede ser atribuido únicamente al antibiótico.

Llegados a este punto, cabe preguntarse cuál era el historial microbiano de estas granjas, o lo que es lo mismo, si tenían historial de mastitis ambiental o contagiosa. Según los datos de este metaanálisis, cuando compararon las tasas de curación entre infecciones causadas por bacterias del género Staphyloccocus frente a las del género Streptococus, no hubo diferencias significativas.

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