HACIA UNA GANADERÍA MÁS EFICIENTE Y SOSTENIBLE EN 2030

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HACIA UNA GANADERÍA MÁS EFICIENTE Y SOSTENIBLE EN 2030

En este artículo se analiza la importancia de la eficiencia alimentaria y las emisiones de metano en rumiantes.

Con la retirada de la cuota láctea en la Unión Europea y el aumento de los costes de producción, la eficiencia alimentaria se plantea como uno de los aspectos más importantes en el sector del vacuno lechero. El sector se enfrenta a importantes retos en los próximos años. Por un lado, es necesario aumentar la eficiencia productiva ya que los costes de alimentación suponen alrededor del 50% de los costes totales de la producción láctea.

Aser García-Rodriguez1 , Idoia Goiri1 , Raquel Atxaerandio1 , Oscar González Recio2

Por otro lado, según estimaciones realizadas por Naciones Unidas, en el año 2060 posiblemente seremos 10.000 millones de personas en la Tierra (United Nations, 2010) con más altos requerimientos de consumo de alimentos. En consecuencia, es necesario que la producción de proteína de alta calidad mediante la ganadería utilice la menor cantidad de recursos naturales disponibles y menor competencia con cultivos destinados potencialmente a la producción de alimentos de consumo humano. Por otro lado, tampoco podemos olvidar que España está entre el 25% de los países más contaminantes a nivel mundial y sus emisiones de metano (CH 4 ) han aumentado un 38% entre 1990 y 2011. Aunque la contribución del sector ganadero al incremento de las emisiones de gases con efecto invernadero no es comparable con el de otros sectores como el de la energía, el transporte o la industria, es necesario que desde todos los sectores se trabaje con el objetivo de alcanzar sistemas neutros en carbono. Es conocido que más del 25% de las emisiones de metano en España son debidas a la fermentación entérica de los rumiantes (de Blas et al., 2008), y supone el 39% del metano referido al sector ganadero. Además de su impacto en la huella de carbono, la producción de metano entérico supone una pérdida de la energía bruta ingerida de entre 5-7% para el animal. Debido a todo esto, han sido muchas las estrategias propuestas en los últimos años para mitigar las emisiones de CH 4 provenientes de la ganadería, como reducir el número de animales rumiantes, aumentar el número de animales no rumiantes, la manipulación genética de los microorganismos ruminales metanogénicos, el desarrollo de razas menos metanogénicas y la manipulación dietética–nutricional, entre otras.

CÓMO REDUCIR LAS EMISIONES A TRAVÉS DE LA NUTRICIÓN

Los cambios nutricionales tienen un gran potencial en términos de simplicidad y factibilidad y con un efecto inmediato en el tiempo. La manipulación nutricional para minimizar la metanogénesis incluye estrategias como el uso de forrajes de alta calidad, la incorporación de una alta proporción de concentrado en la dieta, el uso de aditivos (compuestos químicos, ácidos orgánicos, probióticos), dietas ricas en ácidos grasos insaturados, adición de acetógenos, de bacteriocinasas, de virus vs Archaea, y de extractos vegetales (aceites esenciales), así como la modificación de las prácticas de alimentación. Estas prácticas de alimentación reducen las emisiones de CH 4 por la modificación que producen en la fermentación ruminal, inhibiendo directamente los microorganismos metanogénicos y protozoarios, o desviando los iones hidrógeno generados en el rumen hacia rutas diferentes a las utilizadas por los organismos metanogénicos. Uno de los estudios dentro del proyecto Metalgen plantea la utilización de la harina de lino rica en grasa poliinsaturada sobre el rendimiento productivo y emisiones de metano de vacas lecheras.

En el ensayo se utilizaron 12 vacas de la raza Suiza mejorada y cuatro de la raza Holstein, todas ellas en sistema de estabulación permanente, con ordeño automático mediante robot y sistema de alimentación automático.

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