Dom. Dic 22nd, 2024

FACTORES DE RIESGO Y ESTRATEGIAS DE TRATAMIENTO EN VACAS ANOVULARES

OEA Por OEA Mar19,2022

 

 

 

VACAS ANOVULARES: FACTORES DE RIESGO Y ESTRATEGIAS DE TRATAMIENTO

Introducción

Todas las vacas recién paridas atraviesan por un período de anovulación, en otras palabras, no presentan períodos ovulatorios regulares de 18 a 24 días. En general, esto ocurre inmediatamente después del parto, pero en algunas vacas, se podrá alargar durante los primeros 2 ó 3 meses después del parto. En algunos casos, vacas en mitad de lactación pueden llegar a ser anovulares, tal como las que desarrollan quistes foliculares.

José E.P. Santos, Rafael S. Bisinotto y Eduardo S. Ribeirot Departamento De Ciencia Animal, Universidad De Florida

El retraso en la actividad cíclica postparto de las vacas lecheras normalmente provoca una reducción en el rendimiento reproductivo del rebaño porque las vacas en anestro tienen peor expresión del estro, menos preñeces por inseminación (P/IA), y un mayor riesgo de pérdida de gestación.

Una de las características de las vacas en anestro es que no están expuestas a concentraciones de progesterona luteal en los días que preceden a la primera IA posparto. Esto parece alterar el desarrollo del folículo ovulatorio, la respuesta del endometrio a las señales que activan la cascada luteolítica dando lugar a la liberación prematura de prostaglandinas endometriales (PG), y aumentar la incidencia de fases luteales cortas.

Muchos son los factores de riesgo de retraso en la ciclicidad de las vacas lecheras y, entre ellos está el estado nutricional de la vaca, la condición corporal (CC), el parto, la época de parto, la aparición de enfermedades en el momento del parto, la genética de la vaca y el rebaño de origen. Es importante señalar que dentro de un rebaño o de un grupo genético, el rendimiento de la lactación parece tener poca o ninguna asociación con el riesgo de retraso en la ciclicidad.

Aunque la producción de leche se asocia con cambios en el comportamiento en el celo (López et al., 2004), en particular, con una reducción en la actividad estral a medida que aumenta la producción por encima de 35 a 40 kg/d, no hay indicios de que el aumento de la producción de leche reduzca la capacidad de la vaca para ovular.

El tratamiento y estrategias para manejar las vacas en anestro dependen en gran medida de la gestión reproductiva de la granja. En general, el uso de protocolos para la sincronización de la ovulación y de la IA programada, asociados o no a progesterona suplementaria, constituyen las bases para la terapia hormonal.

Clasificación y etiología de los procesos anovulatorios en las vacas lecheras

Una razón obvia para la falta de ovulación es la presencia de progesterona bloqueando el “pico” hipofisario de hormona luteinizante (LH). Esta progesterona puede ser de origen suprarrenal o luteal. Aunque la mayoría de las vacas con cuerpo lúteo persistente (CL) son las que se encuentran en gestación y, por tanto, ya no afectan al rendimiento reproductivo del rebaño, todavía hay una pequeña proporción de vacas, 7 a 10%, con CL persistentes. Estas vacas no están preñadas pero sus CL persisten más allá de 25 días después del último celo y ovulación. Este suceso parece ser más común en las vacas que ovulan pronto en el periodo postparto (Ball et McEwan, 1998). En algunos casos, el fenómeno está asociado a enfermedades uterinas como piómetra y a la incapacidad del endometrio de secretar PGF2! de manera pulsátil. Estos casos pueden ser fácilmente resueltos por el uso rutinario de PGF2! exógena para la sincronización del ciclo estral. De hecho, una de las ventajas del uso rutinario de PGF2! entre 30 y 60 días después del parto es la eliminación casi completa de la piómetra de los rebaños lecheros, excepto en aquellos que sufren de enfermedades venéreas tales como las infecciones por Trichomonas foetus.

Wiltbank et al. (2002) caracterizan 3 patrones fisiológicos básicos de desarrollo folicular en las vacas lecheras clasificadas como inactivas. El primero, constituido por vacas con los ovarios “inactivos”, que son las que tienen trastornos en el desarrollo del folículo, y se observa un folículo dominante con un diámetro antral inferior al que normalmente se observa en las vacas con un folículo dominante con capacidad ovulatoria. En muchos casos, esto se llama anestro. Es un fenómenoo común en las vacas de carne después del parto o en las vacas que sufren una privación dilatada de alimento y emaciación. Se cree que el apoyo insuficiente gonadotrófico, en particular la LH, resulta en un desarrollo folicular de 8 a 14 mm de diámetro en las vacas lecheras. En muchos casos, el diámetro del folículo de mayor tamaño es menor que el que precede al de dominancia del folículo y al de capacidad ovulatoria en las vacas lecheras (Sartori et al., 2001).

En vacas lecheras, este patrón es más común en las que perdieron cantidades excesivas de grasa corporal y tienen una CC muy baja, especialmente después de períodos de enfermedades postparto. Tal vez el principal factor subyacente es la baja pulsatilidad de

LH que compromete el desarrollo del folículo dominante y la adquisición de la capacidad ovulatoria.

Estos folículos regresan y sufren atresia. Estas vacas tienen folículos que no son capaces de secretar estradiol suficiente para aumentar la concentración plasmática necesaria para desencadenar una oleada (pico) de hormona liberadora de gonadotropina (GnRH) y LH. Se sugiere que las bajas concentraciones de estradiol folicular bloquean la pulsatilidad de la GnRH y LH, lo cual impide la maduración del folículo dominante. Estas vacas que pierden cantidades excesivas de grasa corporal, también pueden experimentar emisiones de progesterona a partir de tejido adiposo, lo que aumenta aún más la retroalimentación negativa sobre la liberación de GnRH y LH.

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