ABORTOS ALREDEDOR DEL SECADO

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ABORTOS ALREDEDOR DEL SECADO

Ya le tocaba a Antonio la visita de reproducción y le llamé para concretar el día. En los ganaderos pequeños, de entre cincuenta y cien vacas adultas, la mayoría hacen una visita mensual. Como muchos compaginan las labores agrícolas con el trabajo en la vaquería y la mano de obra siempre va justa cuando no escasa, en tiempo de tareas agrícolas no tienen día fijo para hacer la reproducción y lo tenemos que acordar previamente. Antonio había llamado para decirme que, además de las vacas que veíamos normalmente, había que revisar todas las vacas cercanas al secado porque había encontrado un feto, pero que no sabía de qué vaca era y tenía miedo de que la madre fuera una de las que tenía que secar.

Ángel Revilla Ruiz 1 y Juan Vicente González Martín 1 DVM, Residente Europeo. Hospital Clínico Veterinario. Universidad Complutense 2 DVM, PhD, Dipl. ECBHM. Profesor Titular Dpto. de Medicina y Cirugía Animal, Fac. Veterinaria, UCM. TRIALVET Asesoría e Investigación Veterinaria SL. (www.trialvet.com / e-mail: trialvet@trialvet.com

— ¿Tienes el feto para medirle y saber aproximadamente qué tiempo de gestación tendría?—No, con los líos del campo no lo recogí en el momento y después, cuando volví, se lo     había llevado la arrobadera.

—Pero qué tamaño aproximado tendría— Le pregunté yo.

—Grandecito, como Linda, la perrita que tenemos en casa— me contestó dubitativo.

Hice lo que me pidió y, afortunadamente, encontramos la vaca abortada, era una de las que le tocaba la revisión previa al secado en esa visita. Todos somos conscientes de la importancia de la reproducción para el devenir de las explotaciones. La reproducción es muy compleja y en ella influyen un sinnúmero de aspectos, desde los fisiológicos inherentes a la misma, pasando por los relacionados con las enfermedades metabólicas o infecciosas que afectan directa e indirectamente en ella, y terminando con los aspectos más relacionados con el ganadero como son la detección de celo y la inseminación.

Durante mucho tiempo se pensó que la alta selección genética enfocada a la producción láctea, la que había hecho que pasáramos de medias de veinte litros por vaca y día a cuarenta, afectaba negativamente a la reproducción. Sin duda, la alta producción lechera afecta de manera negativa a la expresión del celo, lo que unido al aumento del número de vacas en las explotaciones, iba en detrimento de la fertilidad. Pero la inseminación a tiempo fijo con el descubrimiento del protocolo hormonal de sincronización de la ovulación Ovsynch® por Pursley y su equipo en 1995 solventó en gran medida ese problema. Fue un descubrimiento revolucionario, aún recuerdo perfectamente la primera vez que lo probé al poco de publicarse el artículo y eso que ya han pasado casi treinta años. A aquel primer protocolo le siguieron muchas modificaciones; aún hoy en día siguen apareciendo variantes que continúan mejorando la fertilidad de las vacas. Tan revolucionario fue el descubrimiento que el trabajo reproductivo en las granjas, incluidas las visitas de reproducción, a partir de entonces giró en torno a él. Sin embargo, en los últimos años, hay granjas que gracias a los nuevos sistemas de monitorización telemática -podómetros y collares- están prescindiendo con éxito de los tratamientos hormonales.

Sin embargo, la cuestión de la pérdida fetal está menos controlada. Al igual que sucede en nuestra especie, el mayor porcentaje de las pérdidas se producen al inicio de la gestación y según avanza esta, las probabilidades de aborto van disminuyendo. Las pérdidas antes del primer diagnóstico de preñez no las podemos conocer, no se sabe si el óvulo no llegó a fertilizarse o si el embrión fue abortado, porque la vaca o bien repite celo a la siguiente luna o la diagnosticamos vacía alrededor del mes de gestación.

Lo que sí sabemos es que, entre el primer diagnóstico de gestación, día treinta, y el tercer mes de gestación se pierden alrededor de un diez por ciento de gestaciones. Esa cifra es variable dependiendo fundamentalmente del número de partos de la vaca y de la temperatura ambiente. Por ello, es normal que volvamos a diagnosticar la preñez entre los días sesenta y noventa de gestación. Entre ese periodo y los nueve meses de gestación el número de abortos disminuye, pero aun así se consideran normales alrededor de un cuatro por ciento. Es por ello por lo que sea habitual diagnosticar la preñez de las vacas, por tercera vez, antes de secarlas. Esos diagnósticos de gestación sirven para tomar decisiones sobre la vaca que no está preñada, básicamente decidir si se la vuelve a intentar preñar o ya no se la insemina más, y decisiones de rebaño. Las decisiones de rebaño se toman cuando los porcentajes de pérdidas son superiores a los que se consideran “normales”. Porque consideramos “normal” que una vaca gestante de mellizos aborte, que una vaca a la que otra le da un cabezazo aborte, etc.

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