LA NUTRICIÓN DE VACAS LECHERAS
Están aumentando las tasas de inclusión de granos de maíz y ensilado de maíz en la alimentación diaria de las vacas. Ningún otro cultivo presenta niveles tan altos de disponibilidad de suministro, densidad energética y uniformidad. El ensilado de maíz tiene gran palatabilidad y suministra una cantidad considerable de almidón que sobrepasa el rumen. Este almidón by- pass se digiere en el intestino y es más eficaz como fuente de glucosa para las vacas en inicio de lactación, que si fuera degradado a ácidos grasos volátiles en el rumen.
de Dr. N.E. Ward, M. de Beer
El trigo y la cebada son malas fuentes de almidón by-pass porque se degradan rápidamente en el rumen, y solamente entre el 5% y el 10% de estos ingredientes salen del rumen sin fermentar. El almidón de maíz, a su vez, es una fuente de energía que se degrada muy lentamente y es más posible que pase intacto por el rumen. De hecho, hasta el 30% del almidón de maíz puede salir del rumen sin digerir. Una vaca en inicio de lactación que produzca 40 kg de leche por día tiene requerimientos de glucosa de aproximadamente 3kg para la producción de leche1 (Tabla 1). Por lo tanto, el almidón de maíz que sobrepasa el rumen puede ser equivalente, aproximadamente, al 60% de los requerimientos diarios de glucosa para la producción de leche (Tabla 2).
Por ese motivo, los productores de leche no solamente invierten en genética bovina, sino también en genética de híbridos de maíz. Los nuevos híbridos de maíz que se cultivan para ensilado y/o maíz en grano deben rendir el máximo de cada hectárea, en términos de energía del almidón y también de forraje. Para obtener alta concentración de energía en el alimento balanceado, es necesario prestar atención especial al contenido de almidón y su degradabilidad en el rumen, así como también, al contenido de fibra y su digestibilidad.
Degradabilidad y digestibilidad
La degradabilidad del almidón del maíz en el rumen se ve fuertemente afectada por el tipo de híbrido de maíz utilizado en el alimento balanceado y su madurez. Las variedades con endospermo duro o vítreo se denominan ‘flint’, mientras que aquellas con endospermo más blando o harinoso reciben el nombre de híbridos ‘dent’. Por lo tanto, la proporción de almidón de maíz que se fermenta en el rumen puede variar considerablemente, siendo que entre el 50% y el 95% depende de las variedades de maíz y su madurez (Figura 1).
El almidón no degradado en el rumen llega al intestino delgado, donde será digerido por las enzimas endógenas producidas por la vaca. Pese a que el aumento de flujo de almidón en el intestino puede aumentar la absorción directa de glucosa, un importante precursor de lactosa para las vacas lecheras de alto rendimiento, la capacidad del intestino delgado de digerir grandes cantidades de almidón es limitada.
Por lo tanto, parte del almidón no digerido puede pasar por el duodeno, llegar al intestino posterior y perderse en las heces, lo cual impacta de forma negativa el aprovechamiento del alimento balanceado y acarrea costos para el productor de leche (ver Figura 1).
Otro efecto negativo que puede resultar de la alimentación con altas cantidades de almidón de degradación muy lenta es la baja disponibilidad de oligosacáridos o energía rápidamente disponible en el rumen, directamente después de la alimentación. De esta forma, hay una falta de energía para las bacterias colonizar y digerir la fibra, con lo cual se limita la capacidad y la velocidad de los microorganismos para degradar la fibra detergente neutro de la dieta (NDF por su sigla en inglés). Inclusive, la biomasa microbiana, y, por lo tanto, la producción de proteínas microbianas puede quedar comprometida, debido a la falta de energía más disponible.
Sincronizar el metabolismo energético y proteico en el rumen es, sin embargo, la clave para maximizar la producción de proteína microbiana, para un aprovechamiento óptimo del alimento balanceado y, por consiguiente, óptimo desempeño.
La tasa y el sitio de digestión del almidón en el tracto gastrointestinal pueden ser alterados a través de los diferentes métodos de procesamiento de los granos, y también, de la cosecha del producto con la madurez adecuada y con el contenido correcto de materia seca. Recientemente, se ha comprobado que las enzimas del alimento también pueden ejercer impacto sobre la degradabilidad del almidón en el rumen. Experimentos in vitro utilizando fluido ruminal tamponado demostraron que la adición de una enzima alfa amilasa a diferentes variedades de granos aumenta la producción de gases, indicando la intensidad de la fermentación. El mayor efecto se produjo con granos de maíz en que la alfa amilasa presentaba una intensidad mayor de fermentación, de casi el 80%3 (Figura 2). Además, diferentes variedades de maíz reaccionaron de forma diferente a la adición de alfa amilasa. Por ejemplo, la intensidad de fermentación es más alta en el caso de la variedad ‘flint’, que en la variedad ‘dent’ de los híbridos de maíz.
Enzimas alimentarias para el rumen
Las enzimas alimentarias representan una innovación radical en la nutrición de vacas lecheras, y una de ellas, en especial, puede ser utilizada como un abordaje nuevo para maximizar el aprovechamiento del almidón del maíz y la digestión de las fibras al inicio de la lactación. El producto RONOZYME® RumiStarTM está registrado como aditivo para alimentos balanceados y, actualmente, es la única enzima en el mercado para uso en vacas lecheras que actúa en el rumen. RONOZYME® RumiStarTM cataliza la hidrólisis del almidón del maíz a oligosacáridos en el rumen sin comprometer el pH (Figura 3).
ARTICULO COMPLETO AMILASA: UNA INNOVACION RADICAL PARA LA NUTRICION DE VACAS LECHERAS