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BIENESTAR ANIMAL EN BOVINOS DE LECHE: PROBLEMAS, ESTRATEGIAS Y VALORACION

OEA Por OEA Ago10,2017

 

 

 

BIENESTAR ANIMAL EN BOVINOS DE LECHE

El objetivo de esta charla es describir algunos problemas de bienestar animal en vacas de leche, incluyendo el corte de cola y la eliminación de cuernos, el estrés por calor, el estrés social es decir, el estrés causado por la competencia y las interacciones agresivas entre vacas-, y los problemas relacionados con la conducta de reposo de la vaca.

INTRODUCCIÓN

El concepto de bienestar animal puede definirse de varias maneras: (1) según las emociones que experimentan los animales, (2) según la facilidad con que los animales se adaptan al ambiente que se les proporciona y (3) según las posibilidades que tienen los animales de mostrar una conducta normal.

Xavier Manteca Xavier.manteca@uab.es Facultad de Veterinaria
Universitat Autònoma de Barcelona, 08193 Bellaterra (Barcelona)

El miedo y el dolor son dos emociones negativas que tienen efectos obvios sobre el bienestar. Por lo tanto, disminuir las situaciones que causan miedo, así como las patologías –tales como cojeras y mamitis- y las prácticas de manejo –tales como las amputaciones de cola y algunos métodos comúnmente utilizados para eliminar los cuernos- que causan dolor constituye un primer requisito para asegurar el bienestar de los animales.

Según su capacidad de adaptación al ambiente, un animal puede encontrarse teóricamente en tres situaciones diferentes. En primer lugar, si la adaptación al ambiente es imposible, el animal morirá o enfermará; en consecuencia, la mortalidad y la incidencia de enfermedades y lesiones causadas por el ambiente son indicadores de falta de bienestar. En el caso concreto del vacuno de leche, las principales enfermedades y lesiones causadas por el ambiente –o que, al menos, tienen una etiología multifactorial- son las mastitis y las cojeras.

En segundo lugar, la adaptación al ambiente puede ser posible pero suponer un coste biológico importante para el animal. Dicho coste es consecuencia normalmente de una respuesta de estrés intensa o duradera que afecta negativamente al crecimiento, reproducción, producción de leche o función inmunitaria.
La respuesta de estrés se desencadena en situaciones que el animal percibe como una amenaza y se inicia con un aumento en la secreción de CRH, que es una hormona producida por el hipotálamo. Además de otras muchas acciones, la CRH actúa estimulando la liberación de hormona adrenocorticotropa (ACTH) por parte de la adenohipófisis. A su vez, la ACTH estimula la secreción de glucocorticoides – especialmente el cortisol en el caso de los mamíferos domésticos- por parte de la corteza adrenal.

En tercer lugar, un animal puede encontrarse en un ambiente adecuado en el que la adaptación sea no solo posible sino también fácil, de modo que no suponga ningún coste biológico para el animal. En este caso el bienestar del animal sería satisfactorio.

La tercera definición de bienestar hace referencia a la posibilidad de mostrar una conducta normal, especialmente aquellas conductas que son importantes para los animales. Este es el caso, por ejemplo, de la conducta de reposo en vacas de leche.

Porlo tanto, asegurarse de que las instalaciones y el manejo permiten la expresión normal de dicha conducta es otro requisito importante de bienestar.

IMPORTANCIA DEL BIENESTAR

En general, y dejando al margen consideraciones éticas y aspectos relacionados con la percepción del consumidor, el bienestar animal es importante porque una falta de bienestar reduce la productividad. Esto es debido, en primer lugar, a que algunos de los principales problemas de bienestar del vacuno de leche –como las cojeras, por ejemplo- son problemas de salud. Además, la conducta de alimentación es muy sensible a las situaciones de estrés. En efecto, cuando el animal –en este caso la vaca- percibe una amenaza –tanto si es real como si no lo es- responde con un aumento en la síntesis y secreción de CRH –hormona liberadora de corticotropina- por parte del núcleo paraventricular del hipotálamo. La CRH actúa directamente sobre las estructuras nerviosas que controlan la ingestión de alimento, ejerciendo un efecto inhibitorio sobre la misma.

Al igual que ocurre con la ingestión de alimento, la conducta de rumia resulta también muy afectada por el estrés. En efecto, en la vaca y en los rumiantes en general existe una relación inversa entre el tiempo dedicado a la rumia y el tiempo dedicado a dormir; además, durante los episodios de rumia la vaca suele mostrar un estado de somnolencia. Así pues, es muy probable que la rumia comparta algunas de las características del sueño y esto explicaría que sea tan sensible a situaciones de estrés o incomodidad. En resumen, pues, tanto la ingestión de alimento como la rumia son conductas muy relacionadas con la producción y muy sensibles a los efectos del estrés.

Un aspecto relacionado con la biología del estrés y que merece la pena mencionar es su carácter aditivo. Esto significa que los cambios fisiológicos o de conducta que muestra un animal como consecuencia de una situación estresante son tanto más marcados cuanto mayor es el número de factores de estrés que afectan al animal. Como consecuencia de esto, los momentos más delicados en un ciclo de producción son aquellos en los que el animal está expuesto simultáneamente a varios factores estresantes. En el caso del vacuno de leche, esto ocurre por ejemplo durante el verano, cuando al efecto de las temperaturas elevadas se suma la presencia de un número elevado deinsectos, o bien cuando se cortan los cuernos de las novillas coincidiendo con su destete o poco después de él.
Un último aspecto general de interés es que los efectos de los factores estresantes sobre el comportamiento –especialmente sobre la ingestión de alimento- son especialmente importantes en las fases del ciclo productivo que ya son “delicadas” por sí mismas y, en particular, durante las primeras semanas después del parto. En efecto, la curva de lactación suele alcanzar su valor máximo unas 4-8 semanas después del parto, mientras que la ingestión de materia seca alcanza su nivel máximo entre las 10 y las 14 semanas después del parto. Este “desfase” entre la producción de leche y el consumo de alimento resulta en un balance energético negativo al comienzo de la lactación, que se acentúa si el consumo de alimento disminuye a causa de una situación de estrés. Probablemente, esta situación es mucho más pronunciada y debe tenerse más en cuenta en vacas primíparas.

 

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