CONDICIÓN CORPORAL EN VACAS DE TRANSICIÓN
Una nutrición excelente durante la lactancia resulta en una condición corporal adecuada en las vacas secas, lo cual es un factor determinante para una lactancia exitosa siguiente.
Adrian A Barragan, DVM, MS, Ph.D. Assistant Clinical Professor
Una nutrición excelente durante la lactancia resulta en una condición corporal adecuada en las vacas secas, lo cual es un factor determinante para una lactancia exitosa siguiente.
La condición corporal está regulada por mecanismos siológicos y genéticos, y puede ser fácilmente inuenciada por el entorno (por ejemplo, niveles de alimentación, densidades de hacinamiento). Una buena condición corporal en las vacas secas solo se puede lograr con un manejo adecuado durante toda la lactancia. El período de transición se considera uno de los momentos más desaantes para las vacas lecheras y se extiende desde tres semanas antes del parto hasta tres semanas después del parto (Drackley, 1999).
Uno de los principales desafíos durante este período es una disminución siológica en la ingesta junto con un aumento en las demandas energéticas (principalmente por el inicio de la lactancia), lo que causa un balance energético negativo (Drackley, 1999). Esto predispone a las vacas lecheras a movilizar tejido graso para compensar la falta de energía, lo cual disminuye la condición corporal de estos animales.
Cuando las vacas no se manejan adecuadamente (por ejemplo, sobrepastoreo, nutrición inadecuada, alta incidencia de enfermedades), la disminución en la ingesta de materia seca se magnica y las vacas movilizan tejido graso de manera intensiva, desarrollando posteriormente cetosis, que es un factor de riesgo importante para enfermedades metabólicas e infecciosas, así como una baja producción y fertilidad (Benedet et al., 2019).
Además, debido a la selección genética intensiva hacia mayores rendimientos de leche en las últimas décadas, la movilización del tejido adiposo se ha intensicado considerablemente (Cousillas et al., 2019).
Puntuación de condición corporal (PCC)
Un sistema para medir subjetivamente las reservas corporales de las vacas fue diseñado por primera vez en los años 70 (Lowman et al., 1973). Desde entonces, se desarrollaron en todo el mundo múltiples sistemas para puntuar el grado de acumulación aparente de tejido graso. En los Estados Unidos, se ha adoptado ampliamente un sistema de puntuación de condición corporal de 5 puntos que progresa en cuartos de punto (0,25 puntos) (Ferguson et al., 1994). Puedes aprender más sobre la descripción y uso de este sistema de puntuación a través de materiales educativos prácticos desarrollados por Penn State Extension (Enlace: condición corporal en vacas lecheras).
Numerosos estudios sugieren un PCC óptimo al parto entre 3,0 y 3,5. Un PCC inferior a este puede estar asociado con una menor producción y rendimiento reproductivo, mientras que un PCC superior (>3,5) puede reducir la ingesta de alimento y aumentar el riesgo de enfermedades metabólicas (Lüttgenau et al., 2016).
Además, durante el período de transición los animales no deberían perder más de 0,5 puntos de PCC (Roche et al., 2009). En la Figura 1 se proporciona un resumen práctico del PCC recomendado a lo largo del ciclo de producción. Condición corporal y su relación con la salud y el rendimiento Existe una percepción general de que las vacas delgadas pueden tener más problemas de salud; sin embargo, no hay mucha investigación que respalde esta hipótesis. Por el contrario, hay muchos estudios que sugieren que existe una asociación entre las vacas sobrecondicionadas y una respuesta inmune deteriorada (Roche et al., 2009).
Esto puede deberse a la mayor pérdida de PCC después del parto que se asocia con vacas sobrecondicionadas (Contreras y Sordillo, 2011).
Se ha informado que las vacas frescas con un PCC >3,5 tienen un 30% más de probabilidades de sucumbir a la ebre de la leche que las vacas con un PCC de 3,0 (Roche y Berry, 2006). Esto podría deberse a la disminución de la ingesta de materia seca después del parto observada en vacas con mayor PCC (>3,5) y a la mayor demanda de calcio para la producción de leche (Roche et al., 2009). Además, las vacas con un PCC >3,5 al parto tienen un mayor riesgo de desarrollar cetosis en comparación con aquellas con un PCC de 3,25 (Gillund et al., 2001).
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