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CONOCER EL COMPORTAMIENTO DE LOS ANIMALES PARA MEJORAR SU BIENESTAR Y SU PRODUCTIVIDAD

OEA Por OEA May11,2019

 

 

MEJORAR SU BIENESTAR Y SU PRODUCTIVIDAD  

 

En el siguiente estudio nos centramos en el caso concreto del ganado vacuno de leche, cuyo punto de partida para conseguir un buen manejo y una buena relación ser humano-vaca comienza por conocer sus cinco sentidos y cómo influyen en su comportamiento.

M. Yllera 1 , J. Cantalapiedra 2 , M. E. Fernández 3 , A. Iglesias 4 , M. Camiña 5

1 Departamento de Anatomía, Producción Animal y Ciencias Clínicas Veterinarias. USC 2 Servicio de Ganadería de Lugo. Xunta de Galicia 3 Departamento de Ingeniería Agroforestal. USC 4 Instituto de Biodiversidad y Desarrollo Rural. USC 5 Departamento de Fisiología. USC.

INTRODUCCIÓN

 

Se puede definir el comportamiento como el conjunto de tareas observables, hereditarias y adquiridas que se producen como reacción a un estímulo o cambio fisiológico en los animales. En el caso del ganado vacuno estas actividades innatas y aprendidas le sirven para interaccionar dinámicamente tanto con el entorno ambiental, satisfaciendo una necesidad corporal (ingesta, excreción, cuidado corporal, etc.), como con otros animales con los que establecen relaciones (sexuales, materno-filiales, jerárquicas de dominancia-subordinación, competitivas, de juego, etc.). Este conjunto de señales y contraseñales es lo que se conoce como lenguaje corporal (Fraser, 1982; Fraser y Broom, 1997; Moreno et al., 2013) y a nivel de campo es muy conveniente conocerlas, ya que los primeros síntomas de problemas patológicos en los animales suelen aparecer como alteraciones comportamentales.

La conducta innata es la transmisión hereditaria de respuestas corporales, mientras que el comportamiento adquirido se va desarrollando a lo largo de la vida, a través de experiencias positivas y negativas. Cada proceder se desarrolla durante un periodo crítico en algún momento de la vida del animal, pues si en ese momento no se produce tal desarrollo, ya nunca se producirá (Fraser, 1982), como es el caso de laimpronta o el reconocimiento entre el recién nacido y la madre inmediatamente después del parto. Actualmente se cree que, cuando esas pautas de comportamiento son innatas y necesarias para el desarrollo normal del individuo, su imposibilidad de expresión va en contra de su calidad de vida, y no son tan importantes aquellas que son aprendidas o se expresan como adaptación a condiciones desfavorables al medio (Portela et al., 2013).

Desde un enfoque económico, también resulta indudable que la aplicación de los conocimientos etológicos permite mejorar notablemente las producciones que obtenemos de los animales mejorando a la vez la seguridad de las personas en las explotaciones. Esto resulta especialmente evidente en actividades como la reproducción, parto-lactancia, pastoreo, etc., puesto que la productividad está firmemente unida a aspectos del bienestar animal (BA) como la ausencia de enfermedad (sanidad) y una alimentación en cantidad y calidad adecuadas. Por lo tanto, es lógico que estos dos parámetros/aspectos se incluyesen dentro de las cinco necesidades o libertades de la FAWC y de los cuatro principios del proyecto europeo Welfare Quality de valoración del BA.

Por otra parte, hay que considerar la importancia de la formación continua y del entrenamiento de los ganaderos, ya que su actitud en el manejo del ganado mejora en todos los ámbitos el trabajo en la explotación.

CÓMO INFLUYEN LA ANATOMÍA Y LOS ÓRGANOS DE LOS SENTIDOS EN EL COMPORTAMIENTO DE LOS BOVINOS

Se denomina función de relación al conjunto de procesos que permiten a los animales recibir información, procesarla y reaccionar/responder ante el entorno que les rodea. Los organismos mantienen esa función de relación equilibrada con su medio ambiente mediante el funcionamiento adecuado de sus cinco sentidos: vista, oído, olfato, tacto y gusto (Ruiz, 2018).

Los bovinos son herbívoros sociales y gregarios. En la naturaleza viven en grupos en los que cada miembro se relaciona con los demás, estableciendo relaciones de afinidad y competencia. El grupo está perfectamente estructurado merced a una intensa comunicación entre sus miembros, que es posible gracias a los estímulos percibidos por sus sentidos. La domesticación les ha impuesto una estrecha relación con la persona que gobierna el rebaño y, a menudo, le impone una serie de restricciones más o menos antinaturales. Desde el punto de vista de estos animales, el ser humano es un depredador por lo que, si no están muy acostumbrados a su presencia, reaccionarán a ella. A menudo, esto desencadena situaciones peligrosas tanto para el rebaño como para el cuidador. Para prevenirlas y reducir los riesgos, resulta esencial comprender la percepción sensorial de los rumiantes, así como las características de su comportamiento y sus mecanismos de adaptación a los cambios del ambiente. Comprender qué y cómo percibe el entorno, así como la manera en que reaccionará ante un estímulo concreto, es fundamental para manejar y controlar con cierta seguridad a una vaca o a un rebaño de cualquier otra especie.

Vista

A semejanza de los équidos, tienen los ojos en una situación muy lateral, lo que les confiere un amplio campo de visión a su alrededor (entre 290 y 340° según especie) pero solo una pequeña zona de visión binocular (60-20°). También tienen una región ciega situada detrás de ellos. Una vez más, son animales “presa” y su evolución les ha dotado de un sistema óptico muy sensible al movimiento y a los contrastes de luz y sombra. Visualizan permanentemente el horizonte mientras pastan. Esto explicaría por qué se sobresaltan cuando algo se mueve repentinamente en su entorno, sobre todo si lo hace de manera brusca; por esta razón se recomienda acercarse siempre al ganado despacio. Los bovinos son incapaces de detectar ningún objeto ubicado por encima de la línea de la cabeza, a menos que esté en movimiento.

Tienen dificultad para enfocar rápidamente objetos cercanos, ya que sus músculos ciliares son débiles. Su agudeza visual es inferior a la humana: se piensa que una vaca debe estar a 20 metros de distancia de un objeto para poderlo percibir con los mismos detalles que una persona podría detectar a 200 m (Manteca, 2009). Este hecho, junto a su escasa percepción de la profundidad, podría ser la causa por la que rehúsan atravesar una zona sombría o sobre un desagüe y muestran una fuerte tendencia a moverse desde los lugares de escasa iluminación hacia otros mejor iluminados. Ahora bien, como su ojo es mucho más sensible a la luz que el nuestro, también huyen de una luz cegadora. A menudo se detienen de manera súbita, asustados, ante un cuadrado iluminado en el suelo oscuro (por ejemplo, la luz intensa que sale por una ventana). Los cambios de iluminación precisan unas modificaciones en el ojo (en la pupila y los pigmentos de la retina) para adaptarse a la nueva situación; el tiempo que necesita una vaca para conseguirlo es muy superior al de la especie humana; esto debería ser tenido en cuenta cuando se desea mover a los animales hacia una zona más oscura (Mounaix et al., 2014).

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