Durante las dos últimas décadas, las enfermedades causadas por alimentos surgieron como un problema importante y creciente de salud pública y económica en muchos países.
Debido a las crisis mundiales generadas por algunos alimentos de origen animal, la seguridad alimentaria es considerada uno de los atributos más importantes y valorizados por los consumidores.
Liliana Borges y Melina Bonato I&D, ICC Brazil
Según la FAO y el USDA, 25% de los cultivos agrícolas mundiales están contaminados con algún tipo de micotoxina y, como consecuencia, más de 532 millones de toneladas de granos presentan contaminación.
Considerando que la base de las raciones está formada por granos y cereales, gran parte de esta producción puede estar contaminada por micotoxinas, lo que es preocupante.
Las consecuencias económicas son expresivas y no están limitadas solamente al valor agregado de las materias primas, sino también a las pérdidas relacionadas con la pérdida de productividad animal, ya que la propagación de las micotoxinas ocurre en toda la cadena alimentaria, resultando en la contaminación de los productos finales, como carne, leche y huevos.
Las aflatoxinas son metabolitos secundarios producidos por Aspergillus parasiticus, Aspergillus flavus y el raro Aspergillus nomius. Aparecen en los alimentos en las formas de aflatoxina B1 (AFB1), B2, G1 y G2, y en la leche en las formas oxidativas M1 y M2.
La contaminación de los alimentos por AFB1 es considerada un grave problema de salud pública en el mundo, ya que además de afectar negativamente a la salud animal, el rendimiento y la reproducción, tiene un efecto cancerígeno, mutágeno, teratógeno, inmunosupresor y hepatotóxico.
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