Esta estrategia metabólica del cuerpo ocurre sobre todo en vacas de alta producción, como una manera de favorecer la producción de leche.
Dr. Pedro Meléndez
La insulina es una hormona de mucha importancia para los mamíferos —entre ellos los seres humanos y los bovinos—, debido a que se relaciona con la disponibilidad de glucosa (el azúcar de la sangre) en todos los tejidos del organismo. Además, tiene un rol fundamental en el metabolismo de las grasas, por lo que en la práctica es una hormona clave para el metabolismo energético.
La glucosa, por su parte, es un azúcar que requiere de un receptor y transportador que la introduzca al interior de la célula. Estos receptores son estimulados por la insulina, que a su vez es estimulada cuando la concentración de la glucosa en la sangre (glicemia) aumenta sobre cierto nivel. Así, la insulina es producida y liberada por células especiales del páncreas (células beta), que se estimulan cuando captan concentraciones elevadas de glucosa en sangre.
Esta, además, estimula a todos los receptores de las células del organismo para que la glucosa pueda ingresar al interior de ellas y así ser utilizada como fuente de energía para los procesos vitales. No obstante, hay ciertos órganos o tejidos que trabajan completamente independientes de la insulina, como la glándula mamaria de algunos mamíferos. Aquí, por ejemplo, el ingreso de la glucosa a la célula no depende de los receptores ni trasportadores dependientes de la insulina.
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