EL ABC DE LAS ENFERMEDADES METABÓLICAS QUE AFECTAN EL GANADO LECHERO

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EL ABC DE LAS ENFERMEDADES METABÓLICAS

QUE AFECTAN EL GANADO LECHERO

Las enfermedades metabólicas juegan un papel importante en la rentabilidad del negocio. Conozca sus efectos a continuación.

Daniela San Martín

Evitar las enfermedades metabólicas en el ganado lechero es importante para la rentabilidad del negocio. Por ello es fundamental que los productores, jefes de lechería y asesores de los distintos predios lecheros del país estén atentos a las señales que les entregan sus animales.

Las enfermedades metabólicas en las vacas lecheras se presentan, por lo general, durante el periodo de posparto. En esta etapa el animal experimenta una serie de cambios internos —tanto hormonales y físicos como metabólicos— debido a que su cuerpo se encuentra en un proceso de adaptación.

Cualquiera de estos trastorno, además de representar un potencial riesgo para la salud futura reproductiva del animal, disminuirá de forma importante su producción de leche.

A menudo, estos problemas surgen debido a deficiencias nutricionales y de confortabilidad, por lo que es clave que el animal cuente con una dieta equilibrada, que se ajuste al momento de su vida; y un ambiente óptimo para la producción. Esto cobra especial sentido si se considera que la alimentación representa alrededor del 60% de los costos variables de una explotación lechera.

Los principales problemas metabólicos que presenta el ganado lechero son la cetósis, la hipocalcemia, el desplazamiento del abomaso, el síndrome de la vaca gorda o de movilización de grasa y la hipomagnesemia. Conózcalas a continuación.

Cetosis

También conocida como acetonemia, esta enfermedad es común entre las vacas lecheras. Consiste en un desorden que, por lo general, ocurre durante las primeras seis semanas de ordeña produciéndose en el animal una hipoglicemia; condición que se da cuando la vaca presenta un nivel de glucosa bajo en la sangre y que se acompaña de pérdida en su condición corporal. En este caso la vaca moviliza reservas corporales, aumentando los cuerpos cetónicos en circulación, durante un periodo de balance energético negativo.

Hoy, los cuerpos cetónicos pueden ser medidos de forma fácil a través de exámenes de orina o sangre. “Lo más importante —según Hidalgo— es que éstos se pueden hacer en terreno”.

Si bien las principales fuentes de energía de un rumiante son los ácidos grasos volátiles producidos en el rumen, sólo uno es (el principal) gluconeogénico, es decir un precursor de la producción de glucosa a nivel hepático. En el caso de las vacas en periodo de lactancia, una importante parte de la glucosa producida será utilizada en la síntesis de la lactosa en la leche. “Si a esto además se le suma una dieta que no cubre sus requerimientos y produce movilización de grasa, es muy probable que el animal produzca una cetosis”, asegura el Dr. Gonzalo Hidalgo, académico universitario y veterinario asesor de predios lecheros.

La cetosis se presenta como consecuencia de la reducción del apetito del animal, la cual a su vez puede ser producida por otras enfermedades como metritis, mastitis y desplazamiento abomasal. Por ello es de suma importancia estar atento a las primeras semanas del posparto. En ese contexto, se debe revisar el estado corporal, tracto reproductivo y glándula mamaria del animal; y descartar el desplazamiento abomasal y las cojeras, entre otras cosas.

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