CONTENER EL CAMBIO CLIMÁTICO
Los grandes emisores mundiales de gases contaminantes han puesto sobre la mesa sus objetivos para combatir el calentamiento global. China, Estados Unidos, la Unión Europea e India prometen reducir sus emisiones desde ahora hasta 2030, algunos con planes más ambiciosos que otros. En total, la ONU ha recibido propuestas de 146 países, que en diciembre, durante la cumbre mundial sobre el clima que se celebrará en París, servirán para trazar un nuevo tratado.
Pero, ¿será esto suficiente? Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) continuarán aumentando pese a todas las promesas y las millonarias inversiones en energías renovables. Pues el problema es que, a menudo, los objetivos climáticos están asociados a los de crecimiento económico. De manera que, si por ejemplo un país emergente como India duplica su producto interior bruto (PIB) en los próximos años, también podrá duplicar sus emisiones de gases contaminantes, restando la reducción comprometida.
Además, tampoco está claro quién se encargará de verificar el cumplimiento de esos objetivos. El Protocolo de Kioto establecía límites de CO2 para todos los países firmantes y multas para quienes los incumplieran. Pero esta vez no habrá instrumento punitivo, señaló Brigitte Knopf, secretaria general del instituto de investigación MCC en Berlín. “Pero el hecho de que todos hayan presentado compromisos considerables pone de manifiesto que el proceso voluntario funciona”, añadió.
Países como Brasil también introducen sus bosques en el cálculo. Pero, ¿realmente se podrá detener la tala ilegal de árboles en la selva del Amazonas antes de 2030, como prometió la presidenta Dilma Rousseff? Según el instituto brasileño INPE, la destrucción de la selva amazónica sigue avanzando. “En los últimos años, el gobierno de Brasil ha emprendido diversos cambios legislativos para acelerar la explotación del Amazonas”, afirmó Oliver Salge, de la organización ecologista Greenpeace.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha impuesto para su país un objetivo de reducción de un 32 por ciento, lo que supone un mayor compromiso. Y eso es buena señal. Pero sus argumentos para lograrlo son el fraking (fractura hidráulica), pues la quema de gas emite menos CO2 que la de carbón, y una mayor apuesta por las energía solar y eólica. Y contra ambas propuestas hay sendas protestas y disputas jurídicas.
Japón, la tercera mayor economía del mundo, apuesta sobre todo por el ahorro energético y un nuevo mix energético en el que, pese a Fukushima, también se incluirá la energía nuclear. Australia, en cambio, no quiere cargar sobre las espaldas de su industria condiciones demasiado duras. El año pasado, su conservador gobierno se convirtió en el primer país del mundo en suspender el plan de negociación de emisiones introducido por el Ejecutivo anterior.
Por su parte, China, el mayor consumidor mundial de energía, pretende esforzarse y lograr un objetivo de recortar entre el 60 y el 65 por ciento sus emisiones en función del PIB. Los expertos creen que el gigante asiático podría lograrlo incluso antes de 2030, pues los cambios estructurales que está acometiendo se dirigen a convertirla en una innovadora economía. Se calcula que las emisiones de dióxido de carbono en China alcanzarán su máximo antes de 2030, un compromiso que en países como India, que actualmente crece a un ritmo rapidísimo, no existe.
Con todo, India envía actualmente a la atmósfera 1,7 toneladas de dióxido de carbono por persona al año, con tendencia en aumento. En Estados Unidos la cifra es de 16.6 y en la Unión Europea, de 7.3, con tendencia descendente. El ratio de otros países es mucho peor, y algunos ni siquiera han enviado propuesta de compromiso alguna a Naciones Unidas. Por ejemplo, en los Emiratos Árabes Unidos es de 21.6, en Kuwait de 28.1 y en Qatar, de 39.0 toneladas de CO2.
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