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EVALUACIÓN DE ALIMENTOS PARA RUMIANTES E IMPLICANCIAS PRODUCTIVAS

OEA Por OEA Jul19,2019

 

 

 

EVALUACIÓN DE ALIMENTOS PARA E IMPLICANCIAS PRODUCTIVAS

Introducción

El presente artículo pretende estimular el interés del lector en conocer y evaluar los recursos alimenticios con los que cuenta a través de la utilización de los Laboratorios de Calidad de Alimentos para Rumiantes del INTA. Dicha práctica constituye una herramienta de apoyo a los fines de lograr unasintonía fina en la nutrición de animales productores de carne y leche. Si bien una ficha de análisis químico no resulta suficiente para describir en forma exhaustiva e inequívoca el valor nutricional de un recurso alimenticio constituye una primer etapa para detectar causas probables condicionantes de bajas ganancias de peso o producciones sub-óptimas de leche. Por otra parte, el interés actual en la utilización de programas de computación para obtener un adecuado balance de raciones (REQNOV, REQPLUS, RACION y RACPLUS INTA) exige el conocimiento de ciertos parámetros de composición y valor nutritivo de los alimentos. En el Cuadro 1 se presentan algunas de las ventajas y dificultades que normalmente se describen en sistemas de producción a base de pasturas y a base de concentrados.

Ing. Agr. Gerardo A. Gagliostro (1), Dra. Mónica Gaggiotti (2) (1)INTA EEA Balcarce, E-mail : ggagliostro@balcarce.inta.gov.ar (2)INTA EEA Rafaela, .E-Mail: mgaggiotti@rafaela.inta.gov.ar

En los sistemas base pastoril el costo de producción disminuye drásticamente en la medida en que aumenta la cantidad de forraje en pastoreo directo pero a su vez aumenta la variabilidad en la calidad de la dieta ingerida a causa de fluctuaciones en la composición química del forraje. Estas fluctuaciones, que tienen lugar dentro de una misma pastura a lo largo del año, pueden tener una notable influencia sobre la ganancia de peso y sobre la respuesta a la suplementación en un ciclo de invernada. Este concepto se ilustra en el Cuadro 2 donde se compara una invernada corta puramente pastoril de un año de duración.

(T1) con una invernada con igual base pastoril y suplementación con grano de maíz (0,7 % del peso vivo) (T2) durante todo el ciclo productivo. La base forrajera estuvo constituída por una pastura base alfalfa, festuca alta y cebadilla criolla pastoreada en forma rotativa.

En el presente ensayo la cantidad (oferta) de forraje fue ajustada a fin de no ser un factor limitante del consumo. Durante el otoño e invierno, los animales respondieron con un efecto aditivo a la suplementación (la sustitución fue nula) probablemente como consecuencia de desbalances o deficiencias en la composición del forraje (bajos tenores de materia seca, alto contenido proteico) lo que se tradujo en mayores ganancias de peso. En primavera, y probablemente a causa de un forraje más balanceado, la sustitución de forraje por grano tuvo lugar (menor consumo de forraje) no permitiendo diferenciar a los tratamientos en lo que respecta a la ganancia de peso obtenida. Cabe comentar que cuando el consumo de pastura es bajo (por una alta presión de pastoreo, una baja disponibilidad o una calidad subóptima del forraje) la sustitución no se manifiesta (Meijs, 1981). Este tipo de resultados resalta la importancia de conocer el valor nutritivo analizando el forraje a fin de aumentar la precisión en la toma de decisiones nutricionales (suplementación) tendientes a balancear correctamente la dieta. Implica por consiguiente un cierto esfuerzo destinado a estimar la composición química del recurso pastoril si se pretende alimentar racionalmente a un rodeo productor de carne o de leche.

En primer término resulta relevante destacar la importancia de conocer la composición química del forraje (y de otras materias primas) a fin de proponer combinaciones de alimentos adaptadas a los requerimientos de los animales. Si la composición del forraje, (que constituye generalmente la base de la dieta o la mayor proporción de la misma) y su implicancia sobre la producción es desconocida, la suplementación (o la combinación de recursos forrajeros) cumple simplemente el rol de cubrirdeficiencias cuantitativas (cantidad de alimento). El conocimiento y la interpretación de los parámetros de composición de los alimentos permite balancear cualitativamente una dieta destinada a rumiantes. Se describirá brevemente a continuación la composición de algunos alimentos destinados a la alimentación de rumiantes y sus implicancias productivas.

Forrajes.

Todos los alimentos están constituídos por los mismos componentes : agua, minerales, hidratos de carbono, lípidos y materiales nitrogenados (Cuadro 3). El primer parámetro a tener en cuenta es la cantidad de agua presente y su separación conduce a la obtención del porcentaje de materia seca (MS). A dicha MS puede sustraerse el contenido de minerales y se obtiene el porcentaje de materia orgánica(MO). La MO del alimento está constituída a su vez por los hidratos de carbono o glúcidos, el material nitrogenado y los lípidos.

El tenor de materia seca (MS) es un parámetro de muy fácil determinación que no por simple deja de tener su importancia en la respuesta animal. El secado de forrajes con aire caliente (60 oC durante 24-36 horas) es adecuado para determinar el contenido de MS. En ausencia de hornos convencionales o estufas la determinación también puede hacerse utilizando hornos de microondas (MW) lo que requiere repetidas pesadas de las muestras hasta obtener un peso constante y un ajuste de horno para lograr una temperatura compatible con un mínimo tiempo operativo sin quemar las muestras (Danelón, 1995). La cantidad de agua presente en un forraje es altamente dependiente de factores externos y puede experimentar importantes variaciones a un mismo estado vegetativo del forraje: disminuye ante situaciones de alta intensidad lumínica y altas temperaturas y aumenta en situaciones opuestas y también ante la fertilización nitrogenada (de 1 a 3 puntos en el caso de las gramíneas) (Jarrige y otros, 1995). Los tenores más bajos de agua en el forraje son por lo tanto observados en verano y los más elevados en otoño-invierno. El agua intracelular contenida en los forrajes incrementa el valor de llenado que un forraje es capaz de producir en el animal afectando negativamente el consumo. Se ha propuesto que por debajo de 15-18 % de MS en el forraje, el consumo estaría afectado y entre valores de 13 a 22 % de MS se ha observado que el consumo de forraje aumenta en forma lineal al hacerlo el contenido de MS (Journet y Verité, 1970). El contenido de MS en un raigrás perenne puede efectivamente caer por debajo de estos valores críticos en días lluviosos. Deficiencias de MS son también factibles en los raigrases tetraploides perennes y anuales y en forrajes clásicamente acuosos como la achicoria. Como se verá más adelante, el tenor de MS puede ser un factor crítico sobre el consumo (y sobre la ganancia de peso) en los verdeos de invierno utilizados en forma temprana. Los genetistas trabajan actualmente en la obtención de variedades con igual valor nutritivo a mayores porcentajes de MS. Se han buscado explicaciones adicionales al efecto de llenado que permitan comprender los bajos consumos registrados en recursos forrajeros muy acuosos. La tasa de consumo (g de MS/minuto) suele aumentar a medida que lo hace el contenido de MS de un forraje. Se produce un aumento lineal de los gramos de MS consumidos por minuto en la medida que aumenta el contenido de MS del forraje desde un mínimo de 12 % a un máximo cercano a 38-40 %. Puesto que el tiempo máximo destinado a pastoreo oscila entre 8-13 horas diarias, una reducción importante en la tasa de consumo influye negativamente sobre la cantidad total de MS ingerida. Además del efecto del tenor de MS sobre la tasa de consumo, existe una menor preferencia por parte del animal a consumir forrajes con alto contenido de agua. Se han realizado estudios de preferencia o aceptación del forraje a distintos contenidos de MS como mecanismo adicional que explicaría los bajos consumos de forraje ante altos contenidos de agua. En el caso de silaje de maíz, el consumo aumentaría hasta valores de 35 % de MS-

En los silajes de pasturas, el consumo aumentaría hasta valores de 50 % de MS en el material ensilado (Van Vuuren y otros, 1995). Las evidencias presentadas pretenden destacar que un parámetro de extremada simpleza en su determinación como lo es el contenido de agua en un forraje puede tener una gran influencia en la respuesta animal a través de disminuciones en el consumo voluntario. Pasando a considerar la materia orgánica (MO) del forraje, el Cuadro 4 describe sus componentes y la disponibilidad nutricional asociada a los mismos. Los Laboratorios de Análisis de Calidad de Alimentos del INTA han adoptado la partición propuesta por Van Soest (1982) en contenido celular y pared celular. No se hará referencia a la metodología de Laboratorio (técnicas de dosaje utilizadas) ni a la composición molecular de las fracciones descriptas aspectos que no se consideraron de interés a los fines del presente artículo. El contenido celular es una fracción sumamente importante ya que su disponibilidad nutricional es completa. Dentro de esta fracción se encuentran los hidratos de carbono solubles (azúcares) cuya presencia en el forraje contribuye enormemente a balancear a la proteína degradable en rumen.

Se han observado efectos significativamente positivos de la presencia de tales azúcares en el pasto sobre la producción de leche y sobre la relación Proteína/grasa butirosa y existen evidencias metabólicas para sugerir que tales respuestas también serían esperables sobre la ganancia de peso de los animales. En condiciones normales, las gramíneas forrajeras de clima templado contienen entre un 5 a 20 % de hidratos de carbono solubles. La concentración resulta ser máxima poco antes de la espigazón tendiendo a desaparecer luego de la floración. Los raigrases resultan más ricos en hidratos de carbono solubles que otras especies existiendo variabilidad entre variedades. La fertilización nitrogenada disminuye el tenor de hidratos de carbono solubles (-15 gramos por kg de MS cada 100 kg de nitrógeno suplementario aplicado para dosis de 100 a 400 kg/ha) (Wilman y Wright, 1983). Las leguminosas forrajeras son particularmente pobres en hidratos de carbono solubles durante la mayor parte del ciclo de crecimiento.

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