LA DIETA DEL VACUNO NO AUMENTA LA HUELLA DE CARBONO PERSONAL
En este trabajo se revisan algunos de los errores en el mensaje deque disminuir o abandonar el consumo de lácteos o carne de vacuno y sustituirlos por otros alimentos produce algún beneficio en la disminución de la huella de carbono personal de los consumidores.
Antonio Jiménez Ceva Salud Animal antonio.jimenez@ceva.com
En muchos medios de información y redes sociales circulan mensajes de que modificar nuestra alimentación puede tener un impacto importante o incluso que es el cambio más importante que se puede hacer en la lucha contra el calentamiento global. Toda esta narrativa comenzó con el narrativa comenzó con el análisis incorrecto del impacto ambiental de la ganadería realizado por la FAO en 2006, posteriormente criticado por su metodología [1]. Debido a estos mensajes, algunas personas quieren modificar sus hábitos de consumo alimenticio con la intención de disminuir su impacto ambiental. En muchas ocasiones, los alimentos producidos por los rumiantes y sobre todo por el ganado vacuno, como los lácteos o la carne, son los propuesto como alimentos a disminuir o a eliminar debido principalmente a su relación con el metano producido por la digestión de la celulosa que se libera en la eructación.
Sin embargo, algunos estudios recientes sobre la manera en cómo se calcula el impacto del metano en el calentamiento y sobre los cambios en emisiones de GEI por reducir o eliminar los alimentos de origen animal, y en concreto los producidos por el ganado vacuno, han puesto de manifiesto que estos cambios son mínimos o nulos.
LA IMPORTANCIA DE CONSIDERAR
LA DENSIDAD NUTRICIONAL AL COMPARAR ALIMENTOS
Para evaluar el impacto en el calentamiento global de un alimento o de cualquier producto o servicio se utiliza una metodología llamada Análisis de Ciclo de Vida (ACV), que es el análisis y la cuantificación de todos los aspectos ambientales de un producto, proceso o servicio a lo largo de su ciclo de vida completo, desde el origen hasta que llega al consumidor. Al resultado final del ACV relacionado con el impacto en el calentamiento global se le llama huella de carbono, que es la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) que emite directa o indirectamente un producto, proceso o servicio debido a su actividad o síntesis. Según esta metodología, en el impacto ambiental de los alimentos se deben tener en cuenta todas las emisiones de GEI asociadas con la producción del alimento en origen, su procesado, transporte y venta detallista y estas emisiones suelen expresarse por unidad de peso, es decir, por kilogramo de alimento. Lo que es susceptible de crítica es el hecho de que esta huella de carbono expresada por kilogramo de alimento producido suele usarse para hacer comparativas entre alimentos.
NO SE PUEDE COMPARAR UN KILOGRAMO DE UN ALIMENTO CON UN KILOGRAMO DE OTRO ALIMENTO
El concepto de sostenibilidad abarca muchos aspectos y en el caso de la alimentación no solo incluye la sostenibilidad ambiental, sino que una alimentación sostenible debe ser también segura, asequible, culturalmente aceptable y nutricionalmente adecuada.
Al tener en cuenta el aspecto de la adecuación nutricional, se hace visible que no se puede comparar un kilogramo de un alimento con un kilogramo de otro alimento. No tiene sentido comparar 1 kg de carne con 1 kg de leche (1 litro), 1 kg de arroz o 1 kg de tomates. Existen diferencias cuantitativas y cualitativas muy importantes, como sus porcentajes de materia seca, sus densidades energéticas y sus composiciones, que hacen que una misma cantidad de dos alimentos no puede ser nunca comparable. Teniendo esto en cuenta, para conseguir la misma cantidad de un nutriente determinado, la cantidad de un alimento menos rico en ese nutriente debe ser mayor que la de un alimento con más concentración.
Cuando los alimentos de origen animal producidos por rumiantes (lácteos y carne) se comparan con otros, por ejemplo los procedentes de monogástricos o los de origen vegetal, la huella de carbono expresada como GEI por kilo de alimento producido es mucho mayor (debido principalmente al efecto del metano expresado con los incorrectos “equivalentes de CO2”) [2], [3]. Pero incluso trabajando con estos obsoletos “equivalentes de CO2”, cuando se considera que un ser humano debería consumir alimentos para llegar a unas necesidades energéticas, cuando se comparan los diferentes alimentos por unidad de energía, es decir, por kilocaloría, esas diferencias se hacen más pequeñas e incluso alguna se invierte [4].
ARTICULO COMPLETO LA INCLUSION DE LACTEOS O CARNE DE VACUNO EN LA DIETA NO AUMENTA LA HUELLA DE CARBONO PERSONAL