LA REPRODUCCIÓN: UNA DE LAS BASES PARA EL DIAGNÓSTICO DE PROBLEMAS EN LA GRANJA

La vigilancia de los celos y de los ciclos hormonales de las vacas son factores que permiten la detección anticipada de enfermedades o evitar una incorrecta nutrición.

A.G./D.G.

La veterinaria Aurora Villarroel da las claves a tener en cuenta para una reproducción adecuada Los problemas en las granjas corresponden a cuestiones de reproducción, enfermedades, nutrición, manejo o ambiente, entre otros, por eso “es necesario aprender a escuchar a las vacas”, señala la consultora veterinaria experta en reproducción Aurora Villarroel. Esto significa que a través de la monitorización de la actividad de estos animales se pueden detectar problemas de forma temprana.

La disposición de programas y biosensores que mediante algoritmos permiten saber si una vaca está comiendo, está rumiando o incluso si están o no en celo, representa una oportunidad para optimizar el manejo en una granja, siempre y cuando “los sistemas de biosensores usen algoritmos que detecten cambios dentro de lo que hace cada vaca durante cada día, y no en comparación con el resto de la granja”, destaca Villarroel.

Atención especial a la reproducción animal

El uso de sensores biológicos, como podómetros, permiten monitorizar los celos de las vacas y vigilar sus ciclos reproductivos. A partir de la medición de ciertos parámetros de reproducción y de los cambios que presentan las vacas se pueden diagnosticar prematuramente problemas en las granjas. Para interpretar estos datos hace falta tener claro cuál es el esquema de reproducción ideal puesto que el animal que se desvíe de él seguramente tenga un problema, bien sea alguna enfermedad o fallo nutritivo, de manejo, etc.

“Una vaca sana tiene el primer celo hacia los 10-15 días en leche, el siguiente unos 20-25 días más tarde, y luego cada 20-25 días, y en el siguiente es donde se empieza a inseminar”, explica la consultora veterinaria. A pesar de esto es necesario tener en cuenta que la actividad normal muchas veces no se cumple por el contexto del animal.

“La situación real es estrés por calor, por frío, déficits alimentarios, y demás cuestiones que llevan a que el patrón de celos de una vaca ideal no se cumpla”, afirma Villarroel. De este modo, “en muchas granjas vemos vacas en anestro aún dos meses después de parir, por lo que yo me fijo en cuántos animales salieron en celo durante el primer mes y el período voluntario de espera total”, comenta.

La consultora veterinaria pone el ejemplo real de tres granjas con períodos de espera de 50 días, o sea que empiezan a inseminar a partir de la 8a semana. En esta comparativa el porcentaje de anestro fue de entre el 3,07 y el 5,55%. Aun así, puede haber anestros tempraneros que se deben a la multitud de casuísticas dentro de las vacas; “por ejemplo, tuve casos de vacas con celos a los 10 días, pero a las que les falta el celo del día 30 y el de los 50 días, de forma que no tienen el segundo celo hasta los 70-80 días y el tercero hasta los 90-100 días, a pesar de que se les administraron tratamientos hormonales con prostaglandina. Puede ser problema de una mala administración de las hormonas o alguna enfermedad de las vacas”, ejemplifica Aurora Villarroel.

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