¿NECESITAMOS ANTIBIÓTICOS PARA TRATAR LAS COJERAS?

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LAS COJERAS EN VACAS

Nadie desconoce la necesidad de disminuir el uso de antibióticos. Las resistencias de las bacterias a los antibióticos son ya una importante causa de mortalidad en humana. La disminución de su uso, tanto humano como veterinario, reduce las resistencias. Esto es importante para todos los tipos de antibióticos, pero es crucial en algunos que son el último recurso para combatir algunas infecciones.

Juan Vicente González Martín. DVM, PhD, Dipl. ECBHM. Profesor Titular Dpto. de Medicina y Cirugía Animal, Facultad de Veterinaria, UCM TRIALVET Asesoría e Investigación Veterinaria SL. (www.trialvet.com / e-mail: trialvet@trialvet.com)

Las polimixinas (colistina), las cefalosporinas de tercera y cuarta generación (cefquinoma, cefoperazona, ceftiofur, etc.) y las quinolonas (danofloxacino, enrofloxacino, flumequina, marbofloxacino, etc.), todas ellas englobadas en la categoría B veterinaria de uso restringido, son algunos de esos antibióticos cuyo uso en veterinaria debe ser reducido lo más posible. Por poner solo un ejemplo, esos tres tipos de antibióticos son fundamentales para tratar la neumonía en las personas –la neumonía es la tercera causa de mortalidad en las personas, solo detrás de los accidentes cardiovasculares y el cáncer-. Además, las noticias de que España lideraba el gasto en antibióticos de uso veterinario en la Unión Europea nos ponían en el foco de la opinión pública. Por ello todos nos hemos puesto a trabajar en la reducción de su uso. Evidentemente no se trata de no usarlos, las infecciones bacterianas de nuestras vacas se deben tratar con antibióticos, pero siguiendo el famoso lema: “tan poco como sea posible y tanto como sea necesario”, por lo que el uso profiláctico está prácticamente erradicado.

¿En qué enfermedades estamos usando antibióticos?

En diversos estudios realizados en diferentes países se ha puesto de manifiesto que las enfermedades y procesos en los que más tratamientos antibióticos se usan, por orden de más a menos uso, son: las mamarias, las uterinas, las respiratorias, las cojeras, los procesos quirúrgicos y las intestinales.

En la actualidad el principal foco está puesto en los tratamientos intramamarios, especialmente en los de secado. La reducción del uso de tratamientos antibióticos de secado por medio del secado selectivo, salvo en aquellos animales que realmente lo necesitan, esto es las vacas con mamitis clínica y subclínica, es ya una realidad. De esta manera se elimina el tradicional uso profiláctico de antibióticos frente a la mamitis en el periodo seco.

En las infecciones uterinas el uso de antibióticos queda prácticamente reducido al tratamiento de la metritis tóxica puerperal. Se usa fundamentalmente la vía parenteral y en menor medida la vía intrauterina, usándose esta última también para el tratamiento de la endometritis y aplicándose antibióticos no críticos como la oxitetraciclina o la cefapirina.

En el tratamiento de las infecciones de pulmón e intestinales la reducción más importante ha sido la casi eliminación de los tratamientos orales tanto profilácticos como terapéuticos.

¿Y qué pasa con el uso de antibióticos en el tratamiento de las cojeras?

Las cojeras son la tercera causa de desecho en las granjas, después del fallo reproductivo y la mastitis. Pese a su importancia, el uso profiláctico de tratamientos antibióticos no ha sido común en España. En otros países se usaron baños podales con tetraciclinas u otros antibióticos para prevenir infecciones en las pezuñas. Sin embargo, el uso de los antibióticos para el tratamiento individual de las vacas cojas sí está muy extendido y dada la alta incidencia de las cojeras este uso supone un gran gasto de antibióticos.

¿Cuándo y con qué tipos de antibióticos se tratan las cojeras?

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha reportado que la mayoría de las estimaciones sobre la prevalencia de la cojera en vacas de leche están en un rango entre el 20 y el 25% de los animales. Evidentemente hay granjas con mucha menos prevalencia, situándose por debajo del 5%, pero también hay otras con porcentajes mucho mayores. Como todo el mundo sabe las terribles consecuencias que acarrean las cojeras, no sería de extrañar que al menor síntoma de cojera mucha gente intente solucionarla pinchando un antibiótico y/o un antinflamatorio.

Algunos de los antibióticos con los que frecuentemente se trataban las cojeras en el ganado en lactación, como las cefalosporinas de tercera y cuarta generación, se encuentran entre los enmarcados en la categoría B de uso restringido. Esto era debido a que una de las ventajas de su uso es que tienen un mínimo periodo de supresión, por lo que no presentan la complicación de tener que manejar de manera especial a las vacas durante el ordeño para evitar mandar residuos antibióticos a la leche. Sin embargo, con la nueva normativa, esos antibióticos no se pueden usar como primera opción salvo que con un antibiograma se demuestre que son la única opción válida. Otros antibióticos usados para tratar las cojeras que sí tienen periodo de supresión en leche son los macrólidos, como la tilosina, que pertenece a la categoría C de uso con cautela; o las tetraciclinas, como la oxitetraciclina, de categoría D de uso prudente. Es importante tener en cuenta que en la categoría A de uso prohibido no hay antibióticos de uso en ganadería bovina.

¿Qué tipos de cojeras hay y con qué antibióticos se deben tratar?

Aunque es normal que se hable de una vaca coja como si de una sola enfermedad se tratara la verdad es que, al igual que pasa con los caballos o las personas, hay muchísimas enfermedades y accidentes que pueden causar cojeras. En veterinaria se suelen clasificar las cojeras en altas y bajas, siendo estas últimas las que asientan en los cascos y denominándose al resto cojeras altas. Por ejemplo, una luxación de cadera o una rotura de los ligamentos de la rodilla se englobarán en el apartado de cojeras altas. Ni que decir tiene que esas dos cojeras altas que acabamos de nombrar, al no ser de origen infeccioso, no se tratan con antibióticos. Casi todas las cojeras altas son de origen traumático o degenerativo y por lo tanto no necesitan tratamiento antibiótico. La excepción son las artritis sépticas que pueden estar producidas por distintos tipos de bacterias y que, aunque por ello pudieran ser susceptibles al tratamiento antibiótico, este por sí solo, no es eficaz.

Por el contrario, en nuestras vacas lecheras alrededor del 85% de las cojeras son bajas, o sea que el problema se localiza a la altura de las dos últimas falanges, los cascos, el rodete coronario, el espacio interdigital y los tejidos internos. Estas cojeras bajas pueden afectar a una de las cuatro patas o a varias a la vez, pero de nuevo, alrededor del 85% de los casos se dan en las patas traseras. También pueden verse afectados cualquiera de los dedos, pero más frecuentemente, también alrededor del 85% de las veces, lo hace en la pezuña de fuera, la lateral. Sin embargo, en el 15% de las veces que la cojera baja asienta en las patas delanteras lo hace mayoritariamente en las pezuñas interiores o mediales.

¿Qué tipos de cojeras dan lugar a esas proporciones?

Como se podrá suponer son cojeras de tipo traumático, relacionadas con los aplomos de la vaca y la fisiología del movimiento. Siguiendo la terminología del Atlas de Salud Podal de ICAR, editado en español por CONAFE, se trata de las úlceras de suela, talón o de punta y de la enfermedad de la línea blanca. Todas esas enfermedades necesitan de tratamiento podológico consistente en la apertura de la úlcera o de la afección de la línea blanca por medio del legrado, el vendaje y la aplicación de un taco ortopédico en la pezuña sana. El tratamiento antibiótico sin arreglo corrector no solucionará el problema y si se realiza el arreglo corrector, el tratamiento antibiótico es innecesario. La excepción es que por diseminación de la infección secundaria a la úlcera o a la fisura de la línea blanca se produzca un flemón que afecte a los tejidos internos. Esta complicación se produce por no realizar el arreglo corrector a tiempo y entonces sí podría ser necesaria la aplicación de antibióticos parenterales, pero en muchas ocasiones tampoco será suficiente y será necesario realizar intervenciones quirúrgicas más agresivas. Además de las afecciones anteriores, en la vaca nos encontramos con procesos infecciosos que dan lugar a cojera intensa: la dermatitis digital y el flemón interdigital. La dermatitis digital es sin duda la enfermedad infecciosa podal más frecuente. Citando la descripción del atlas, se trata de una infección de la piel, en la zona digital y/o interdigital con erosión, generalmente con ulceración dolorosa y/o proliferación/hiperqueratosis crónica que está causada por distintos tipos de bacterias espiroquetas. La enfermedad puede cursar desde una forma subclínica hasta una cojera muy severa. Sin embargo, incluso en los casos de cojera más acentuada, las lesiones son poco extensas y bien delimitadas y las bacterias no penetran en los tejidos internos. El tratamiento antibiótico parenteral no es eficaz. Lo más eficaz es limpiar y legrar la superficie de la lesión para después aplicar un vendaje con algún antiséptico o tetraciclina.

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