SALUD Y ENFERMEDADES METABÓLICAS RELACIONADOS CON FACTORES NUTRICIONALES EN VACAS LECHERAS
Esta guía describe diversas implicaciones y efectos de enfermedades metabólicas en vacas lecheras, sus causas y recomendaciones de manejo para prevención.
Los desbalances nutricionales, deficiencias o manejos erráticos en los programas de alimentación para vacas lecheras pueden crear un gran número y varios tipos de problemas de salud generalmente categorizados como enfermedades metabólicas.
Ezequias Castillo-Lopez, Profesor Investigador, FESC, UNAM, México Kimberly Clark, Dairy Extension Educator, UNL, USA Maria G. Dominguez-Ordonez Paul J. Kononoff, Especialista en bovinos productores de leche
Para agravar el problema, las necesidades nutricionales de las vacas lecheras, sus necesidades en el periodo lactación/seco, el cambio en la calidad del alimento y las prácticas de manejo siempre están cambiando.
Los programas de salud del hato como recomienda el veterinario, deben incluir una forma de evitar trastornos metabólicos y prevenir o controlar las enfermedades infecciosas. Con frecuencia, cuando aumenta la enfermedad metabólica, las enfermedades infecciosas oportunistas también aumentan.
El estrés por los problemas metabólicos puede disminuir la resistencia de las vacas lecheras y comprometer la función del sistema inmune. Si esas enfermedades no son prevenidas, se producirán consecuencias muy costosas en las áreas de reproducción, producción de leche y recursos humanos. En algunos hatos ha habido pérdidas por muertes de hasta 20–25% reportado a lo largo de un año, además de otros costos relacionados, como resultados de esas enfermedades.
Enfermedad del hato lechero relacionada con la nutrición
I. Enfermedad asociada con el metabolismo energético
A. Síndrome de la vaca gorda. El exceso de energía (concentrados, ensilado de maíz, algunos henos) consumida durante el periodo seco puede producir vacas obesas cercanas al parto. Estas vacas “demasiado gordas” son mas susceptibles a una serie de otros problemas metabólicos (fiebre de la leche, cetosis, desplazamiento de abomaso, retención de placenta, metritis) y la probabilidad de morir es mayor.
No es raro que en algunas granjas las vacas Holstein pesen de 1600 a 2000 libras, lo que con frecuencia crea problemas. Las estrategias de alimentación son recomendadas para
restaurar la condición corporal perdida durante la última etapa de lactación. Esta práctica no sólo ayudará a evitar vacas con sobrepeso, sino también la conversión del alimento a tejido será más eficiente al final de la lactación comparada con el periodo seco.
Tratar de lograr una condición corporal de alrededor de 3.5 al momento del secado y luego mantenerla durante el periodo seco para minimizar la incidencia del síndrome de la vaca gorda. (Para obtener más información sobre las técnicas adecuadas para evaluar la condición corporal consulte NebGuide 1583, Como evaluar la condición corporal en animales lecheros.) El síndrome de la vaca gorda puede estar asociado con otras enfermedades metabólicas discutidas en esta sección.
B. Cetosis. Esta enfermedad metabólica ocurre más frecuentemente a inicios de la lactación y puede estar asociada con otros problemas, tal como el síndrome de la vaca gorda, retención de placenta, mastitis, metritis y desplazamientos del abomaso. Las vacas que dan positivo a cetosis deberían ser examinadas para esos problemas.
Los signos de cetosis incluyen “dejar de comer,” pérdida de peso, disminución en la producción de leche, languidez y otros signos inusuales.
La cetosis es mejor prevenida manteniendo a las vacas en buena condición, pero no gordas, durante el periodo seco. Iniciando con el incremento de granos en la dieta durante 10–15 días previos al parto. Incrementar el grano en la ración cerca de 1 libra por día hasta un nivel máximo de 15 libras. Los cambios en la alimentación durante las
primeras seis semanas de lactación también deberían ser graduales. Durante la lactación, la vaca debe ser alimentada con alimentos de buena calidad, altamente energéticos y palatables.
C. Retención de placenta. La retención de la placenta y otros tejidos en vacas lecheras es común, pero con un manejo apropiado puede ser minimizado a un 10 por ciento de las vacas o menos.
El efecto negativo de la retención de placentas sobre la fertilidad posterior se debe a la involución tardía del útero y la metritis crónica, una de las causas más comunes de la infertilidad. En la mayoría de las vacas la pérdida económica principal se debe a un retraso en la concepción, con pérdidas asociadas a la producción de leche.
La prevención de la retención de placentas es la clave. Sin embargo, es difícil identificar una causa exacta, ya que muchos factores directos o indirectos pueden estar asociados. El plan óptimo es mantener a una vaca sana, con la condición corporal adecuada antes, durante y después del parto. Una ración balanceada para vacas secas durante los días 4560 del periodo seco; ejercicio diario; áreas para el parto limpias, secas y confortables; y limpieza adecuada durante el periodo de parto minimizarán las posibilidades de retenciones de placentas.
Vacas deficientes en vitaminas A y D y selenio tienen altas tasas de retención de placentas. Proporcionarlos en forma de inyecciones, según lo recomendado por el veterinario, se pueden realizar ocho semanas antes del parto si es necesario.
D. Infertilidad causada por problemas nutricionales incluye vacas que pueden estar demasiado gordas o demasiado flacas. Cuando los problemas nutricionales no son la causa evidente deben considerarse otras causas.
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