TAMAÑO DE PARTÍCULA Y FIBRA EFECTIVA EN LA DIETA DE LAS VACAS LECHERAS

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TAMAÑO DE PARTÍCULA Y FIBRA EFECTIVA EN LA DIETA DE LAS VACAS LECHERAS

Introducción

Cuando la vaca pastorea o ingiere forraje picado la masticación inicial es limitada completándose más tarde durante el período de la rumia.

La rumia es el proceso por el cual los contenidos del rumen son completamente mezclados y adónde las partículas más grandes y menos digeridas son re-dirigidas hacia arriba, regurgitadas, masticadas y tragadas nuevamente. Este proceso se repite una y otra vez hasta que las partículas alcanzan un tamaño lo suficientemente pequeño y un área de superficie relativamente grande que permite a las bacterias y protozoarios del rumen digerirlas más eficientemente. Llegado el momento las partículas de alimento abandonan el retículo-rumen y entran al omaso en su ruta hacia el estómago verdadero, el abomaso.

Además de fraccionar el forraje en partículas más pequeñas, la masticación estimula la producción de saliva rica en bicarbonato. La saliva es esencial para neutralizar la acidez que resulta de los ácidos grasos volátiles producidos de forma continua por los microbios del rumen.

Los carbohidratos estructurales (la “fibra” del forraje) suministran el estímulo físico para el inicio de la rumia y juegan por lo tanto un papel importante en el mantenimiento de la integridad y funcionamiento del rumen. Las partículas de forraje están recubiertas por una cutícula en toda su superficie con excepción de los extremos adónde fueron cortadas. En el campo está cutícula protege a las hojas y los tallos de las pérdidas excesivas de humedad y de la entrada de diversos agentes infecciosos. Las superficies recubiertas con la cutícula son maceradas durante la rumia, lo que permite a los microbios del rumen colonizar el contenido digestible de las células vegetales.

Sin embargo cuando el tamaño de partícula de la dieta es demasiado pequeño, la capacidad de rumiar se altera, lo que disminuye la capacidad de neutralizar la acidez y la motilidad del rumen. Esto puede resultar en problemas metabólicos asociados

Las vacas, la fermentación en el rumen y la fibra efectiva

Las mejoras genéticas en la producción de leche han ido de la mano con el desafío nutricional de la vaca lechera.

En dietas basadas en forrajes la energía tiende a ser diluida. En consecuencia las dietas han cambiado—de aquellas basadas en forrajes en el pasado a las del presente con una mayor densidad energética. La ingesta adecuada de nutrientes ha sido posible gracias al picado del forraje y la inclusión de concentrados y subproductos.

Como resultado de estos cambios los nutricionistas han debido recurrir al uso de aditivos para estabilizar las condiciones del rumen. El bicarbonato de sodio, el óxido de magnesio, y el sesquicarbonato de sodio se han usado solos o en combinación para amortiguar el pH ruminal, cuando se suministran a las dietas de las vacas lecheras con una alta relación grano-concentrado.

La adición de buffers por sí misma no resuelve la disminución de la motilidad observada cuando el tamaño de partícula es insuficiente en las dietas del ganado lechero. La motilidad son las ondas sucesivas de contracción de la pared ruminal que mezclan el alimento, ayudan en la eructación y envían el alimento hacia los otros compartimientos del aparato digestivo.

¿Cuál sería entonces el tipo y el tamaño adecuado de fibra que mantendría la integridad y funcionalidad del rumen sin la necesidad de agregar buffers? La respuesta debe considerar dos aspectos de la fisiología ruminal estrechamente interrelacionados: el pH y la motilidad.

Algunas fibras fermentables, tales como las de las cáscaras de soja y la pulpa de remolacha, poseen algunas de las características de la fibra efectiva, modifican el patrón de fermentación ruminal, aumentan la concentración de ácido acético, no acidifican de forma excesiva el pH del rumen y promueven la producción de grasa de la leche. Sin embargo este tipo de fibra no posee la efectividad que resulta del estímulo físico de “rascado ruminal” necesario para promover la rumia. Es posible entonces que se reduzca la regurgitación del bolo de alimento o la eructación de gas y que disminuya la neutralización de la acidez del contenido ruminal al reducirse la producción de saliva. Aún así las cáscaras de soja y la pulpa de remolacha son alimentos excelentes para las vacas lecheras.

Cuando el pH del rumen cae por debajo de 6 se deprime el crecimiento de las bacterias encargadas de fermentar la fibra, aumenta el número de bacterias que producen ácido propiónico y cae el porcentaje de grasa de la leche.

El porcentaje de proteína de la leche por lo general aumenta lo que crea una inversión de las concentraciones de grasa y proteína en la leche (la concentración de proteína en la leche iguala o supera la concentración de grasa). Esta inversión puede ser un signo de alerta para el posible desarrollo de acidosis y laminitis que resultan en cojeras.

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