UTILIZACIÓN DE PASTOS Y FORRAJES

Introducción

Según el Noménclator básico de pastos de España (SEEP, 2001), se define pradera como el cultivo polifito constituido fundamentalmente por gramíneas y leguminosas, que puede ser aprovechado en forma de siega o pastoreo o las dos a la vez. En general son plurianuales.

Gregorio Salcedo Díaz. Profesor de nutrición animal

Con el paso del tiempo pueden naturalizarse (las especies sembradas son sustituidas por espontáneas), transformándose en prados o pastizales, en función de la humedad. Las praderas también son comunidades de plantas que poseen características especiales, tales como la continua formación de tejidos nuevos en épocas de crecimiento y de envejecimiento, muerte y descomposición, después de cada defoliación (pastoreo o siega).

En muchas áreas del mundo, la hierba es el alimento mayoritario de los animales productores de leche o carne. Desde muy antiguo el pastoreo ha sido la forma de aprovecharla, subsistiendo junto a sistemas intensivos y productivos a expensas de grandes inversiones, sobre todo en energía, como la fósil, cereales, maquinaria, etc., con el propósito de producir más leche por Unidad de Ganado Mayor (UGM). En Cantabria, la producción de forrajes ha sido y debe ser la base para la producción de leche, sin olvidar la suplementación con otros alimentos, principalmente concentrados.

En condiciones de clima templado-húmedo, los tallos vegetativos del raigrás inglés producen hojas nuevas cada 8-11 días en primavera y entre 20 ó 25 en invierno; si las hojas no se siegan o pastan tienen un período de vida variable 24 ó 33 días en primavera y 60 ó 90 en invierno (Maxwell y Teacher, 1987). En este sentido, el clima juega un papel importante para la formación de nuevos tallos y hojas; de hecho, los veranos poco húmedos desaparecen gran cantidad de tallos, siendo el raigrás inglés una de las pratenses más afectadas.

El potencial productivo de una pradera suele expresarse en kilos de materia seca por hectárea, pero desde nuestro punto de vista creemos, que es interesante modificar el concepto por kilos de leche o de carne por hectárea.

Son numerosos los factores que pueden modificar o alterar el ritmo de crecimiento herbáceo de la pradera dentro de una explotación o incluso de un ecosistema (figura 1). Así, los factores ambientales, actúan directamente sobre las acciones o decisiones de su manejo (abonado, época de siembra, pastoreo o siega, riego, etc.), siendo limitantes principalmente de la producción del prado; factores edáficos o relacionados con el suelo: pH, textura, estructura, cantidad de bioelementos y el agua tienen peso suficiente para delimitar un tipo de manejo u otro; fitológicos, que indican las características de cada especie pratense: período de crecimiento, recolección, ahijado, etc., que marcan la decisión de sembrar una o varias especies; zoológicos: especie, sexo, estado fisiológico, etc. y factores técnicos, relacionados con los métodos y técnicas de cultivo, mejoras genéticas, fertilización, recolección, sistemas de pastoreo, siega y conservación de forrajes, etc.

Factores que afectan a la productividad de la pradera

Factores ambientales y nutritivos

El clima tiene un efecto directo sobre la producción y calidad de la pradera; casi el 80% de la hierba está formada por agua. De hecho, pluviometría, luz y temperatura son los más directamente influyen sobre la producción (Pollock, 1990).

La mayor superficie de prados naturales se localizan en la Cornisa Cantábrica, influenciada por el clima atlántico (temperaturas suaves y precipitaciones frecuentes) que favorece el establecimiento, adaptación y producción de especies forrajeras.

A continuación resumimos la doctrina de diversas instituciones:

Lluvia

En condiciones de humedad excesiva el pastoreo se hace a veces impracticable, desapareciendo gran número de plantas por el pisoteo del ganado, máxime, si las cargas ganaderas son elevadas. No obstante, nuestra experiencia demuestra que pastoreos bajo estas condiciones, las pezuñas actúan como escarificadores, cortando las raíces de la cubierta vegetal; al cabo de un tiempo de reposo, la pradera emite nuevos tallos y hojas, formando un césped tupido, sin afectar a la estructura del suelo ni al número de tallos por m2, favoreciendo el rejuvenecimiento del sistema radicular. Peterschmidt et al., (1979), desarrollaron un experimento para comprobar la relación entre el exceso de agua con la digestibilidad de la materia seca y su contenido en proteína bruta sobre alfalfa, concluyendo que no hubo efectos en tales condiciones sobre el valor nutritivo. Por el contrario, Pate y Snyder, (1979) reflejaron menor contenido en proteína y un aumento de pared celular. De igual forma Ostrowski et al., (1987), observaron incrementos en proteína y fibra bruta, potasio, fósforo y cobre; sin embargo, no apreciaron modificaciones en los rendimientos de leche.

Humedad relativa

El déficit de agua en la planta, debido a una excesiva transpiración, puede afectar a la digestibilidad de la materia seca del forraje, aunque no se aprecia un efecto directo del contenido de humedad relativa sobre la digestibilidad de la materia seca.

Sequedad

La sequedad de la tierra tiene un efecto contrario al nivel de humedad normal, puesto que el crecimiento de la hierba se detiene, limitando la producción animal por una menor ingestión de forraje y su valor nutritivo.

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