LA APUESTA POR DIETAS BAJAS EN ALMIDÓN
EN VACAS LECHERAS
Para evaluar los beneficios económicos de esta estrategia se recomienda monitorear los ingresos por sobre los costos de alimentación en lugar del precio por unidad de materia seca.
Dr. Pedro Meléndez
Los carbohidratos, que son la fuente de energía más importante para los rumiantes, se dividen en estructurales, donde destacan la celulosa y la hemicelulosa; y no estructurales, donde están el almidón y los azúcares solubles. Ambos son fermentados en el rumen y proporcionan la energía que requieren las vacas lecheras.
Sin embargo, hasta la fecha, a las vacas lecheras no se les ha estimado un requerimiento específico de almidón. Por ende, este elemento se puede reducir en forma estratégica sin afectar el rendimiento productivo de las vacas. Esto es cuando las condiciones económicas o los inventarios lo justifican o existen situaciones de estrés por calor que terminan por incrementar los riesgos de acidosis ruminal.
Si lo que se busca es reducir el almidón, se debe procurar reemplazar este elemento con forrajes de excelente digestibilidad o fuentes de fibra soluble rica en pectinas.
Como ya dijimos, la fibra detergente neutra (NDF), la fibra soluble, el almidón y los azúcares solubles son las principales fuentes de carbohidratos y, por ende, de energía para las vacas. Sin embargo, ellos difieren en los productos finales de la fermentación producida por los microorganismos del rumen, que a su vez alteran el metabolismo y el rendimiento de las vacas lecheras.
Por ejemplo, el almidón se fermenta rápidamente a ácido propiónico en el rumen. Este se absorbe hacia la sangre, se dirige al hígado, donde luego se transforma en glucosa. El almidón que no alcanza a ser fermentado en el rumen, y luego pasa al intestino delgado, es directamente degradado (no fermentado), generándose glucosa en forma inmediata. No obstante, la cantidad de almidón fermentado en el rumen debería ser del orden del 85% o más, por lo que una cantidad mínima debería pasar hacia las porciones posteriores del tracto digestivo.
El maíz como grano es la fuente de mayor aporte de almidón. El grano contiene del orden de 70% a 75% de almidón, mientras que un ensilaje de ese producto tiene 32% a 38%. Pero los precios del maíz en la actualidad han aumentado drásticamente debido a las condiciones de sequía y cambio climático y las situaciones socioeconómicas y políticas del mundo y en particular de Chile. En consecuencia, esto ha llevado a los asesores nutricionales a repensar la estrategia de formulación de raciones, considerando reducir la inclusión del maíz sin afectar el rendimiento de las vacas.
De este modo, el reemplazo del grano de maíz con fuentes ricas en fibra soluble, forrajes con excelente digestibilidad (ensilaje de maíz, ensilaje o henilaje de alfalfa) o azúcares solubles son estrategias de alimentación habituales que se utilizan para reducir el almidón en las dietas de vacas lecheras de alta producción. Las alternativas típicas de fuentes de fibra soluble o fuentes de fibra de origen no forrajeras son la cáscara de soya, pulpa de remolacha, pulpa de cítricos, afrechillo de trigo, semilla de algodón y cáscaras de semilla de algodón. Las fuentes típicas de azúcares solubles son la melaza, el suero de quesería y azúcares de consumo humano de segunda calidad.
A continuación nos centraremos en discutir la viabilidad de estas estrategias de alimentación en dietas basadas en ensilaje de maíz durante las diferentes etapas de la lactancia de la vaca lechera. Vacas frescas (posparto) y lactancia temprana
Las dietas de lactancia temprana deben considerar las adaptaciones metabólicas que deben llevar a cabo las vacas lecheras desde el preparto hasta el posparto temprano. Durante las primeras semanas de lactancia, el consumo de materia seca y, por ende, de energía no puede satisfacer los requerimientos energéticos de las vacas lecheras de alta producción. Por lo tanto, se requiere estratégicamente aportar una dieta con una mayor densidad energética para minimizar la duración del balance energético negativo. Sin embargo, cuando las vacas se alimentan con dietas con una mayor densidad de energía, muchas veces se llega a un aumento drástico en el nivel de almidón que puede tener efectos negativos sobre el metabolismo del rumen y la salud del animal.
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