REDUCIR EL METANO UNA OPORTUNIDAD
En este artículo exponemos nuestra opinión sobre el problema de emisión de los gases de efecto invernadero (GEI), aclaramos algunos conceptos sobre este tema y, finalmente, proponemos la utilización de los aceites esenciales como aditivos de gran eficacia para reducir el metano producido por las vacas y, de paso, mantener la rentabilidad de nuestra explotación.
Jesús de la Iglesia1, Juan Antonio Vallés2
Mucho antes de que Greta Thunberg nos leyera su beligerante discurso en la sede de la Organización de Naciones Unidas (ONU) con ocasión de la Cumbre del Clima de 2019, sabíamos que este momento iba a llegar. Ante el grito de How dare you? [“¿Cómo os atrevéis?”] todo el mundo se estremeció. Por supuesto que una parte de la “bronca” se la iban a llevar las vacas, ¿acaso lo dudabais? Bromas aparte, a día de hoy nadie se atreve a cuestionar la estrecha relación entre las emisiones de ciertos gases y el calentamiento global del planeta. Y, por supuesto, tampoco podemos ignorar la dosis de responsabilidad que el sector lácteo pueda tener en este asunto. Pero todo en su justa medida.
ACLARANDO CONCEPTOS
secuencia directa de la utilización de alimentos fibrosos y de baja digestibilidad. Lo expulsan fundamentalmente a través de la eructación.
El metano (CH4 ) es un gas de efecto invernadero (GEI), como lo son el dióxido de carbono (CO2 ) y el óxido nitroso (N2 O).
La unidad de medida de emisión es el equivalente de CO2 . Al metano se le asigna un valor de 25 equivalentes de CO 2 y al óxido nitroso de 298, es decir, una tonelada de metano equivaldría a 25 toneladas de CO 2 y una tonelada de N2 O a 298 toneladas de CO 2 en cuanto a su potencial de calentamiento global. Curiosamente no hay un consenso total de la comunidad científica con estas equivalencias.
El metano permanece en la atmósfera por unos doce años y el dióxido de carbono puede llegar a 200 años. Por ello debemos considerar al metano como un contaminante no acumulativo como sí lo es el CO2 . A consecuencia de ello cabría proponer a los organismos internacionales una corrección a la baja en la estimación del potencial de calentamiento global para el metano.
“EL METANO QUE PRODUCEN LAS VACAS PROCEDE DEL CICLO NATURAL DEL CARBONO: LAS PLANTAS CAPTAN EL CARBONO ATMOSFÉRICO A TRAVÉS DE LA FOTOSÍNTESIS
El metano que producen las vacas procede del ciclo natural del carboo: las plantas captan el carbono atmosférico a través de la fotosíntesis. Las vacas ingieren esas plantas y emiten metano a la atmósfera, que en el plazo de unos diez años se transforma en CO 2 que volverán a captar las plantas. Dicho de otra manera, la vaca no fabrica metano de la nada, sino que lo genera a expensas del CO 2 atmosférico. No es carbono fósil que estemos mandando a la atmósfera, como en el caso de un coche quemando gasolina, sino en gran medida carbono de la atmósfera que se lo devolvemos después de haberlo usado.
POLÍTICA Y OPINIÓN PÚBLICA
En 1988 se creó el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), dependiente del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Desde entonces los informes emitidos de forma periódica por este grupo de expertos han sido la base para el establecimiento de las políticas medioambientales europeas. Los Estados miembros comunican anualmente los inventarios de emisiones por sectores a la Comisión Europea y demás organismos internacionales. En virtud de una serie de acuerdos internacionales como el Protocolo de Kioto y un sinfín de convenios, reglamentos, decisiones y directivas los países firmantes se comprometen a, por lo menos, medir, comunicar y verificar sus emisiones. La Unión Europea ha demostrado su liderazgo medioambiental a nivel mundial. Y a nosotros los europeos nos parece muy bien. Pero todos sabemos que las reglas de este juego no son las mismas para todos los países. Lamentablemente comprobamos cómo los grandes emisores de GEI son casi siempre los más esquivos a la hora de firmar acuerdos internacionales.
“EN EL ÚLTIMO INVENTARIO DEL MINISTERIO DE TRANSICIÓN ECOLÓGICA REFERENTE AL REPARTO DE EMISIONES DE GEI POR ACTIVIDADES, TAN SOLO EL 3,6 % ES ATRIBUIBLE A LAS FERMENTACIONES RUMINALES”
Y el esfuerzo en la reducción de GEI se ve a todas luces descompensado entre unos países y otros. Incluso dentro de los países comprometidos, el esfuerzo tampoco está igualmente repartido por sectores, siendo muchas veces el sector agrícola el “patito feo” de la película. El campo no puede ser el sumidero de las responsabilidades adquiridas por los gobiernos. Estamos comprobando con cierta preocupación cómo la aplicación de la PAC en España está obligando a adoptar medidas en la aplicación de purines (problemática del amoniaco), que son mucho más laxas en muchos Estados miembros, y a asumir reducciones de ciertas emisiones (amoniaco) de forma desproporcionada en vacuno de leche (45 %) en contraste con el compromiso global para este gas en toda la nación del 21,9 %. Pero esto a la opinión pública parece no afectarle. La sociedad a veces necesita chivos expiatorios a los que inmolar en los nuevos altares del consenso cultural. Nadie va a leer y a nadie le va a importar que en el último inventario del Ministerio de Transición Ecológica referente al reparto de emisiones de GEI por actividades, tan solo el 3,6 % es atribuible a las fermentaciones ruminales (metano producido por el vacuno y los pequeños rumiantes). Una cantidad muy similar, por ejemplo, se debe a la gestión de purines originados fundamentalmente por las explotaciones porcinas. ¿Acaso alguien relaciona cerdos y calentamiento global? ¿Qué me decís del 27 % de aporte del transporte y del 20 % de la industria? Ahora ya lo sabemos, las vacas no tienen la culpa ¿Qué hacemos entonces?
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