UNA MIRADA A FONDO AL RUMEN DE LAS VACAS LECHERAS
Conociendo la dinámica de las poblaciones de microorganismos que coexisten en el rumen y cómo ellas se comportan a través del aporte de los insumos alimenticios que se le ofrecen a la vaca, se puede llegar a establecer un manejo alimentario racional que permita maximizar y optimizar la fermentación ruminal y así aumentar la producción y la cantidad de sólidos en la leche.
Dr. Pedro Melendez
Se suele decir que las vacas a pastoreo son diferentes a las manejadas bajo confinamiento total. Lo cierto es que la vaca sigue siendo la misma. De hecho, si sabemos cómo funciona su fisiología digestiva, principalmente lo que ocurre en el rumen o panza, nos daremos cuenta que lo que cambia es la forma en que se debe manejar esa vaca en cuanto a condiciones de alimentación.
El rumen de la vaca sigue siendo el mismo órgano donde se llevan adelante procesos de fermentación, especialmente de forrajes, los cuales son realizados por diversos microorganismos. Cabe destacar que el rumen y sus microorganismos son uno de los ecosistemas simbióticos más complejos que existe en la naturaleza. Simbiosis significa que los microorganismos no pueden vivir sin las condiciones ambientales que les ofrece el rumen, lo que lleva a que la vaca tampoco pueda hacerlo, debido a que no recibirán los productos que se originan a partir de los procesos fermentativos; es decir, uno depende del otro. Entendiendo este simple axioma, y conociendo la dinámica de las poblaciones de microorganismos que coexisten en el rumen y cómo ellas se comportan a través del aporte de los insumos alimenticios que se le ofrecen a la vaca, podemos llegar a establecer un manejo alimentario racional que permita maximizar y optimizar la fermentación ruminal, que se traduzca en una mayor producción de leche y sólidos, sin afectar de forma negativa esta simbiosis tan importante. Vale decir, debemos entender que debemos alimentar a la vaca para mantener un rumen saludable y evitar que se produzcan fermentaciones indeseables que afecten la estabilidad del ecosistema ruminal.
El rumen es complejo y su esencia radica en que sólo los microorganismos que viven en él son capaces de degradar y digerir los forrajes. Así, por ejemplo, un monogástrico como el cerdo, el perro o el ser humano, no tienen la capacidad de digerir los forrajes ricos en celulosa, ya que no tienen las enzimas para llevar a cabo ese proceso. Contrariamente, los microorganismos del rumen sí cuentan con esas enzimas, por lo que pueden degradar la celulosa de los forrajes y otros compuestos menores.
En este artículo vamos a abordar de forma breve los aspectos más importantes que permiten mantener un rumen saludable y, de esta forma, tener una aproximación a cómo alimentar racionalmente a una vaca, independiente de si esta se encuentra sometida a pastoreo o a confinamiento total.
1-Microorganismos del rumen
El ecosistema ruminal está compuesto por diferentes especies de bacterias, protozoos y hongos. En el caso de las bacterias, estas corresponden a más de 200 especies y son los microorganismos de menor tamaño dentro del rumen. Luego, le siguen los protozoos y finalmente los hongos. Todas estas poblaciones microbianas se interrelacionan entre sí producto de que llevan a cabo procesos metabólicos específicos, los cuales favorecen o afectan de forma negativa a otras poblaciones, según sea el tipo de insumo que se le esté ofreciendo al animal.
En otras palabras, existen poblaciones microbianas específicas para digerir los insumos ricos en celulosa (forrajes). De igual forma, existen poblaciones que se caracterizan por degradar insumos ricos en almidón, como granos de cereales (maíz, triticale, avena), y otras que tienen la función de degradar las proteínas de los alimentos y otros compuestos menores. Para llevar a cabo todas estas funciones, los microorganismos también necesitan vitaminas y minerales, aunque ellos también producen vitaminas que serán utilizadas por la misma vaca después de que son absorbidas hacia la sangre.
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