BENEFICIOS ECONÓMICOS DE CUIDAR DEL BIENESTAR ANIMAL
Velar por el bienestar animal ha dejado de ser una propuesta ética y ha pasado a ser un área de optimización en la que cualquier empresa que trabaje con animales puede lograr mayores beneficios.
Artículos de ganadería por Agrovet Market Jonathan Barrera Rozas
Muy aparte del premium que el consumidor final esté dispuesto a pagar o la apertura de mercados gracias a la mejora en la percepción general de sus prácticas, hoy contamos con las herramientas para identificar las áreas de mayor impacto sobre el bienestar animal y la rentabilidad de nuestros negocios.
Acompáñenos en esta entrada para conocer cómo mejorar tu rentabilidad a través del bienestar animal.
Economía del bienestar animal
La economía del bienestar animal es un asunto relevante y a su vez desafiante. Las mejoras en el bienestar animal de los animales de granja tienen un costo in-situ y en el resto de eslabones de la cadena (ejm. transporte, beneficio) (Grethe 2017). Ante esto
podríamos preguntarnos ¿Cómo cubrir esos costos en una economía de libre mercado? Si en ella los precios internos están determinados por los precios internacionales y el traspaso de los aumentos en el costo de producción hacia el consumidor no es una posibilidad directa.
En primera instancia debemos considerar que el nivel de input que maximiza la producción no es necesariamente el mismo que maximiza la ganancia. No se trata de si debemos sacrificar producción para lograr niveles más altos de bienestar animal, si no de cuanto debemos invertir en bienestar animal para lograr un mayor retorno (Lusk 2011).
En ese sentido, un buen consejo es apegarnos al axioma de la performance de Curtis antes de implementar una medida que pueda disminuir el bienestar: “La reducción en uno o más rasgos en la producción es un indicador temprano, sensible y objetivo de que el bienestar animal se ha visto reducido.” (Curtis 2007).
Costos asociados a la mejora del bienestar animal
La magnitud de los costos para mejorar el bienestar animal depende de varios factores entre ellos el sistema de producción, la tecnología disponible y la diferencia entre el standard de referencia y el standard deseado.
Estudios conducidos por diferentes autores alrededor del mundo han buscado cuantificar estos costos (ejem: Harvey et al. 2013 para la avicultura, crianza de cerdos, y vacas lecheras en diferentes países de la UE; Sumner et al. 2010 para gallinas de postura en USA, etc) sin embargo sus datos deben ser tomados con cuidado al ser muy específicos en cuanto a su contexto y que sus estimaciones involucran un alto nivel de incertidumbre.
A pesar de esto, podemos rescatar que, por lo general, los costos de producción pueden superar hasta en un 40% para las granjas que priorizan el bienestar animal. Esto no significa que debamos maximizar el bienestar animal en detrimento de la competitividad de la empresa, si no más bien tomarlo como una forma de limitar racionalmente la inversión en este aspecto.
La critica siempre estará presente, ya sea por la demanda de cambios incrementales o un completo rechazo al uso de animales. Agunas perspectivas (ejem. Winter et al., 1998) proponen que las granjas más grandes y especializadas podían resultar en menores niveles de bienestar animal aún cuando la evidencia empírica no los apoye. Tal como se demuestra en los trabajos de Coignard et al., 2013 y Spiller et al., 2015, donde se determinó que no existe asociación entre el bienestar animal y el tamaño de las granjas.
De manera similar, los términos que sugieren una producción industrial masiva pueden parecer en contraste con los intereses del bienestar animal (ejm. mecanización, tecnología, alta intensidad de capital, etc.) sin embargo algunos de estos aspectos pueden ser realmente positivos. Por ejemplo: las tecnologías para la ganadería de precisión como el análisis de imágenes y sonidos en tiempo real que tienen gran potencial para monitorizar el bienestar e intervenir en el momento apropiado (registro de utilización del espacio y detección de cojeras) (Berckmans 2014).
En resumen, una granja con un gran volumen de producción (o que aspire a tenerlo) puede alcanzar niveles de bienestar animal de calidad si tiene los incentivos para lograrlo. Llevándonos de nuevo al punto central: ¿Hasta qué punto hacerlo?
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