CONTROL DE LA PARATUBERCULOSIS BOVINA: IDENTIFICACIÓN Y VALIDACIÓN DE BIOMARCADORES DE DETECCIÓN PRECOZ DE LA ENFERMEDAD.

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DETECCIÓN PRECOZ DE LA PARATUBERCULOSIS BOVINA

Las enfermedades son responsables del 20% de las pérdidas de la producción animal y constituyen una de las barreras al comercio de animales vivos y alimentos de origen animal. En este contexto, cabe destacar la importancia estratégica de la sanidad animal, ya que garantiza la salud y el bienestar animal, la salud pública, la seguridad alimentaria, la producción sostenible de alimentos, la conservación del medio ambiente y la sostenibilidad y competitividad de la producción ganadera y la economía rural. (Rodríguez García y col., 2014).

Rosa Casais1* , Cristina Blanco Vázquez1 , Natalia Iglesias1 , Ana Balseiro1,2 , Fernando Vicente3 , Javier Amado4 , María Canive5 , Ramón A. Juste3,5 , Marta Alonso-Hearn5

Mycobacterium avium subsp. paratuberculosis (MAP) es la bacteria que causa la paratuberculosis (PTB) o enfermedad de Johne, y que afecta a rumiantes domésticos y silvestres.

La PTB es una enteritis (inflamación del intestino delgado) crónica muy contagiosa. Esta enfermedad, endémica a nivel mundial, origina importantes pérdidas económicas en la industria láctea debido a que causa la reducción de la producción de leche, el adelgazamiento progresivo de los animales, el sacrificio prematuro de los casos clínicos, la venta selectiva prematura y el aumento de los costes veterinarios. Además, MAP tiene un claro potencial zoonótico (se puede transmitir a las personas), ya que esta micobacteria ha sido postulada como un posible factor desencadenante de varias enfermedades autoinmunes en humanos como la enfermedad de Crohn, la diabetes tipo I, la esclerosis múltiple y la artritis reumatoide (Feller et al., 2007; Mameli et al., 2016; Niegowska et al., 2016; Bo et al., 2018).

La PTB está presente en la mayoría de las explotaciones ganaderas, un estudio realizado en muestras de leche de tanque mediante un test que detecta anticuerpos específicos frente a MAP, estimó que el 18% de las explotaciones lecheras en España estaban infectadas (Sevilla et al.,2002). En Asturias, en 2019, el 32,6% de las explotaciones de ganado vacuno y el 1,9% de las vacas analizadas, mediante un método de diagnóstico para la detección de anticuerpos específicos frente a MAP, estaban infectados (datos aportados por la Consejería de Medio Rural y Cohesión Territorial del Principado de Asturias).

La PTB presenta un periodo de incubación muy largo, una vez infectados los animales pueden no manifestar signos clínicos durante un largo periodo de tiempo (dos a diez años), pero mientras tanto pueden estar eliminando MAP en las heces, calostro y leche y transmitiendo la enfermedad a otros animales en la ganadería (Bastida y Juste, 2011). Varios estudios afirman que los terneros son más susceptibles a la infección volviéndose más resistentes con la edad (Larsen et al., 1962; Winsor & Wittington, 2010). La base de estas diferencias de susceptibilidad dependientes de la edad no ha sido bien documentada, sin embargo, su correcta comprensión es fundamental para el desarrollo de programas de control efectivos (Mortier et al., 2013).

La PTB bovina se manifiesta bajo un amplio espectro de formas de infección que van desde formas latentes generalmente asintomáticas y caracterizadas por la presencia de lesiones leves de tipo focal en el tejido intestinal, a formas más avanzadas de la enfermedad, en las que las lesiones son más severas (lesiones multifocales y difusas) (Vázquez et al., 2014), y los animales presentan los signos clínicos típicos de la PTB. Estos signos consisten en trastornos diarreicos (intermitentes al principio y progresivamente más severos) y pérdida progresiva de peso (figura 1).