DE LA ALIMENTACION A LA LECHE COMPRENDIENDO EL RUMEN 4
El sodio y el cloruro son elementos proporcionados por la sal, pero también se encuentran hasta cierto punto en muchos alimentos.
Universidad PENNSTATE
La baja ingesta de sal es uno de los problemas más comunes en la dieta del ganado lechero. Esto puede ocasionar una insuficiencia al suplementar sal cuando se utilizan concentrados comerciales de proteínas que son bajos en sal a fin de hacerlos más apetecibles.
Algunas raciones son balanceadas utilizando sólo niveles de sodio y pueden llevar a bajos niveles de cloruro debido al uso de buffers. La sal debería ser entregada a voluntad así como la alimentación a la fuerza para la mayoría de los grupos de animales. La sal debería limitarse un tanto para las vacas de encaste y las vacas secas cuando se encuentran severos problemas con congestión de la ubre. El bajo consumo reduce considerablemente la ingesta de alimento y la producción, además de poder aumentar la incidencia de desplazamiento del abomaso. La carencia de sal puede también dañar el equilibrio ácido base.
Los oligoelementos desempeñan un papel importante en la dieta del ganado lechero. La carencia de estos elementos puede afectar negativamente la producción y especialmente la salud a un punto que iguala en importancia la deficiencia de proteína o de energía. Los productores de leche deberían al menos observar lo niveles de cobre, zinc, y selenio utilizando premezclas de minerales traza que también contengan otros elementos tales como manganeso, hierro, cobalto y yodo en proporciones adecuadas.
La baja ingesta de minerales se puede extender entre el ganado joven y las vacas secas. A menudo el cobre y el zinc faltan en las raciones para las vacas lecheras dado que los niveles de estos elementos son bajos en alimentos producidos en algunas zonas. La deficiencia inducida del cobre puede deberse a la gran ingesta de molibdeno, hierro y manganeso a través de agua o granos contaminados.
El selenio es deficiente en alimentos cultivados en ciertas zonas del país (por ejemplo, el Nordeste). En muchas de estas zonas deficientes, el selenio falta a menudo en las raciones del ganado joven y las vacas secas. Alrededor de un tercio de los rebaños tienen aún bajos niveles en las vacas lecheras. La baja ingesta aumenta enormemente la susceptibilidad a las infecciones, incluyendo las de la ubre, útero y patas.
El cobalto y el yodo están a menudo ausentes en las raciones del ganado joven y las vacas secas. La falta de cobalto se traduce en una deficiencia de vitamina B12, que es esencial para la salud y el metabolismo del animal. El apetito se reduce y se puede producir anemia cuando se carece de cobalto. La falta de yodo obstaculiza la función de la tiroides y la relación endocrina u hormonal. La ingesta excesiva de yodo se puede traducir en valores demasiado altos en la leche (más de .5 ppm). Los productores lecheros deberían proporcionar sal con minerales traza u otro tipo de mezclas mineral+vitaminas conteniendo estos oligoelementos para todos los grupos.
En general, el flúor y el molibdeno no faltan en una dieta. Excesos hasta el punto de la toxicidad son más propensos a ocurrir. Esto puede ocurrir por la gran cantidad de flúor en algunos suplementos de fósforo o contaminación del forraje por la contaminación del aire que está cercano a plantas de aluminio, fundiciones y fábricas de acero. El exceso de flúor, sobre los 30 a 40 ppm en la ración total de materia seca, causa problemas de patas y aplomos, además de una pobre producción. Altos niveles de molibdeno pueden resultar de la contaminación del agua, especialmente en las zonas del carbón. Esto puede llevar a una deficiencia inducida de cobre.
La ingesta excesiva de oligoelementos puede afectar negativamente la producción y la salud. Esto generalmente ocurre debido al exceso de suplementos y en ocasiones por la contaminación del agua y la comida. Los niveles de ingesta pueden ser establecidos a través del uso de análisis de sangre y de hígado.
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