EL PRIMER DÍA DE LA TERNERA, EL MÁS IMPORTANTE
Teniendo en cuenta que la recría supone un porcentaje significativo del gasto total de producción, en este estudio abordamos la importancia de estimar en cada granja el coste de criar una ternera desde el mismo día de su nacimiento.
Ángel Abuelo Profesor de Salud y Bienestar del Bovino
Departamento de Ciencias Clínicas de Grandes Animales Facultad de Veterinaria, Universidad Estatal de Michigan, EE. UU. abuelo@msu.edu
IMPORTANCIA DE LA FASE DE RECRÍA
a recría supone entre el 15 y el 20 % del coste total de producción de una granja (Heinrichs, 1993). Por ello es importante estimar en cada granja el coste de criar una ternera desde el nacimiento hasta el parto. Este puede variar significativamente entre establos y sistemas de producción. Por ejemplo, en varios estudios estas figuras han variado entre 990 y 1.603 € de media (Gabler et al., 2000; Mohd Nor et al., 2012; Boulton et al., 2017).
Otro factor crítico es el “umbral de rentabilidad” de la recría o, lo que es lo mismo, en qué punto de la etapa productiva (lactancia) de los animales generan suficiente ganancia para cubrir sus costes de cría, ya que esto marcará el momento en el que el animal realmente empieza a ser rentable para la explotación. Al igual que para el coste de recría, existe una gran variación entre granjas.
“LA INCIDENCIA DE ESTAS ENFERMEDADES AUMENTA LOS COSTES DE RECRÍA DEBIDO A LOS GASTOS DE TRATAMIENTO Y A LAS PÉRDIDAS DE GANANCIA DE PESO”
El estudio de Boulton et al. (2017) señaló que la media se encontraba en los 530 días tras el primer parto (1,5 lactaciones), lo que supone que una vaca no empieza a generar una ganancia neta hasta aproximadamente la mitad de su segunda lactación. Además, si una vaca abandona una granja antes de al- canzar este punto umbral, esto supone una pérdida neta para el establo, ya que no ha pagado sus costes de recría. Si se tiene en cuenta que el 11 % de novillas no alcanzan el primer parto y el 19 % no llegan a un segundo parto (Brickell y Wathes, 2011), un número importante de vacas abandonan las explotaciones sin generar suficiente ganancia para cubrir el gasto de su crianza.
RELEVANCIA DE LAS ENFERMEDADES NEONATALES
Uno de los factores que influyen en el porcentaje de pérdidas de animales antes de alcanzar el umbral de rentabilidad, bien de forma directa o indirecta, es la elevada incidencia de enfermedades en la etapa neonatal. En EE. UU., la tasa de mortalidad es del 6,4 % y la de morbilidad, del 33,9 % en terneras an- tes del destete (NAHMS, 2014), siendo la diarrea (18,9 %) y la neumonía (11,3 %) las enfermedades más prevalentes.
Además de incrementar la probabilidad de que las terneras afectadas por estas patologías no alcancen el umbral de rentabilidad, la incidencia de estas enfermedades aumenta los costes de re- cría debido a los gastos de tratamiento y pérdidas de ganancia de peso. El coste medio de tratamiento por caso de diarrea fue de $ 19,5 (Gow et al., 2005) y $ 42,15 por caso de neumonía (Dubrovsky et al., 2020). Terneras afectadas por diarrea o neumonía tuvieron un peso inferior medio de 4,5 y 8,4 kg, respectivamente, a las 12 semanas de vida (Curtis et al., 2018). Por último, las terneras que se ven afectadas por un episodio de diarrea o neumonía en el periodo neonatal tienen una menor eficiencia reproductiva y una producción láctea inferior cuando alcanzan el primer parto en comparación con aquellas que no experimentaron un episodio de estas patologías (Aghakeshmiri et al., 2017; Teixeira et al., 2017; Abuelo et al., 2021b).
La aparición de cualquier enfermedad infecto-parasitaria es un proceso multifactorial, que depende de factores relacionados con el animal, el ambiente, y el/los patógenos. Considerando que el ambiente y la presencia de patógenos no suelen variar con respecto a otras fases, la gran prevalencia de enfermedades en el periodo neonatal se suele atribuir a factores relacionados con el propio animal; concretamente, con el hecho de que las terneras son incapaces de montar una respuesta inmunitaria efectiva en la vida temprana.
INMUNOLOGÍA NEONATAL
Antes de estudiar aquellas estrategias disponibles para mejorar la respuesta inmunitaria en terneras, es necesario revisar unos principios básicos de inmunología, así como en el desarrollo del sistema inmunitario en terneras.
La respuesta inmunitaria se suele clasificar en inmunidad innata e inmunidad adquirida, y cada uno de estos tipos de inmunidad tienen componentes celulares y humorales. Las características principales de cada tipo de inmunidad y sus principales componentes se indican en la figura 1. Lógicamente, esta es una clasificación simplificada y hay que tener en cuenta que los diferentes componentes del sistema inmunitario funcionan sinérgiamente y hay comunicación entre los diferentes componentes a numerosos niveles, por lo que ambos tipos de inmunidad (innata y adquirida) son necesarios. No obstante, la adquirida es la que intentamos desarrollar mediante la vacunación, al ser la que ofrece protección a largo plazo debido a su capacidad de generar memoria, de forma que protege a las terneras frente a futuras infecciones reales.
Desarrollo del sistema inmunitario
Existe la idea equivocada de que las terneras nacen sin un sistema inmunitario. Al contrario, su desarrollo tiene lugar durante el periodo fetal. El timo (donde tiene lugar el desarrollo de los linfocitos T) es evidente a los 40 días de gestación. Los fetos son capaces de responder a algunas infecciones virales a partir de los 70 días de gestación y en el tercer trimestre los fetos son capaces de responder a muchas otras infecciones (bacterianas, virales, etc.) y la mayor expansión de células inmunitaritas tiene lugar durante el último mes de gestación (Higgins et al., 1983). No obstante, terneras que no han sufrido infecciones intrauterinas nacen con concentraciones de anticuerpos en sangre no detectables, debido a que su sistema inmunitario no fue estimulado con anterioridad. Además, la funcionalidad de otros componentes del sistema inmunitario es también inferior a vacuno adulto. Por ejemplo, la actividad del complemento es inferior y la funcionalidad de células inmunitarias tanto de la respuesta innata (neutrófilos, macrófagos y células presentadoras de antígeno) como de la adquirida (linfocitos T y B) es menor que en vacuno adulto. De hecho, Rajaraman et al. (1997) demostraron que los linfocitos de terneras neonatas son hiposensibles a la estimulación en comparación con vacas no preñadas, lo que puede contribuir a la mayor susceptibilidad de las becerras a infecciones. Normalmente, se considera que la respuesta inmunitaria de las terneras no se equipara a la de vacuno adulto hasta que estas llegan a la pubertad. Por ello, se debe considerar que las terneras nacen con un sistema inmunitario funcional, pero ingenuo (que no ha sido estimulado) e inmaduro. En consecuencia, para mejorar la inmunidad en estos animales es necesario estimular su sistema inmunitario, favorecer la madurez de este y proteger frente a infecciones mientras que su propio sistema inmunitario se desarrolla.
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