LA ADAPTACIÓN DEL VACUNO DE LECHE AL CAMBIO CLIMÁTICO

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VACUNO DE LECHE ADAPTACION AL CAMBIO CLIMÁTICO   

 

Elena Galán 1 , Elena Sanchís 2 , Fernando Estellés 2 , Salva Calvet 2 , Agustín del Prado 1 .

1 Basque Centre for Climate Change (BC3).
2 Institute of Animal Science and Technology, Universitat Politècnica de València, (UPV).

Impactos del cambio climático sobre el vacuno de leche  

De acuerdo con predicciones recientes, no sólo se espera que las temperaturas medias globales aumenten 2°C o más en los próximos años sino también haya un aumento de la frecuencia e intensidad de eventos extremos como sequías, olas de calory precipitaciones extremas. Los impactos de este cambio en el vacuno de leche son:

  • Directos: son los derivados del estrés térmico directamente sobre los animales. Éste se manifiesta afectando al bienestar animal, la producción lechera y en la fertilidad.
  • Indirectos: son los impactos que afectan a los sistemas de vacuno de leche por otros mecanismos:
  • Disponibilidad y precios de los alimentos: variabilidad interanual y estacional en los rendimientos de los cultivos forrajeros producidos en la propia explotación y una mayor volatilidad en los precios de los forrajes y piensos comprados. En los pastos concretamente se prevé una disminución en la calidad de los forrajes y  cambios en la composición florística. Enfermedades: está previsto que enfermedades (lengua azul, fiebre del valle del Rift, esquistosomiasis) y vectores (garrapatas, mosquitos, moscas) se desplacen hacia zonas actualmente más frías a las que no acostumbraban a llegar debido a que las bajas temperaturas en invierno frenaban sus ciclos anuales.

• Escasez de agua: se prevé una menor y más irregular disponibilidad de agua, tanto superficial como subterránea.

La vulnerabilidad a los impactos del cambio climático del vacuno de leche varía según el tipo de sistema (extensivo, mixto e industrial). Por ejemplo, los sistemas de pastoreo extensivos serán previsiblemente más vulnerables a impactos que dependan de la exposición al ambiente como el estrés térmico, producciones forrajeras irregulares o aumento del riesgo de enfermedades. En el otro extremo, se espera que en el caso de los sistemas industriales los impactos más importantes sean todos aquellos ligados a la volatilidad de los precios del mercado y los asociados a destrucción de infraestructuras debidos a eventos extremos.

Adaptaciones 

Dado que el cambio en las condiciones climáticas es ya inevitable, es imprescindible tomar medidas para adaptarse a las nuevas condiciones. Para ello hay varias alternativas que se describen a continuación.

Adaptaciones a nivel de animal 

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Sabemos que no todos los animales sufren el mismo nivel de estrés por calor. En general, se sabe que los animales con un mayor nivel metabólico (más consumo de alimento, más producción, etc.) tienen menos capacidad para enfrentarse al estrés térmico. Por otro lado, el número de razas de vacas lecheras utilizadas a nivel global se ha reducido drásticamente, tomando un gran protagonismo la raza Frisona en todas sus variantes. Esta raza presenta una altísima ventaja competitiva en cuanto a producción frente a otras razas más rústicas, pero a su vez, esto se convierte en un inconveniente en cuanto a su capacidad de afrontar una situación de estrés térmico. En el otro extremo algunas las razas más rústicas menos productivas son mucho más capaces de afrontar el estrés térmico. De este modo, la reformulación en la selección genética (con otros criterios que no sean exclusivamente productivos) o incluso el uso de cruces dirigidos puede ser un camino para mejorar la capacidad intrínseca de los animales para afrontar retos climáticos (Hoffmann, 2010).

No sólo se espera que las temperaturas medias globales aumenten 2°C o más en los próximos años sino también haya un aumento de la frecuencia e intensidad de eventos extremos.

Adaptaciones a nivel de establo

De manera natural, las vacas tienden a buscar la sombra y a interceptar corrientes de aire cuando sienten calor, por ello en sistemas extensivos la presencia de árboles o toldos es importante. Para los sistemas más intensivos, estudios recientes como el proyecto EU OPTIBARN han testado a diferentes niveles (Figura 1) en como los alojamientos también pueden adaptarse para favorecer la ventilación natural mediante aperturas para controlar las corrientes de aire. Para eso hay que tener en cuenta los vientos dominantes en verano u obstáculos del entorno que los bloqueen. Cuando esto no es suficiente para aliviar las temperaturas o los establos ya estén completamente abiertos, la ventilación forzada, en combinación o no con duchas o difusores de agua, suele ser una medida recurrente. La efectividad de estos sistemas depende de las características técnicas de los aparatos, su instalación, la frecuencia con la que se apliquen y la propia magnitud de las condiciones ambientales (ver cuadro). Esta medida lleva asociados gastos de agua, electricidad, instalación y mantenimiento.

Adaptaciones a nivel de alimentación

La dieta tiene un importante efecto en las respuestas de las vacas al estrés por calor, puesto que, todo lo que haga que produzcan menos calor metabólico tiene potencial adaptativo. En condiciones de estrés térmicodietas con más grasas saturadas o más digestibilidad de la fibra, por ejemplo, revelan resultados prometedores, aunque aún es un área que necesita un mayor estudio.

Hay varios índices de indicadores de estrés por calor que tienen en cuenta variables ambientales, pero el más utilizado es el THI, que combina temperatura con humedad (Figura 2), que son datos climáticos fáciles de obtener en tiempo real de estaciones cercanas. Tradicionalmente, el límite del estrés por calor para vacas lecheras se ha situado aproximadamente en la media diaria de THI era de 72, sin embargo, debido al aumento la sensibilidad ligado al aumento de rendimiento de los últimos años, se está proponiendo bajar este límite a 69.

Por otra parte, los factores individuales hacen que para una misma temperatura ambiente individuos de una misma raza puedan o no presentar síntomas de estrés térmico. Por eso, además de los indicadores ambientales como el THI, se usan indicadores de estrés por calor basados en el animal, que están basados en cambios a nivel de bienestar y no productivos porque se manifiestan antes (típicamente una vaca reduce la ingesta y el rendimiento unos dos o tres días después de empezar a sentir los efectos del estrés por calor)(Galán et al., 2018). Por ejemplo, a nivel fisiológico, hay aumentos de temperatura interna que pueden detectarse midiendo la temperatura rectal en el ordeño de mañana y de tarde. A nivel de comportamiento también hay cambios, por ejemplo, una vaca que empieza a sentir estrés por calor tiende a reducir el tiempo que está tumbada, de manera que aumenta la superficie de su cuerpo expuesta a la pérdida de calor por convección.

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