En este artículo se presenta una cartilla simple y fácil de utilizar, la cual está basada en un estudio realizado por la Universidad de Pennsylvania, publicado en el Journal of Dairy Science en 1994.

Dr. Pedro Meléndez

La condición corporal (CC) se define como el estado de reservas de grasa localizadas en partes anatómicas externas estratégicas del cuerpo del animal, las que pueden ser observadas y evaluadas a través de una metodología simple y consistente.

La vaca lechera experimenta una dinámica de depósito y movilización de grasa durante todo su ciclo productivo, que depende de su nivel productivo, genética y del nivel nutricional que recibe y puede consumir. Si los requerimientos de la vaca son mayores a su capacidad de consumo ella va a movilizar tanto su grasa interna como externa, va a perder peso y por lo tanto su CC va a estar disminuida. Por el contrario, si la vaca consume más alimento de lo requerido, ella va a empezar a depositar grasa, con la consecuente mejora de su CC. Estos cambios pueden ser evaluados visualmente en momentos estratégicos del ciclo productivo de la vaca y de este modo determinar si el manejo nutricional es el adecuado.
Idealmente, la vaca debe parir con una CC óptima. Y es que el consumo de alimento se encuentra deprimido alrededor del parto y se empieza a incrementar en forma lenta y paulatina después de él. Por otro lado, la vaca empieza a producir leche en forma copiosa y se encuentra en un balance energético negativo. Vale decir, los requerimientos de energía se incrementan en forma abrupta mientras que los aportes no alcanzan a lo requerido. De esta forma, la vaca en forma natural pierde CC durante los primeros 60 días posparto y luego entra en balance energético positivo (consume más de lo que requiere), por lo tanto comienza a recuperar CC. Estratégicamente ella debe recobrar CC durante los últimos 2 tercios de la lactancia y el periodo de secado para alcanzar la condición ideal al parto nuevamente. Para lograr esta dinámica orquestada y armoniosa se debe manejar la nutrición y alimentación del rebaño en forma consistente, entendiéndose por ello, que no sólo basta con una formulación adecuada de una dieta. Por el contrario, se debe monitorear todo el manejo nutricional, partiendo por lo que la impresora del computador le entrega al nutricionista, pasando por la evaluación del tipo de ingredientes que va a contener la dieta, cómo se mezclan, cuándo y cómo se le entregan al animal y finalmente cuánto ha consumido éste. Si no se entiende este concepto básico, no se saca nada con poseer un computador y programa de formulación de raciones de última generación.