LAS FALSAS TEORÍAS SOBRE LA LECHE
Y LOS PRODUCTOS LÁCTEOS
El porcentaje de intolerantes a la lactosa es del 25% y hay pocos alérgicos
La industria de la leche y los productos lácteos lleva años luchando contra las teorías que desaconsejan el consumo de sus alimentos, a los que culpan del incremento de la obesidad y del colesterol, y a los que acusan de contener antibióticos, estrógenos y ser reutilizados incluso después de superada su fecha de caducidad.
La leche y los productos lácteos llevan décadas siendo objeto de fuertes críticas por parte de sus detractores. Opositores a estos alimentos que, poco a poco, están consiguiendo que se les atribuyan una serie de culpas que no sólo no están probadas con base científica, sino que crean mitos y leyendas urbanas sobre los lácteos y sus efectos en la salud.
elEconomista Alimentación ha querido saber si hay algo de cierto en esas teorías, cuáles son simplemente bulos y, en ese caso, cómo desenmascararlos.
1. ¿Hay muchas personas alérgicas a la leche de vaca?
No, la alergia a la leche de vaca es relativamente rara. Se debe concretamente a la alergia a la proteína de la leche de vaca. Sin embargo, a menudo se confunde alergia con intolerancias. La alergia a la proteína de leche de vaca (APLV) afecta a entre un 2% y un 6% de los bebés y los niños de menos de dos años, pero desaparece en la mayoría de los casos con la edad. A los cinco años, entre el 80% y el 90% de los niños que han sido alérgicos a la proteína de la leche de vaca, ya no lo son; y los casos de esta alergia en adultos son escasos, de uno a cinco adultos por cada mil.
2. ¿Hay muchos adultos que sean intolerantes a la leche?
Hay intolerantes a la lactosa -el azúcar presente de forma natural en la leche, 48 g/litro-. La enzima intestinal necesaria para romper el enlace que une las moléculas que forman la lactosa se llama lactasa y funciona a plena capacidad en los recién nacidos, pero con la edad disminuyen las cantidades. En muchas ocasiones es porque a medida que nos hacemos mayores consumimos menos cantidad de leche y al disminuir su consumo disminuímos la cantidad de lactasa, ya que se segrega en función a la necesidad de digerir la lactosa.
Según la Fundación Española del Aparato Digestivo, entre un 20% y un 30% de la población española podría ser intolerante a la lactosa, aunque no al mismo nivel. En el extremo están las personas que no presentan la enzima, es decir, totalmente intolerantes que deben recurrir a alimentos libres de este azúcar. El resto puede consumir productos bajos en lactosa como el yogur o incluso pequeñas cantidades de leche
3. ¿El calcio de la leche se absorbe mal?
No, al contrario. El calcio es esencial para el desarrollo del esqueleto y los dientes. El calcio debe ser adquirido a través de los alimentos y se encuentra en grandes cantidades sobre todo en los productos lácteos. También lo contienen las legumbres, hortalizas de hoja verde, pescado pequeño, frutos secos y el agua. El calcio de los productos lácteos es el que se aprovecha mejor por parte del organismo y se denomina a veces como calcio “de referencia”, ya que su absorción en el intestino y su asimilación por los huesos es muy alta al alcanzar un nivel récord del 30% al 35%.
4. ¿Es cierto que la leche produce mucosidad?
¿Existe una clara relación entre el consumo de leche y la producción de mucosidad? ¿Evitar la leche en los niños ayuda a impedir que sufran de otitis y los resfriados recurrentes? No. Ningún estudio lo ha confirmado hasta el momento. Es más, cuando las personas sanas están expuestas a los virus del resfriado no se aprecia ninguna diferencia en términos de infección según si beben leche o no.
Además, el consumo de productos lácteos está ampliamente recomendado en el tratamiento de pacientes que padecen fibrosis quística -ya sufren de una producción excesiva de moco-. El mito alrededor de la mucosidad de la leche podría tener su origen en la textura de la leche que, por su cremosidad, se propaga s
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