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PROGRAMAS DE ALIMENTACION DE BECERROS Y CONTROL DE BRUCELOSIS Y TUBERCULOSIS

OEA Por OEA May28,2015

 

 

 

 

 

PROGRAMAS DE ALIMENTACION DE BECERROS Y CONTROL DE BRUCELOSIS Y TUBERCULOSIS

Introducción

El control de las enfermedades en las granjas lecheras modernas se reviste cada vez de mayor importancia. El aumento en la movilización de animales de una granja a otra –a través de fronteras geográficas y políticas– ha aumentado el interés por controlar enfermedades tales como la tuberculosis y la brucelosis. Más aún, el mejoramiento de las pruebas en animales y los estudios epidemiológicos permite un análisis más rápido del potencial de que ocurran brotes de enfermedades.

Dr. Jim Quigley

Es por ello que el entendimiento de las causas de las enfermedades, particularmente de los factores de manejo que pueden influenciar la transmisión de las mismas, puede ayudar a eliminarlas de las granjas. El objetivo de este trabajo es revisar el papel que desempeñan los productos disponibles comercialmente (como los suplementos de calostro y los sucedáneos de leche) como herramientas del plan de manejo para el control de brucelosis y tuberculosis en las operaciones lecheras. Comenzaremos con una breve revisión de estas dos enfermedades.

Brucelosis

La brucelosis es una enfermedad contagiosa (y costosa) que afecta a los rumiantes pero también al humano. Aun cuando puede atacar a otros animales, su mayor importancia es en bovinos, visones y cerdos. También se le conoce como aborto contagioso o enfermedad de Bang. El daño que causa se refleja en una mejor producción de leche, pérdida de peso, pérdida de preñez por abortos, infertilidad y problemas de patas. Por lo tanto, se trata de una de las enfermedades más graves del ganado. La velocidad con la que se disemina y el hecho de que sea transmisible al humano la reviste de gran gravedad.

Esta enfermedad es causada por una bacteria del género Brucella, siendo tres las especies que más nos preocupan, a saber: B. abortus, que afecta principalmente al bovino y al visón; B. suis, que ataca sobre todo al cerdo y al reno –pero también al bovino y al visón– y B. melitensis, que produce la enfermedad sobre todo en caprinos. En el ganado mayor, la enfermedad se localiza actualmente en los órganos reproductores y/o en la ubre. La bacteria se disemina en la lche o a través de los fetos abortados, los recién nacidos y las descargas del tracto reproductor.

No existe una manera efectiva de detectar a los animales infectados sólo por su apariencia. Los signos más obvios en las hembras cargadas son aborto o nacimiento de becerros débiles. La producción de leche se puede reducir como resultado de cambios en el período normal de lactancia causados por abortos y retrasos en la concepción. No todas las vacas infectadas abortan, pero las que sí, lo hacen entre el quinto y séptimo meses de la gestación. Por lo general, las vacas infectadas abortan una vez, aunque un cierto porcentaje puede abortar en las siguientes gestaciones y, si logran nacer los becerros, estarán débiles y enfermizos. Aun cuando los becerros puedan verse aparentemente sanos, las vacas infectadas continúan albergando y diseminando a los gérmenes infecciosos, por lo que se les debe considerar como fuentes peligrosas de la enfermedad. Otros signos de ella son una reducción aparente de la fertilidad, bajas tasas de concepción, retención de secundinas (membranas o placentas) con infección del útero y –ocasionalmente– aumento de volumen de las articulaciones (artritis).

La brucelosis se transmite comúnmente a los animales susceptibles por contacto directo con los infectados o con un ambiente contaminado con las descargas de aquéllos. Los fetos abortados, la placenta, los líquidos y demás descargas vaginales presentes después de un aborto o un parto, estarán fuertemente contaminados con el germen infectante. El calostro y la leche contaminados también son un vector para la transmisión. A pesar de algunos casos excepcionales, la regla general es que la brucelosis se transmita de una granja a otra mediante un animal infectado o expuesto. Este modo de transmisión se presenta cuando el dueño de un hato compra animales de reemplazo infectados o que se han expuesto a la infección desde antes de adquirirlos. La enfermedad también se puede diseminar cuando existen animales silvestres o bovinos de otro hato que conviven con los de una operación libre de brucelosis.

En Estados Unidos, una vez que se localiza a un hato infectado, la infección se confina mediante la cuarentena de todos los bovinos infectados y expuestos, limitando su movilización sólo hacia el matadero, hasta que sea posible eliminar la enfermedad de la operación. Se utilizan pruebas diagnósticas para detectar a todos los bovinos y visones infectados. De igual manera, los oficiales federales de salud animal revisan –entre otras– a las operaciones vecinas que puedan haber recibido animales del hato infectado, rastreando todas las líneas posibles de infección adicional.

El “período de incubación” es el tiempo que transcurre entre la exposición a una dosis infectante de la bacteria y la aparición de los primeros signos de la enfermedad. En el caso de la brucelosis, el período de incubación en bovinos y otras especies varía bastante, de aproximadamente 2 semanas a 1 año, e incluso más en ciertos casos. Cuando lo primero que se observa es un aborto, el período mínimo de incubación es de 30 días, aproximadamente. Algunos animales abortan antes de desarrollar una reacción positiva a la prueba diagnóstica. Otros animales infectados pueden no abortar jamás. Por lo general, estos últimos desarrollan una reacción positiva a la prueba diagnóstica después de 30 a 60 días de la infección, aun cuando esto se puede retrasar varios meses o hasta más de un año.

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