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PROGRAMAS PROFILÁCTICO EN LA RECRÍA DE NOVILLAS LECHERAS

OEA Por OEA Mar31,2017

 

 

EN LA RECRÍA DE NOVILLAS LECHERAS

La recría supone un 15-20 % de los costes totales de la explotación, por lo que debe ser lo más eficiente posible. Para ello, se deben asegurar un correcto manejo y alimentación, y una adecuada sanidad.

Las vacas secas pueden ser vacunadas frente a clostridiosis, síndrome respiratorio bovino y diarrea neonatal.

Raquel Patrón Collantes Trialvet SL Imágenes cedidas por la autora

En las explotaciones se producen bajas cada año, tanto voluntarias como involuntarias. Actualmente, la vida productiva media de las reproductoras se encuentra alrededor de los 3,5-4 años, por lo que la tasa de reposición se encuentra entre el 25-40 %. No solo con la finalidad de cubrir dichas bajas o crecer, sino deincrementar el progreso genético, se crían las hembras hijas de las propias reproductoras de la explotación; aunque otra opción es comprar novillas a otras explotaciones o centros especializados, que ofrecen la ventaja de disminuir la inversión en alojamiento y mano de obra. Esta última opción solo es recomendable si la explotación de origen ofrece todas las garantías sanitarias y son animales con una genética superior a la de la propia explotación.
Resulta paradójico que la recría sea uno de los grupos a los que se les presta menos atención de forma casi sistemática dentro de la granja, obviamente por no suponer ningún beneficio a corto plazo. Sin embargo, se trata de la fuente principal de ingresos en el futuro de la explotación, por lo que de su adecuado desarrollo depende la rentabilidad a medio plazo de la granja. Además, la recría supone entre un 15-20 % de los costes totales de la explotación, por lo que se hace vital que esta sea lo más eficiente posible. Para ello debe llevarse a cabo un buen manejo y alimentación, pero también asegurar la sanidad. Para reducir los costes en la recría y que la producción posterior sea máxima, deben alcanzarse los siguientes objetivos:
Obtener animales sanos para disminuir la morbilidad y minimizar las pérdidas en la recría por sacrificio y mortalidad (tablas 1 y 2) asociadas principalmente a diarreas, enfermedad respiratoria crónica e infertilidad. Las diarreas no solo producen una merma por sí mismas en la condición del animal, sino que también existe una alta correlación con el desarrollo de neumonías (el 40 % de los terneros que sufren neumonía presentaron diarrea inicialmente), las cuales, si son crónicas y recidivantes, afectan tanto a la reproducción (retrasando la edad a la primera inseminación y por tanto, al parto), como a la posterior producción láctea y longevidad.

Conseguir que el peso a los 60 días sea el doble del peso al nacimiento.
Lo ideal será realizar las inseminaciones entre los 14 y los 15 meses, con pesos del 55 % sobre el PV adulto (357-401 kg PV) y con alzada a la cruz de más de 127 cm.

Edad al primer parto entre 23 y 24 meses, con un peso al parto del 85 % respecto al PV adulto (553-620 kg PV) y una altura a la cruz de 135 cm.
Todos estos factores, asociados a un programa sanitario establecido en función de la realidad de la explotación, de los resultados de analíticas realizadas, las condiciones de manejo general y las enfermedades endémicas en la zona, posibilitarán que las novillas crezcan sanas, salgan en celo y puedan cubrirse en el momento adecuado, logrando el objetivo de que paran a los 23-24 meses, sin problemas en el posparto e iniciando una buena lactación.

Cuidados de la madre

El programa sanitario debe iniciarse ya con la madre para obtener crías sanas, disminuir los problemas durante el parto y la morbilidad/mortalidad de los terneros en sus primeros meses de vida. Para ello se debe evitar, en lo posible, cualquier causa de estrés (manejo, nutrición insuficiente o desequilibrada, hacinamiento, etc.). No olvidar que la mayor parte de las infecciones intramamarias tienen lugar en las dos semanas posteriores al secado y las dos previas al parto, lo cual puede comprometer el encalostrado. En este periodo debe comenzar la profilaxis vacunal, con vacunas que presenten efectividad demostrada de transmisión de anticuerpos al calostro, frente a enfermedades clostridiales, diarrea neonatal (bacteriana –E. coli– y vírica –rotavirus y coronavirus–) y síndrome respiratorio (BRSV, PI3 y M. haemolytica) para asegurar una adecuada inmunidad calostral.

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