TECNOLOGÍAS DE HENIFICACIÓN
La henificación es un método de conservación de forraje seco producido por una rápida evaporación del agua contenida en los tejidos de la planta. Esta humedad debe estar siempre por debajo del 20% y se estabiliza alrededor del 15% durante el almacenaje (Bragachini, M. 2013).
Federico Sánchez (INTA Manfredi), Gastón Urrest Zavalía (INTA Manfredi), Juan Giordano (INTA Rafaela), José Peiretti (INTA Salta), Jonatan Camarasa (INTA Pergamino), Santiago Tourn (INTA Balcarce), Marcelo Pamies (INTA Colonia Benitez), Ulises Loizaga (INTA Las Breñas), Hernán Ferrari (INTA Concepción del Uruguay), Enrique Bher (INTA Crespo) y Ricardo Rodríguez (INTA Famaillá).
Si bien el heno de alfalfa es el recurso de conservación de forrajes más antiguo y de mayor adopción en la Argentina, históricamente la calidad del mismo fue muy baja por ser considerado solo como una fuente de fibra. En la actualidad, al ser incluido como parte de la ración que se prepara dentro de los acoplados mixer, se revalorizó como un ingrediente que además es fuente de proteína de alta calidad.
Al henificar la alfalfa con abundante hoja, se transforma en un insumo de alto valor proteico y alta digestibilidad, disminuyendo las cantidades de suplementos proteicos y energéticos que se necesitan aportar con otros alimentos más costos al elaborar las raciones.
Es muy importante destacar que llevando a cabo mejoras en el proceso de producción de heno es posible cosechar, al mismo costo, mayor cantidad de nutrientes, sustituyendo apartir de esta mejora en la calidad del heno logrado, una cantidad de suplementos energéticos y proteicos que se compran tranqueras afuera, como lo son los granos de maíz y el expeller de soja, que permite lograr una importante reducción del costo de alimentación.
Debe quedar claro que la elaboración de un rollo de excelente calidad y un rollo de mala calidad poseen el mismo costo operativo, lo mismo ocurre con los megafardos, dado que para ambos casos hay que realizar las mismas operaciones de corte de la pastura de alfalfa, rastrillado y luego enrollado o enfardado para finalmente realizar su estivado. Cuando suministramos a nuestros animales heno de baja calidad, solo les estamos brindando fibra, pero cuando suministramos henos de alta calidad, estamos brindando en el mismo alimento fibra, proteína y energía, y todo con el mismo costo de confección.
En base a estos conceptos, puede afirmarse que al confeccionar henos con un proceso mejorado, cuidando disminuir las pérdidas de hojas en cada momento, se obtiene un material de alta calidad con valores de proteína bruta (%PB) superiores al 20% y con niveles de energía metabolizable de 2,1 Mega Calorías por kilogramo de Materia Seca (Mcal EM/KgMS).
Esto no es lo que ocurre habitualmente en nuestro país, donde es común que se cometan numerosos errores y descuidos al momento de elaborar el heno, con una calidad promedio muy baja que según datos de los Laboratorios de Forrajes de INTA Rafaela e INTA Manfredi, posee una concentración proteica de 13 %PB y de 1,41Mcal EM/KgMS. Para graficar esta situación, podemos tomar el ejemplo del tambo medio que tenemos en Argentina de 157 vacas en ordeñe. Suponiendo que este rodeo consuma en sus dietas al menos un 13% de heno, demanda lo largo del año 171.342 Kg de este forraje.
Si esta demanda se cubre con heno de calidad, se está utilizando un alimento que a lo largo del año aporta 11.994 Kg PB y 118.226 Mcal EM/ kgMS extras, respecto a que si se trata de un heno de baja calidad, lo que nos permiten reducir la necesidad de suplementos proteicos y energéticos, ahorrando por ejemplo 25.519 kg de grano de maíz y 93.726 kg de expeller de soja, al año
Si bien los argentinos estamos evolucionando notablemente en la adopción de tecnologías de henificación, todavía queda mucho por mejorar en el proceso de elaboración. Las pérdidas de materia seca y calidad de heno de alfalfa producidas al momento de la henificación son de variada magnitud y se deben principalmente a la pérdida de hoja que se produce al momento de la confección.
Es muy importante tener en claro que se pueden llevar a cabo ciertas mejoras en el proceso de producción de heno que permitan cosechar, al mismo costo operativo, mayor cantidad de nutrientes, ya que la elaboración de un rollo o megafardo con la mejor calidad demanda las mismas operaciones de corte, rastrillado, henificación y estivado que uno de mala calidad. La diferencia radica principalmente en ejecutar esas actividades en el momento oportuno y con las regulaciones adecuadas para cada caso.
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