CAMAS PARA VACAS DE LECHE
Distintos profesionales exponen los pros y contras de los diferentes materiales empleados en los cubículos de las explotaciones lecheras y los resultados conseguidos en aspectos como la producción, la salud de la ubre, la podología o la calidad del purín.
CAMPO GALEGO
A la hora de poner en marcha una explotación de leche se presentan varias disyuntivas en las que el ganadero debe tomar una decisión. Una de ellas es escoger entre robot o sala de ordeño; otra, el tipo de cama para el ganado. Analizamos desde distintos puntos de vista las ventajas y inconvenientes de los distintos materiales empleados más frecuentemente.
Este fue uno de los aspectos de la producción de leche abordados en las últimas jornadas técnicas organizadas por Seragro, donde distintos profesionales mostraron su visión sobre la incidencia del tipo de cama en el bienestar del ganado y en los resultados productivos conseguidos.
Gonzalo Gómez Grobas, del servicio de gestión técnico-económica de Seragro, hizo un análisis de la situación actual de las camas en nuestra comunidad en función del tipo de ganadería y del material empleado. Los dos sistemas más frecuentes en Galicia en las camas de las vacas en producción son la arena y la mezcla de serrín con carbonato cálcico, aunque en los últimos tiempos y empujado por las mayores exigencias sobre el purín se está introduciendo también el compost y perviven aún ganaderías con camas de goma.
“Las explotaciones más grandes emplean arena, las intermedias materiales como serrín, viruta y cascarilla y en las pequeñas perviven aún las mantas de goma”
La antigüedad de las instalaciones y el tamaño de la explotación determinan también el tipo de material empleado. De este modo, afirmó, «cuanto más grande es la granja más tiende a la arena», que usan solo el 7% de las ganaderías de menos de 50 vacas, el 20% de las que tienen entre 50 y 100 animales, el 35% de las que están entre 100 y 150, el 46% de las que se sitúan entre 150 y 200 y el 62% de la que cuentan con más de 200 vacas. Al contrario que las mantas de goma, que perviven sobre todo en explotaciones de pequeño tamaño (el 28% de las explotaciones de menos de 50 vacas tienen este sistema frente a únicamente el 3% en el caso de las de más de 200 cabezas). También influye la localización geográfica, dado que «en la provincia de A Coruña es donde más camas de serrín hay porque también es donde más aserraderos hay», argumentó. Materiales como el serrín, la viruta o la cascarrilla son utilizados sobre todo por explotaciones de tamaño intermedio, de entre 50 y 150 vacas.
Gonzalo explicó que, independientemente del material empleado o del tamaño de la explotación, hay una diferencia de 6 litros diarios en producción por vaca en función del estado de las camas si el mantenimiento es óptimo con respecto a si es deficiente. «Una cama buena o mala determina 6 litros de diferencia en producción por vaca y día. No es solo por la cama, sino que como está la cama es también un indicativo de cómo se hace el manejo en otros aspectos», considera.
“Una cama buena o mala determina 6 litros de diferencia en producción por vaca y día”
«Una cama tiene que estar seca, limpia y bien trabajada, eso es un bueno manejo de la cama», afirmó, y explicó que «cuando el material es barato la gente encama más a menudo y los cubículos acostumbran estar más llenos». También indicó que la época del año también influye en el estado de las camas. «Influyen factores como la humedad, muy importante cuando se usa compost, pero también aspectos del comportamiento del ganado. En verano las vacas se acuestan y se levantan más veces porque están más estresadas y tiran más material», dijo.
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