ALIMENTACIÓN DE LA VACA LECHERA
La vaca lechera moderna, producto de la aplicación de los conocimientos de genética de poblaciones durante los últimos 50 años, es el rumiante con mayor capacidad de producción y en consecuencia, con mayores requerimientos. Una vaca de 600 kg. que produce 45 kg. de leche con el 3,5% de grasa butirosa tiene requerimientos de energía iguales a los de 4 novillos de 300 kg. que aumenten 0,5 kg. diario. Esta misma vaca produce durante la lactancia tanta proteína como la contenida en 7 novillos gordos. Cuanto mayor es la producción a la que aspiramos, más estrictos son los requerimientos y más sensible es la vaca a los desequilibrios de la dieta.
Marcos Gingins,Ph.D.
La producción lechera sigue una curva, tal como la de la figura, donde el máximo de producción se logra a las tres semanas del parto, a partir de allí la producción comienza a declinar. Esta es una curva de producción “potencial”, las curvas reales presentan variaciones con respecto a este patrón cuando la calidad y/o cantidad de alimento es limitante. En la misma figura vemos que la capacidad de consumo de alimentos es limitada en el momento del parto y que se incrementa más lentamente que la producción, de modo que se produce un bache que debe ser cubierto por la movilización de reservas corporales de la vaca. Esto determina que la vaca sufra una pérdida de peso luego del parto, peso que debe ser recuperado antes del próximo parto o, por razones que veremos más adelante, antes del fin de la lactancia. Esta situación determina la forma de la tercer curva que se puede observar en la figura. A los fines del manejo dividiremos la lactancia en dos partes, la primera comprende los primeros dos meses, en los que el balance energético es negativo y la segunda cuando la vaca debe ganar el peso perdido con su capacidad de consumo recuperada y, además, preñarse y gestar un ternero.
Comienzo de la lactancia: Se dice que la producción de la lactancia se determina en la primer semana. En realidad comienza en el período de vaca seca, pues el estado corporal con que la vaca llegue al parto determinará la magnitud de las reservas corporales de que dispondrá para cubrir el “bache” entre requerimientos y consumo de alimento. Si bien lo tratamos en un capítulo anterior no está de más poner énfasis en la importancia del estado corporal al parto, debiendo éste hallarse ente 3,5 y 4,0 puntos sobre una escala máxima de 5 puntos. Un engorde excesivo no sólo trae aparejados problemas físicos en el momento del parto sino también problemas metabólicos al comienzo de la lactancia, como la cetosis, entre otros. De todos modos es muy raro ver vacas con exceso de gordura en nuestro país, siendo más bien el caso opuesto lo más común. Hoy se descartó la vieja explicación del bajo consumo en el posparto como debida a una disminución del tamaño del rumen durante la gestación para reemplazarla por una causa de origen metabólico, ligada a la magnitud de las reservas grasas. Según Philip Garnsworthy, investigador de la Universidad de Nottingham en Gran Bretaña, éste es un problema producto de la actividad humana. Las vacas salvajes paren a fines del invierno, con muy pocas reservas grasas.
El hombre suministró mejor alimentación en el preparto para que se pudiera manifestar la mayor capacidad de producción, producto del mejoramiento genético. En todas las especies de mamíferos hay un mecanismo de regulación que reduce el consumo a medida que se incrementan las reservas para prevenir un engorde excesivo. Según este investigador el consumo aumentaría durante la lactancia a medida que disminuyen las reservas grasas. “Se non é vero é ben trovatto” y el esquema cierra porque las vacas que llegan flacas a la parición no presentan disminución del consumo y, en consecuencia, podemos “repechar”, al menos en parte, los efectos de la mala alimentación en el preparto gracias al mayor consumo en el posparto. Pero hay que hacer una distinción importante: las reservas que acumula la vaca son fundamentalmente de grasa o sea energía mientras que las proteína movilizables son muy pocas porque en el organismo cada proteína cumple una función específica y tiene un costo de mantenimiento relativamente alto, de modo que no hay proteínas de reserva. Las reservas energéticas son muy importantes, una vaca de buen tamaño puede perder sin problemas 100 kg. de grasa corporal durante los primeros 2 meses de lactancia, lo que aporta energía suficiente para producir 650 kg. de leche, o sea 10 litros diarios.
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