LA MASTITIS EVOLUCIONA, LAS ESTRATEGIAS PARA COMBATIRLA TAMBIÉN
Ponemos el foco en esta dolencia, una de las de mayor impacto económico para la producción láctea, y analizamos su evolución gracias a la modernización del sector y a las nuevas estrategias clínicas para evitarla o vencerla en nuestras granjas.
INTRODUCCIÓN
La mamitis bovina, caracterizada por la inflamación de la glándula mamaria, es una de las enfermedades con mayor impacto económico en la producción lechera, y quizás, la más conocida entre los profesionales del sector. Su enorme repercusión se debe al hecho de afectar directamente al órgano productor, la mama, alterando la calidad y las condiciones sanitarias de la leche, además de penalizar la capacidad productiva de los animales.
Iván Mato Iglesias Laboratorios Hipra
CLASIFICACIÓN DE LOS CASOS DE MAMITIS
La entrada de un microorganismo potencialmente patógeno a través del canal del pezón supone el inicio del proceso. A partir de este momento, las características propias del patógeno (factores de virulencia y resistencia) y el estado inmunitario de la vaca determinarán la forma en la que se presenta la enfermedad. En lo que respecta al animal individual, podemos clasificar las mamitis en dos amplias categorías:
Mamitis clínica Estamos ante un cuadro de mamitis clínica cuando en la exploración del animal encontramos signos visibles típicos de este proceso:
A. Alteración de la leche producida (formación de coágulos, cambios en el color o la textura, presencia de sangre…).
B. Inflamación visible de la glándula mamaria, generalmente afectando a uno de los cuatro cuartos, que presenta aumento de tamaño y consistencia (hinchazón), calor, enrojecimiento de la piel y en ocasiones dolor a la palpación o durante el ordeño.
C. Afectación del estado general de la vaca. Se observa apatía, ausencia de apetito, fiebre y deshidratación y, en los casos más severos, permanecerá tumbada, incapaz de ponerse en pie.
“EL DESARROLLO DE RESISTENCIAS POR PARTE DE LOS PATÓGENOS PROVOCA QUE LA EFICACIA DE LOS TRATAMIENTOS […] SE REDUZCA CON EL PASO DEL TIEMPO Y CON SU EMPLEO CONTINUADO“
Un caso que presenta únicamente alteración de la leche se define clínicamente como leve (A); cuando además existe hinchazón en la ubre, se habla de mamitis clínica moderada (A+B); si se ve comprometido el estado de salud general del animal, se trata de una mamitis grave (A+B+C).
Mamitis subclínica En muchas ocasiones, la reacción inflamatoria de la glándula no se manifiesta con cambios observables mediante la exploración rutinaria de la ubre y de la leche, que se realiza de forma más o menos minuciosa en cada ordeño. Para detectar las mamitis subclínicas es preciso recurrir a pruebas complementarias, las más habituales son el Test de California (CMT), la medición de la conductividad eléctrica de la leche (método instalado en algunos sistemas de ordeño) y el recuento individual de células somáticas (RCS). El RCS es el parámetro más utilizado para identificar a las vacas con mamitis subclínica, considerándose infectadas aquellas que presentan un valor superior a las 200.000 cl/ml.
Es frecuente que las mamitis subclínicas sean el resultado de la cronificación de casos clínicos, en los que se alcanzó una curación aparente, desapareciendo los signos visibles, pero no se logró eliminar la infección por completo, por lo que esta se convierte en persistente. El desarrollo de resistencias por parte de los gérmenes patógenos provoca que la eficacia de los tratamientos aplicados, en base a los distintos antibióticos indicados para la mamitis, se reduzca con el paso del tiempo y con su empleo continuado.
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LA MAMITIS EVOLUCIONA LAS ESTRATEGIAS PARA COMBATIRLA TAMBIEN